Diciembre 27, 2024

Desorden social y subdesarrollo político en Chile: la transición desde democracia corrupta a un Estado fallido

Genaro Arriagada, ex ministro de la presidencia durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, escribió un interesante memorándum, cuyo resumen se publica en la página D-4 de “El Mercurio” del 23 de noviembre del 2014. Se reclama con mucha preocupación, que el desorden de la nueva mayoría ha llegado a niveles insoportables. El ex ministro argumenta que la agenda original del gobierno era necesaria y pertinente. No obstante, las cosas no van bien y los resultados no son los esperados. Señala que aún cuando el contexto internacional no es favorable, las principales causas del deterioro del proceso político en Chile son internas. Ellas son siete.

 

 

 

Una primera causa radica en el hecho de que se desvalorizó la agenda gubernamental. El gobierno, en vez de sólo focalizarse en las tres reformas básicas (tributaria, educacional y constitucional), se ha sobre extendido al iniciar una multiplicidad exagerada de reformas adicionales. Se ha comenzado una reforma por semana. Todos estos nuevos objetivos han abrumado y paralizado al gobierno y su administración pública; y todo esto está produciendo una grave crisis de gestión.

 

La segunda causa señala que se subestimó el frenazo económico mundial y su impacto en la economía chilena. Esto ha producido una gran brecha entre el gobierno y la clase empresarial. Como resultado de esta división, se puede producir un periodo de alta conflictividad en el futuro próximo. La tercera causa señala que se subestimó el tema de la seguridad; la criminalidad está fuera de control y la izquierda parece ser incapaz de revertir este grave problema. Se confirma así el dicho de que en temas de la seguridad ciudadana, la centro izquierda es un desastre. En cuarto lugar, el gobierno no ha podido controlar la movilización social de las protestas callejeras de estudiantes y trabajadores. Como consecuencia, la oposición también ha salido a la calle (la contra calle) y ahora, grupos movilizados de todas las tendencias políticas, subvierten el orden público.

 

En quinto lugar, el gobierno sobreestimó su propio poder. Creyó que la derrota electoral de la derecha le dejaba el terreno libre para implantar sus políticas sin considerar los intereses de la minoría. Las autoridades parecen desconocer el hecho de que Chile tiene una elite económica sumamente inteligente. El país cuenta con una poderosa subcultura derechista que es capaz de recuperarse de derrotas electorales y contraatacar con inteligencia. La derecha es minoría, pero su dinero le da un enorme poder político que la convierte en un feroz adversario. En sexto lugar, la presidencia de la república no ha contado con expertos y asesores calificados para enfrentar con éxito los enormes desafíos que se le han presentado.i Finalmente, el ex ministro señala que hay desorden en la coalición gobernante. Fuera de las legítimas diferencias ideológicas, están las ambiciones personales causadas por el deseo de poder.

En mi opinión, aunque el ex ministro no lo dice, pareciera insinuar que los políticos de la nueva mayoría luchan por mejorar tanto su posición personal como la de sus parientes y amigos, y parecen no preocuparse por el bien común ni el bienestar de la ciudadanía. Para Maquiavelo, esto sería claramente un grave caso de corrupción política. Creo que la ciencia política contemporánea puede dar una explicación más profunda sobre el problema relacionado con el actual desorden político en Chile. Naturalmente, este desorden tiene muchas causas, pero la más importante radica en el hecho de que el país no tiene el nivel de desarrollo político suficiente como para alcanzar con éxito las reformas prometidas al electorado en el año 2013, y al mismo tiempo, mantener el orden público dentro de límites aceptables. En su famoso libro titulado Orden Político en Sociedades en Transiciónii, Huntington señala con claridad que el cambio de una sociedad atrasada y tradicional a una sociedad moderna, por lo general es un muy largo proceso altamente conflictivo, turbulento y políticamente muy desordenado. El proceso de desarrollo socioeconómico acelerado crea enormes riquezas para la sociedad, pero es eminentemente injusto y por lo tanto crea también, abismantes desigualdades sociales. El modelo capitalista crea un enorme desarrollo económico, pero no es capaz de distribuir el ingreso en forma equitativa y sustentable.

