Septiembre 20, 2024

La nueva situación política y la ciudadanía

adolfocastillo

adolfocastilloEn  pocas semanas  se ha  producido  un cambio en la  situación política en Chile,  proceso  que  genera  fenómenos  morbosos,  errores de apreciación  político -estratégica,  formas variadas de oportunismo, temores y esperanzas,  y emerge  una  idea  social sobre la posibilidad  de cambiar un orden. Despiertan del  mismo  modo, los fantasmas que  han rondando en esta  larga  transición hacia una democracia real y viva.


 

 

La  movilización ciudadana  ha  estremecido la conciencia  política de la sociedad  en las últimas semanas, pues  se trata de  un proceso en donde intervienen  una multiplicidad de actores, con argumentos contradictorios entre sí,  adoptando  posiciones opuestas, con recursos  desequilibrados, y  donde se  entrecruzan las tensiones de una sociedad  signada  por las injusticias, la violencia y  el abandono  o  sentimientos de  deriva que  experimenta el ciudadano frente  a  un orden  lejano,  dirigido  por una elite  que  se rota en el poder y  que  al final de la tarde siempre  termina asintiendo  en que estamos en el mejor de los  mundos.

La complejidad  del momento  político no radica  tanto  en la comprensión de   la configuración de  polos  críticos o el atrincheramiento de  posiciones de  los bandos y discursos en disputa: requiere o exige comprender que  la situación política y su madurez va unida  a la  modificación de los patrones de comportamiento de la vieja  clase  política en relación a lo social,  lo ciudadano.

¿Cuáles son entonces los elementos de  la nueva situación  política?

1. La  vieja  clase  política se comporta como  si la sociedad   no hubiese cambiado, y esto es  válido  tanto para la Alianza como para la  Concertación.  El  gobierno ve  las  manifestaciones de Hidroaysén como  maniobra de  fanáticos  ambientalistas,  incapaces de comprender  que  se requiere energía para  alcanzar el desarrollo,  las cuales son  movidas por  generosos recursos  provenientes de  oscuras  redes internacionales,  sembrando dudas  sobre las intenciones de los  ambientalistas. Estos lenguajes  son conocidos en la política de los  últimos  20 años  y  se practicaron profusamente en los  gobiernos de transición democrática, cuyo  maestro fue  el mismísimo  Capitán General. En este cuadro, la  sociedad  civil no  ve diferencias en  ambos estilos de gobernar y eso es un dato  importante a considerar. Da lo  mismo al parecer.

2. La autoridad  pública  da señales  equívocas  y erráticas  al  disponer  de sus recursos de fuerza para  mantener el orden, como ocurrió  con el tema del  uso de  gases  lacrimógenos para  enfrentar  manifestaciones. Se aprecia una vacilación o  incomprensión de lo que ocurre, pues al dar señales  contradictorias y   usar  estos  dispositivos, se termina  actuando sobre familias, adultos  mayores y niños que concurren a las expresiones de malestar,  optando así por dejar de  proteger adecuadamente  a la sociedad  frente a  grupos  minúsculos  de  personas que carecen de  recursos  como  el diálogo y  la argumentación  deliberativa, montando espectáculos de violencia callejera.  Esto  tiene  lugar porque  no se  sabe  o entiende el fenómeno  social en curso. Se precisa en consecuencia,  un cambio urgente en el modo de enfrentar los  procesos que se avecinan.

3. En  un sentido,  la ciudadanía  no cree en los que gobiernan,  desconfían de sus  decisiones, sienten en desamparo  frente a la falta de  protección y construyen  relatos propios  o  corporativos para  comprender  por sus medios lo  que  aparece como incomprensible en el diálogo con  la autoridad  política. Y esta desconfianza  se manifiesta hacia la clase política gobernante  de modo  transversal. La imagen  patética de diputados  sosteniendo un lienzo contra la construcción de  represas en Hidroaysén  y  de otros  intentando  bajarlo,  es  la síntesis morbosa  de la crisis de imagen y de autoridad  que  viven los representantes de la  institucionalidad  fundada  bajo  una dictadura militar.  Expresan  un modo de actuar  político lejano a la ciudadanía.

4. Socialmente, asistimos a  procesos de convergencia  creciente entre  el accionar de  actores, movimientos sociales  y  nuevas narrativas o voces  políticas,  convergencia  que  irá  en incremento  en próximo tiempo y que  podría   confluir en la constitución de  nuevas expresiones socio –  políticas en un futuro cercano. La velocidad con que tiene  lugar este  cambio  está relacionada  directamente con la erosión en las viejas representaciones políticas,  las cuales usarán  todos los  recursos para  sostener posiciones. 

5. Toda  crisis  tiene  una  resolución. Los  acuerdos  y compromisos que irán  naciendo al calor de la nueva  situación  política, sea aquellos que  se aborden  al interior de la vieja  clase  política, o  de aquellos que  emerjan de  la constitución de nuevas  fuerzas políticas  aún  en desarrollo, habrán de considerar los escenarios más probables  de  salida a la crisis que  puede manifestarse sólo como una crisis de gobernabilidad pasajera,  o  como  una crisis  orgánica,  cuyas proyecciones  son aún inciertas.

* Director ejecutivo de la Corporación Libertades Ciudadanas.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *