Diciembre 27, 2024

El fenómeno cubano y el tercer hombre

Fidel Castro Ruz (88) y Raúl Castro Ruz (84), hijos de Ángel Castro Argiz (español nacido en Galicia, que partió para Cuba a luchar contra los independentistas) y de Lina Ruz (cubana) han encabezado la Revolución Cubana desde 1953 (Asalto al Cuartel Moncada) hasta hoy, 61 años, y han estado en el gobierno 55 años.

 

Fidel está hoy, por razones de salud aducidas por él mismo, fuera de las oficinas que dan a la Plaza de la Revolución, en el centro de La Habana. Raúl, de acuerdo a las últimas normas, debe estar en la Presidencia del Consejo de Estado hasta 2018. El Consejo de Estado es elegido por la Cámara Única (Asamblea Popular), que es electa directamente por la ciudadanía.

 

Sólo tendremos poco más de tres años a “los hermanos Castro” allí. Obama tendrá que salir en enero de 2017. Un año menos, lo que es muy importante porque la política enunciada por Obama tendrá que enfrentar los escollos de una mayoría republicana en el Congreso y de la mayoría de la población cubana que vive en EEUU, que hasta ahora ha sido decisiva para mantener el bloqueo.

Ellos, Fidel y Raúl, jóvenes del Partido Ortodoxo, encabezaron la Generación del Centenario (en el centenario del nacimiento de José Martí), , en los primeros años de los cincuenta; propusieron en 1953 una política revolucionaria con el Movimiento 26 de Julio ( fecha del asalto al Cuartel Moncada); lucharon en la guerrilla; derrocaron la dictadura de Batista en 1959; y primero con el PURS (Partido Unido de la Revolución Socialista) y después con el nuevo Partido Comunista de Cuba (PCC), independizaron el país del dominio que los EEUU establecieron desde inicios del siglo XX cuando ganaron la guerra con España; y encabezaron la construcción de una sociedad socialista que superó guerras internas, guerras internacionales (abiertas como las de África o encubiertas como la que le declaró EEUU hasta hace unos días), la exclusión económica de Occidente por mandato norteamericano (lo que se llama bloqueo) y establecieron una nueva política internacional de apoyo a los movimientos de liberación nacional y antifascistas en todo el mundo, en especial en África y América Latina.

En 1990, cuando se derrumbó el Sistema Socialista Mundial, con la autocaída soviética y sus consecuencias en todo ese amplio mundo, la dirección histórica cubana se mantuvo en el poder político y militar, como una excepción única y “extraña”, que sólo se explica por la capacidad de ella, la unidad político-militar y el apoyo mayoritario del pueblo cubano, que incluso dejó de gozar beneficios recibidos durante treinta años y lleva ya 15 años de “período especial”, y que nunca se alzó contra su gobierno.

Desde 1960 hasta 1990 los derechos sociales (algunos de ellos reclamados más tarde por el Estado de Bienestar en Europa) se cumplieron con creces en Cuba (salud, educación, trabajo, ausencia de marginalidad, recreación, seguridad social, etc.…). Durante más de treinta años la igualdad imperó en la Isla a un nivel desconocido en la historia; los ingresos monetarios de los trabajadores ( y todos lo eran) iban de 1 a 2 ó 3; los servicios básicos eran para todos, la alimentación muy parecida y barata; la educación y la salud, gratuitas; se estableció una sociedad de compañeros; los espectáculos deportivos fueron absolutamente gratis y aun hoy, después del 90, el costo de las entradas es muy bajo (béisbol, basquetbol, voleibol, boxeo, fútbol, atletismo, etc.).

Estamos hablando y peleando por ello hoy en Chile: en Cuba la educación y la salud son un derecho y no una mercancía desde hace más de medio siglo. Y con un per cápita bastante más bajo que el de Chile. No necesitaron llegar a los 5.000 dólares para establecer la gratuidad de la educación y la salud, lo hicieron mucho antes.