 

La modernización se caracteriza por un profundo cambio cultural donde la sociedad se mueve por cinco carriles simultáneos. Primero se mueve desde la extrema religiosidad, magia, y particularismo feudal; a la ciencia, la industrialización, la urbanización y las orientaciones universalistas. En la sociedad atrasada el ser humano se preocupa de su entorno inmediato y se despreocupa de los problemas del país donde vive y por cierto, del planeta. Tiene lo que Banfield ha denominado, “síndrome del familismo amoral”. Un segundo carril trata de cambiar los valores culturales dominados por la adscripción (es decir, el origen familiar, el sexo, la raza, la clase social, el clan y la tribu) a valores culturales dominados por el logro y el mérito individual. En este sentido, la modernidad significa evaluar y premiar o castigar a los individuos, no por las características que recibió al nacer, sino por su conducta real y su mérito personal. Un tercer carril de la modernidad significa abandonar conductas y estructuras sociales no especializadas y poco productivas y tratar de conseguir la máxima especialización y alta competencia. En las sociedades primitivas el ser humano hace de todo. Sus roles no son diferenciados. Por ejemplo, un médico curandero atiende todo tipo de enfermedades y problemas personales y también cumple con numerosas funciones ceremoniales. En la sociedad moderna el médico se especializa y trata sólo un aspecto del mal funcionamiento del cuerpo humano. Este mismo fenómeno de especialización se da en todos los roles sociales tales como oficios y profesiones. Es así como el trabajo especializado es de alta eficiencia y productividad. En la sociedad moderna el trabajo no es “una pega”, es una actividad digna que se hace con dedicación y buena voluntad. Así el trabajo es una verdadera profesión. Un cuarto carril lo constituye otro cambio cultural. Aquí el individuo pre moderno y tradicional se caracteriza por la libre demostración de sus emociones. Cuando se siente feliz no tiene problemas para expresarse libre y efusivamente en público. Su amor y pasión hacia seres humanos que quiere, se expresa con gran despliegue de afectividad. Por el contrario, cuando cae en estados de angustia, pena o rabia, también estos sentimientos son expresados libremente y con muy poco autocontrol. En otras palabras, la sociedad tradicional o pre moderna ha sido caracterizada como una sociedad afectiva. En cambio la sociedad moderna ha sido catalogada como una sociedad que posee un alto grado de neutralidad y control afectivo. El individuo moderno tiene un alto autocontrol de sus emociones tanto positivas como negativas. Finalmente, en el último carril, se analizan el grado de asociatividad. La sociedad medieval, pre moderna y tradicional se tipifica porque sus habitantes tienen una gran tendencia hacia la orientación individualista. Aquí el ser humano es inmensamente dedicado y leal con su familia y con un puñado de amigos. Pero muestra indiferencia o desconfianza hacia los desconocidos. Es por esto que el individuo tiene grandes dificultades para asociarse productivamente con otros seres humanos. Actúa como si la vida o la muerte dependieran sólo de sí mismo y de un puñado de amigos, por lo tanto, se despreocupa de la suerte de los extraños. El familista amoral es incapaz de organizarse políticamente, ya que su tendencia hacia la asociatividad y la cooperación es mínima. Como consecuencia de todo esto, el nivel de cohesión social en la sociedad atrasada a nivel de Estado es casi inexistente. Por el contrario, en la sociedad moderna, los individuos tienen una poderosa orientación colectiva. Esto significa que una gran cantidad de lealtad es dirigida hacia el Estado- Nación. Por lo tanto, el hombre moderno es capaz de asociarse con extraños, confiar en ellos y así formar un gran espíritu de comunidad. La cohesión social está así, bien tejida y ella es poderosa y resistente.

 

En la sociedad pre moderna, los individuos dirigen sus mayores lealtades hacia su grupo familiar y muy pocas lealtades hacia la Nación-Estado. La frecuencia de estas lealtades se puede ilustrar como una U. La más alta frecuencia en esta lealtad va hacia la familia y los amigos, no obstante, la frecuencia de lealtad hacia la Nación-Estado, es muy baja. La lealtad vuelve a subir en el extremo derecho de la U, ya que el familista amoral es sumamente religioso y tiene un alto grado de devoción por alguna de las grandes religiones o creencias existentes en el planeta. Por el contrario, las lealtades del individuo moderno se asemejan a una U invertida o curva de Gauss. El hombre moderno tiene poca lealtad hacia su familia extendida, pero esta lealtad se incrementa y sube enormemente hacia el Estado-Nación. Esta lealtad vuelve a bajar drásticamente con respecto a las grandes religiones y creencias del planeta.

 

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El paso exitoso de la sociedad tradicional (feudal en el caso de Europa) a la sociedad moderna y desarrollada, se hace avanzando simultáneamente en cada una de las cinco variables o carriles previamente descritos. Esto se consigue cuando la sociedad ha tenido la suerte de tener primero un alto grado de desarrollo político. Es necesario enfatizar que este desarrollo político avanzado (es decir, las instituciones del Estado funcionan y funcionan efectivamente) se ha logrado crear antes de comenzar el proceso de modernización. Es la autoridad política eficiente, sabia y bien organizada la locomotora que tira el carro de la modernización. Y es esta autoridad la que consigue un equilibrio armonioso entre desarrollo político y el nivel de modernización. Primero se organiza políticamente a la sociedad y luego se procede con energía a modernizarla.

