Noviembre 3, 2024

España y el socialismo ambidiestro; la derrota electoral

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presidente-jose-luis-rodriguez-zapateroEl socialismo se hunde, la derecha prospera, el bipartidismo triunfa y la juventud en la calle, espera. ¿Qué le ocurre a la izquierda en España? Simplemente, que no es izquierda. Hace mucho que dejó de serlo. El Partido Socialista está pagando muy cara su devota transformación a derecha moderada. Ha perdido el gobierno en todas las comunidades autonomías que tenía y la mayoría de sus alcaldías. Pero el PP (partido de la oposición) no ha ganado tanto terreno como parece y su tan celebrada victoria reside realmente en un “pequeño” retroceso del contrario. Son como dos caballos de carreras que van muy igualados, y sacan la nariz lo más que pueden.

 

 


Pero no nos engañemos; no importa qué partido gane las elecciones. Gana el sistema, como la banca de un casino. Podemos apostar al negro o al rojo, pero la casa gana, siempre gana. Este bipartidismo obligatorio parece consolidarse como sistema único en todos los países primermundistas y anexas.


El PSOE, partido ambidiestro lleno de agujeros, con su estrategia vaga, su disfraz descosido, sus ganas de no parecer demasiado radical y tratando de nadar siempre entre dos aguas, ha perdido la confianza, ese voto de confianza que hoy era tan necesario. Ha sembrado decepciones y hoy saborean la derrota. Zapatero quiso desde un principio quedar bien con todos y al final no quedó bien con nadie. Ha realizado extrañas acrobacias para darle a los poderes mediáticos beneficios impensables, o concederle a los empresarios tres deseos mientras daban discursos disfrazados de sindicalismo y en mangas de camisa. Reverencias al Rey y a los bancos, más poder. Los que aún creen en la izquierda abandonan las filas de este socialismo barato para acercarse a lo que aún parece defender zurdas posiciones; pequeños partidos o retazos de partidos que sobreviven como pueden a los embates de la nostalgia y el olvido.


Lo peor del caso es que este socialismo hueco era la única posibilidad real de impedir el avance de la derecha y sus escobas, dispuestas a barrer los derechos civiles que tanto esfuerzo han costado alcanzar. ¿Quién ha ganado estas elecciones? ¿El PP? La verdad es que, en mi opinión, estas elecciones las ha ganado Bildu. Un partido de reciente formación por el que nadie daba un céntimo, tachado por algunos como escondite de exterroristas y aliados afines, pero que a pesar de nadar contra corriente ha conseguido su objetivo, algo que ningún otro partido puede decir. Entre País Vasco y Navarra, Bildu ha obtenido 1.138 concejales, prácticamente de la nada. En proporción, son los verdaderos vencedores aunque no sea relevante de cara a las generales del año que viene. El PP simplemente ha recuperado alguna de las ovejas perdidas.


La derecha española es obediente, vota en bloque, no duda, no vacila. El votante de izquierda está disperso, decepcionado, perdido. Solo la izquierda radical, esa que todos señalan con el dedo en el país vasco y miran con desconfianza, tiene ese voto de fe que ya ningún otro partido posee. La derecha del PP y la izquierda de Bildu, cada uno en su extremo del espectro político, han tenido una respuesta electoral que la verdad, solo ha sorprendido a los socialistas miopes que conforman el círculo más apasionado de Zapatero, el círculo más ambicioso, el que se cree que convence, el que no ve la realidad. El de estos nuevos líderes socialistas a los que todo les importa un rábano, que destilan hipocresía, falsedad y tratan de caer bien con retóricos discursos manidos y baratos. Ni son socialistas, ni son líderes. La gente se ha dado cuenta.


Ese es el socialismo de Zapatero. Un socialismo falso, autocomplaciente, blando. Cada vez más vacío. El P
SOE es tan solo eso, un spot publicitario, una fachada, un slogan. Nada más. Toda su hipocresía tapa, opaca cualquier logro alcanzado por grande que fuera. La derecha del PP, radical, católica, capitalista y retrógrada es por desgracia la fuerza política más sólida en España. Refleja al español moderno, que ha olvidado por completo su pasado, que se ha adaptado a las nuevas preocupaciones e intereses de esta sociedad globalizada: al bienestar simple. Sin derechos, sin pretensiones, sin luchas, sin reivindicaciones. Es un español que solo quiere su sueldo asegurado y poder llegar a casa a ver el futbol. Un español que no sabe ni le importan las propuestas o las ideologías de sus gobernantes, siempre y cuando le den el bienestar y la comodidad digna del primer mundo. La tierra prometida por el capitalismo. A nadie le importa que en Barcelona, un partido de la extrema derecha avance posiciones y gane incluso un sitio en los ayuntamientos y a futuro quizá, en las cámaras legislativas. Parece que estos partidos son los únicos que dicen aquello que los votantes quieren oír. Ahora me explico cómo llegó el partido nazi al poder.

¿Y las protestas de la juventud? Siguen apostados y apostando en la Puerta del Sol de Madrid por un cambio que no parece estar si quiera planeado por la clase política. Sus peticiones son sencillamente utópicas y seguramente a ojos de los grandes partidos, ridículas. Gritan, gritan desde su pacífica ira de un corazón desesperanzado, por un cambio, un cambio real.

La nave no escucha esos gritos, ni cambia el rumbo. Las protestas irán apagándose, terminarán marchitando y la gente ¿se olvidará? A esos jóvenes que hoy luchan no les quedará otra más que adaptarse a esta España de derechas que les espera. El PP, que ganará sin duda las elecciones presidenciales, ha estado en contra de todos estos jóvenes a los que ve como enemigos. Les quitará becas, les cerrara el paso al futuro, les reducirá las posibilidades, les cerrará la boca. Ojalá me equivoqué. Ojalá los jóvenes puedan realmente forzar un cambio, hacer saltar la banca… de una vez por todas, sin violencia, solo con la fuerza
que hace su unión.


A ver si estos gobiernos democráticos, que tanto critican las represiones en Siria o en Egipto, son capaces de dejar libre el paso a estos movimientos sociales sin soltar a sus perros en las calles. Los dinosaurios del PP son los de siempre, los que van a misa mientras guardan en sus cajas fuertes los más terribles pecados seguramente grabados en video. Los que odian a los sociatas, a los impertinentes rojillos de la izquierda. España queda en manos del nacionalismo radical de la derecha, de la iglesia, de aquellos que defendieron la intervención en Irak, a Bush, la guerra… En manos de los que desean prohibir el aborto, de los que están en contra de que las personas del mismo sexo puedan tener el derecho a estar legalmente juntos. España queda en manos de los que claman por el regreso de las viejas glorias, por enterrar el pasado, para que nadie lo encuentre nunca, de los que gobiernan admirando el retrato de un dictador ya fallecido… pero que le dan al español moderno su bienestar, su economía perdida, su poder adquisitivo. ¿Qué pasará cuando este español vea que no recupera ese poder? Esperanza Aguirre gritaba orgullosa desde el balcón de Génova, en Madrid: “El PP tiene las soluciones para salir de esta crisis”. ¿Las tiene?

 

Al PSOE le quedan aún unos cuantos meses para jugar al Obama, para matar a su Bin Laden, para recuperar, como recuperó Obama en EEUU, el 65% de popularidad perdida. ¿Cómo lo harán? Las elecciones de hoy solo demuestran que los votantes del PSOE cada día son menos. Los indignados, cada día son más.

Por Pablo Jato
World Image Press
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