En el exterior viven cerca de 2 millones de cubanos, de una población de 13 millones de personas. Se calcula que 1,8 millón de cubanos vive en los EEUU. Allí viven también 32 millones de mexicanos, 4,6 millones de portorriqueños, 1,6 millón de salvadoreños, 1,4 millón de dominicanos, más de 1 millón de guatemaltecos y cerca de 1 millón de haitianos. El “centro mundial” atrae.

Emigrados de Chile vive casi 1 millón de chilenos. Unos 700 mil compatriotas viven en Argentina.

A la caída de la URSS en 1990 (que para Cuba ha sido como sería para nosotros la caída de EEUU y el Occidente Europeo) se sumó la permanencia del bloqueo, que había partido mucho antes y que aún continúa.

El PIB bajó en más del 40 por ciento. Se achicó económicamente el Estado, mucha gente salió de la producción, se adelgazaron los ingresos monetarios de los trabajadores, los servicios de salud y educación declinaron en calidad, se creó un fuerte mercado paralelo, empezaron a resurgir diferencias sociales (incomparables con las nuestras, por su pequeñez y características económicas) que no se conocían desde 1960. Los trabajadores cubanos dejaron de gozar de algunas conquistas como el uso de las instalaciones turísticas del país, las diferencias con los turistas extranjeros se hicieron evidentes, los estudios universitarios dejaron de ser el único antecedente para ocupar los más altos puestos en la sociedad, resurgió el trabajo alegal “por cuenta propia” , y la prostitución, que había sido casi eliminada entre 1960 y 1990, resurgió con mucha fuerza por la situación económica y la candidez de quienes entran a jugar en ese negocio finalmente mafioso. Hubo delincuencia, que desde 1960 a 1990 se había esfumado. La prostitución no llegó a los niveles de otros países caribeños, asiáticos (Tailandia, Birmania) o europeos (con mujeres extranjeras esclavizadas que provienen de los Balcanes, Rumanía, Rusia o países latinoamericanos).

Es decir, Cuba, por la fuerza de los hechos, empezó, en el último decenio, a parecerse al mundo.

 

 

 

EL TERCER HOMBRE

No es hoy, como se dice con inopia o liviandad, que Cuba “deja su aislamiento” y “se integra al mundo”.

La Revolución Cubana integró a Cuba en el mundo como ningún otro país latinoamericano lo hizo en su historia: en un ejemplo de apoyo a la transformación mundial y con relaciones de las que, finalmente se eximieron sólo EEUU e Israel. Nunca otro país de estos lados tuvo antes una visión tan internacionalista. Cuba envió al exterior soldados, médicos, especialistas de otras profesiones, artistas, ayuda solidaria, principalmente entre 1960 y 1990. Nunca otro fue conocido por tantos símbolos y arquetipos, entre los que destaca Ernesto Guevara. “Lo internacional” fue una de las bases y características del proceso cubano.

Hoy, incluso, más allá de ésta u otra deserción, hay, en 60 países, 15 mil médicos cubanos, 2.300 oftalmólogos, 5 mil técnicos de salud, 15 mil técnicos en otras materias y unos 250 médicos están luchando contra el ébola en países del África. Sólo en Haití, y en 13 años, se calcula que los médicos cubanos han salvado la vida a 240 mil personas. La solidaridad con Chile se expresó en la atención que prestaron a miles de los nuestros que vivieron su exilio allí. Antes, en el inicio de su proceso, unos jóvenes Raúl Castro y Vilma Espín, acompañados de Armando Hart, su Ministro de Educación, trajeron ayuda para las víctimas del terremoto de 1960, en el gobierno de Jorge Alessandri. La FECH y jóvenes DC, PS y PC los recibieron en un acto en el Parque Bustamante. Hace 55 años.

No hay nada más diverso al aislamiento que la política exterior cubana.

Cuba, por ejemplo, tiene relaciones diplomáticas con 29 países de África; Chile, con seis.

Otra cosa es que EEUU impusiera a América Latina la salida de Cuba de la OEA y el corte de relaciones de casi todos nuestros países y que él mismo haya autoimpuesto la prohibición de relacionarse con Cuba a sus instituciones, a sus empresarios y a sus habitantes.