 

En la historia de la civilización occidental, este alto grado de desarrollo político se dio gracias la existencia de gobernantes excepcionales, los llamados filósofos reyes en la antigüedad y príncipes redentores en el renacimiento. En la corrupta Europa del siglo XIV, Maquiavelo señala como príncipes redentores importantes al rey Fernando de Castilla y Aragón, a César Borgia y al Papa Julio II. Estos gobernantes fueron capaces de tirar el carro de la modernidad y al mismo tiempo mantener un mínimo de orden político. Posteriormente, Cromwell fue el príncipe modernizador de la Inglaterra del siglo XVII. En el siglo XVIII y XIX los principales príncipes redentores fueron Washington en los Estados Unidos, Napoleón en la Europa continental, Bolívar en América del Sur, el emperador Menji en Japón y Bismarck en Alemania.

 

En la primera mitad del siglo XX, los príncipes redentores que tiraron el carro de la modernidad fueron, Lenin y Stalin en Rusia y Mao en China. En la segunda mitad del siglo XX los príncipes redentores fueron tanto de derecha como de izquierda. Entre los de derecha están los gobernantes de Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur. Entre los príncipes de izquierda están los líderes del partido comunista chino después de Mao, Ho Chi Minh de Vietnam y Fidel Castro en América Latina. Un trabajo similar han hecho recientemente Ortega en Nicaragua, Chávez y Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Lula y Dilma en Brasil, los Kirchner en Argentina, y Vázquez y Mujica en Uruguay. Todos estos gobernantes, han sido capaces de avanzar en el proceso modernizador y al mismo tiempo, obtener un mínimo de orden político. Todos ellos han sido capaces de crear desarrollo político. En otras palabras, han sido capaces de crear y consolidar poderosos partidos políticos que le han dado el apoyo necesario para tirar a la sociedad desde su posición tradicionalista y empujarla a la modernidad.

 

Lo que ha hecho la gran diferencia con respecto a la historia anterior de la región latinoamericana, es que esta vez la izquierda progresista ha tenido un nivel de desarrollo político suficiente para controlar todos los intentos subversivos de la derecha. No hay duda que el triste ejemplo de Allende en Chile fue aprendido a cabalidad por las fuerzas progresistas y revolucionarias de la región. Sin duda se ha aprendido e internalizado el hecho de que profeta desarmado es siempre derrotado. Es así como la gobernabilidad se ha conseguido mediante la organización, desarrollo y consolidación de un poderoso partido político que ha sido capaz de penetrar todos los rincones de la sociedad en transición y así lograr mantener el orden social. El ejemplo más destacado de este fenómeno es sin duda la exitosa organización del partido comunista en Cuba. No obstante otros países han logrado avances significativos tales como el partido de la revolución en Nicaragua, el partido socialista en Venezuela, el peronismo progresista en Argentina, el partido de los trabajadores en Brasil, el movimiento hacia el socialismo en Bolivia y el frente amplio en Uruguay.

 

Huntington señala que en el proceso de desarrollo integral hay dos variables distintas y separadas. Una es la variable llamada modernización, que se mide por indicadores tales como grado de urbanización, consumo de electricidad, esperanza de vida de la población, nivel educacional, número de teléfonos, televisores, periódicos, acceso a internet, ingreso per cápita, etc. La otra variable es el desarrollo político y ella se mide por el grado de institucionalización que tiene la sociedad en referencia. Aquí las instituciones son la clave. En las sociedades políticamente desarrolladas, las organizaciones, tanto públicas como privadas, se han hecho efectivas, eficientes y productivas. A través de años de experiencia acumulada, ellas han sido capaces de imprimir y crear modos civilizados y modernos de conducta cívica en la población. La población apoya y respeta a estas organizaciones. Por lo tanto, ellas se han convertido en instituciones. Estas instituciones efectivamente satisfacen las necesidades de la mayoría de la ciudadanía. Los ciudadanos son altamente participativos y cuentan con un nivel adecuado de cultura cívica. Estas son conductas que se han internalizado en la sociedad, a través de instituciones educacionales de alta calidad. Ciudadanos satisfechos con los servicios de salud, educación, previsión social, seguridad pública, transporte, vivienda, empleo y muchos otros servicios que el Estado entrega, deciden así apoyar sólidamente a sus autoridades. Estos ciudadanos pagan sus impuestos, hacen el servicio militar, participan en trabajos comunitarios y otras formas de cooperación social. Pero por sobre todo, cumplen respetuosamente la ley. Con ciudadanos de este tipo, el orden social está así garantizado. Aquellos que transgredan la ley, la justicia o el orden público, saben que serán aplastados sin compasión alguna.