No es hoy que la economía cubana empieza a cambiar. Cuba está cambiando desde hace casi 15 años. Desde que su relación con el mundo del socialismo real (o comunismo real) se cayó para siempre, por la muerte de éste en 1990. Se ha empezado a debilitar, progresivamente, la presencia económica del Estado; es normal que muchos servicios públicos y grandes empresas estén en manos de empresas mixtas (Estado y extranjeras) y que se abran posibilidades a las pequeñas empresas en una serie de áreas. Pero, más allá de que la calidad de vida es muy superior, el PGB no crece como en otros países del área; se avanza muy lentamente.

EEUU observa el cambio producido en Cuba (también por su bloqueo); analiza (mucho mejor que nosotros y que otros) que Cuba necesita (y lo requiere) inversiones cuantiosas (que no podrán venir de países comunistas europeos porque ya no existen) que no pueden venir de “un capitalismo cubano” que no existe hace rato (más de 60 años) ni de una banca internacional como la vigente ni de chequeras capitalistas internacionales actuales (que EEUU amañó y prohibió).

Ésa es la Cuba que los analistas de Washington estudian y en la que el círculo de Obama busca actuar. El entorno de Obama pesa, además, que al Presidente le quedan menos de tres años.

Hay que ser turnio para no darse cuenta que EEUU bloqueó a Cuba, hace 52 años, no por “razones democráticas”. Todavía no había nada en Cuba que se pareciera a una “dictadura comunista”. EEUU jamás bloqueó a Batista, Papá Doc, Baby Doc, Trujillo, Somoza, Videla o Pinochet. Por el contrario.

El bloqueo se impuso en el principio porque en el principio se expropiaron todas las empresas extranjeras y se extirpó el débil capitalismo cubano. Se eliminó la Enmienda Platt (que autorizaba constitucionalmente a EEUU para intervenir en Cuba) y con ello el colonialismo. Se habían creado FFAA revolucionarias y cubanas. Se había independizado el país.

Por lo demás EEUU tiene excelentes relaciones económicas con China, que no ha cambiado un ápice su sistema comunista de gobierno y su partido único. Y su independencia.

EEUU tiene excelentes relaciones económicas con Vietnam, cuyo gobierno comunista ultimó, en el campo de batalla, a decenas de miles de soldados norteamericanos después del inicio del bloqueo a Cuba. Y que sigue siendo un gobierno independiente.

Y, a pesar de sus críticas y ofensivas contra Putin, EEUU mantiene sus relaciones diplomáticas con “la Rusia democrática”. No hay Guerra Fría, sólo algunos escalofríos.

Es verdad que recién hubo un intercambio de prisioneros entre EEUU y Cuba y el anuncio del reinicio de relaciones diplomáticas a nivel de embajadas, lo que evidentemente ha sido un triunfo político para los hermanos Castro y un triunfo económico para los que envían remesas en dólares desde EEUU a Cuba y sus familias, y para los que las reciben. Desde ahora, entre otras cosas, se podrá fumar libremente “tabacos” cubanos en los EEUU. Antes estaban prohibidos. Cuba no renunció ni a su independencia ni a su sistema de gobierno ni a su constitución. Y trajo a la isla a los cinco funcionarios que envió a EEUU a infiltrar a la contrarrevolución armada.

Surge ahora en plenitud la tensión económica entre ambos.

Pueden llegar miles de turistas USA que estaban impedidos de ir a Cuba por su gobierno. El gobierno cubano, desde antes del anuncio, había abierto, además, planificadamente, un amplio abanico de apertura a la inversión extranjera desde la agricultura hasta el turismo, pasando por la minería e incluso la tecnología, y sólo excepcionando a los servicios de salud y a la educación, que siguen en manos del Estado.

¿Solicitarán empresarios norteamericanos invertir en Cuba? ¿Lo pedirán los ricos cubanos de Miami? ¿Qué planes tendrán ya canadienses, europeos, rusos y chinos? El Ministerio de RREE de Chile ha recordado a los exportadores chilenos de capital que Cuba es una oportunidad. ¿Lo han escuchado?

Será mucho mejor el mundo con relaciones entre EEUU y Cuba.

Más: serán, potencialmente, mucho mejores las condiciones de Cuba si se termina con el bloqueo.

Pero recuérdese que República Dominicana y Haití no están bloqueados hoy. Menos Puerto Rico. Que Centroamérica no está bloqueda desde casi siempre. Que los habitantes de la Amazonía, de las villas miserias, de las favelas, de los pueblos jóvenes, de las poblaciones pobres de Chile, los jóvenes y niños trabajadores de Bolivia, no están bloqueados por el gobierno de los EEUU.

Son otras razones, más estructurales que el mismo bloqueo, más profundas, las que los tiene viviendo parecido a como se vive en India, en Pakistán, en Bangladesh, en Irak, en Afganistán, en vastas zonas de África, en Haití y en Nepal, el país del hambre y de los monjes budistas.

¿Qué opinión tendrá el Tercer Hombre (o la primera mujer) que en 2018, así como van las cosas, será elegido (a) por el Consejo de Estado cubano como Presidente o Presidenta de Cuba? Habrá cambiado un capítulo de la historia, el más importante en la dirección del Estado y uno de los más importantes en la historia de América Latina. Y seguramente el Jefe de Estado en 2018 deberá recurrir, cada vez más, al apoyo de la ciudadanía cubana y al gobierno colectivo. No será ni O´Higgins ni Carrera, ni San Martín, ni Bolívar. Ni Fidel ni Raúl.

Surgirá con el apoyo de la Asamblea Nacional, electa por la ciudadanía, del Partido dirigente y de las FFAA pero no traerá la aureola del Moncada, de la sierra, del primer heroísmo, de las guerras de África, de la construcción de lo bueno que hay, y tendrá que batirse en primer término con su situación económica, y la nueva situación mundial y hemisférica.

No les demos recetas. Ellos se han puesto, en años recientes, mucho más arriba en la historia. Ellos han cumplido con el respeto a la inmensa mayoría de los derechos humanos mucho más profunda y extensamente que nosotros en los últimos 50 años.

En 1963 viajé por primera vez a Cuba, en una delegación que integraba Pepe Nagel, presidente de la FECH y demócrata cristiano; el padre del asesinado dirigente comunista, Manuel Guerrero, también comunista; Sergio Barría, socialista; Elmo Catalán, socialista; la viuda de Fonseca, comunista, y Salomón Corbalán, histórico dirigente socialista. Hace 51 años.

Me conmovió profundamente la revolución. Era concreta, era joven, el mundo cambiaba en corto tiempo. Quedé enamorado, con razón, de ella. Volví varias veces. Vi sus cambios, sus matices, su gente. Hay allí amigos cubanos que han sido importantísimos también para los cubanos y su progreso.

Viví en Cuba los que creo fueron sus mejores años, exiliado entre 1978 y 1984. Mi familia, un poco más. Volví a Cuba, en misión oficial chilena, en 1991, cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas a nivel de embajadas.

El mundo ha cambiado. Nosotros y Cuba también. Mi sueño es que, con todos los cambios que ya se han producido y los que ahora se producirán, los cubanos no dejen de pensar y sentir, en Cuba, en la herencia política, social y cultural, musical, artística, que han recibido. En los del siglo XIX, en logros de la revolución en especial entre 1960 y 1990; en Carlos Manuel de Céspedes, en Martí, en Camilo y el Ché, Fidel y Raúl; Carpentier, Lezama y Guillén; Lecuona, Beny Moré, Bola de Nieve, Pérez Prado, José Antonio Méndez, Silvio Rodríguez, Alicia Alonso y Omara Portuondo, Máximo Repilado Muñoz (Compay Segundo) y Pablo Milanés. Y en pintores como René Portocarrero y Wilfredo Lam.

Si así lo hacen le harán un gran bien, nuevamente, a toda América Latina.

 

 

 

 

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