 

Huntington presenta un grafico donde clasifica a distintos países del mundo por el grado de desarrollo político que ellos tienen. Para componer este gráfico usa las dos variables previamente señaladas. En otras palabras, grado de institucionalización y grado de modernización. En la columna horizontal del gráfico, se mide el grado de modernización de la sociedad en referencia y en la columna vertical se mide el grado de institucionalización o desarrollo político alcanzado por la sociedad. De esta forma se crean cuatro cuadrantes. En el primero se ubican los países que tienen escaso nivel de modernización y también escaso nivel de desarrollo político. Esta es la sociedad primitiva, subdesarrollada o pre moderna. No obstante su pobreza y su subdesarrollo económico y social, la sociedad tradicional tiene tendencia a ser ordenada. El orden se mantiene por poderosos mecanismos culturales, particularmente de orden religioso. En Chile este orden se mantuvo por varios siglos y el primer ministro Diego Portales lo denominó “el peso de la noche”. En el segundo cuadrante se ubican los países con bajo desarrollo político pero alto nivel de modernización. Esta es la típica sociedad en vías de desarrollo o países emergentes. Aquí si existe un muy alto grado de desorden y violencia. En el tercer cuadrante se ubica los países con alto nivel de desarrollo político pero muy bajo nivel de modernización. Estos son los países con sofisticadas monarquías absolutas que gobiernan sobre masas incultas y desmovilizadas. Finalmente, en el cuarto cuadrante, se ubican los países con alto nivel de institucionalización y desarrollo político y también con un muy alto nivel de modernización.

 

En el primer cuadrante se ubican países tradicionales tales como los del África sub sahariana y algunas islas del Pacífico. Estos países tienen bajo nivel de modernización y bajo nivel de desarrollo político. En el segundo cuadrante que tiene un alto nivel de modernización pero un muy bajo nivel de institucionalización se ubican algunos países latinoamericanos, países del sur de Asia y particularmente países del Medio Oriente. En el tercer cuadrante que incluye alto nivel de institucionalización y bajo nivel de modernización se ubican países manejados por monarquías islámicas. En el cuarto cuadrante se incluyen países con alto desarrollo político y alto nivel de modernización. Aquí se encuentran todos los países ricos y desarrollados. Se incluyen países de Europa occidental, Estados Unidos, Japón, China, Rusia, Canadá, Australia, Corea del Sur, Taiwán y Singapur.

 

Se debe concluir que para Huntington, los cuadrantes 1 y 3 son pacíficos, pues la “falsa conciencia” es aún dominante en la sociedad. En otras palabras, las masas sufren “el peso de la noche”. iii No obstante el cuadrante número dos es siempre sumamente desordenado y violento, esto se debe a que un número importante de ciudadanos ha logrado liberarse de la falsa conciencia. Sin embargo debido a que las masas no tienen suficiente desarrollo político, ellas no son capaces de controlar con éxito a la oligarquía dominante y el lumpen delincuente. El cuarto cuadrante es pacífico y ordenado. Esto se debe a que el largo camino que la sociedad tomó hacia la modernidad, ya se ha completado con éxito. Por lo tanto la sociedad moderna, tiene desarrollo integral. Es decir, la mayoría de sus ciudadanos son políticamente participativos, económicamente acomodados y existe seguridad y justicia. Naturalmente esta es la típica sociedad donde el orden público raramente es violado.

 

 

 

 

Es necesario señalar, que el movimiento social no es siempre hacia adelante, o sea un movimiento teleológico positivo, es decir hacia la mayor institucionalización y hacia la mayor modernidad. Graves crisis tales como guerras, catástrofes naturales, políticas y económicas pueden hacer retroceder a las sociedades. Esto es, que el país puede volver hacia atrás. Tanto en su nivel de institucionalización como en el de modernización. En otras palabras, puede tener un retroceso negativo. El país así puede caer al nivel del Estado fallido o colonia. Puede haber teleología positiva y teleología negativa.

 

En este sentido, el caso de Chile es un caso muy peculiar y sumamente interesante. El país, después de la guerra civil de 1829, logró avanzar rápidamente hacia la institucionalización política. Es decir, logró un alto nivel de desarrollo político. Este desarrollo político creó las condiciones para posteriormente avanzar rápidamente hacia la modernización social y económica. Este fue el periodo de la llamada “república portaliana”. El primer ministro, Diego Portales, siguiendo muy de cerca los consejos politológicos de Maquiavelo y de Napoleón, fue capaz de crear mediante mecanismos dictatoriales y autoritarios, un elevado nivel de desarrollo político. Los enormes cambios políticos introducidos por Portales, tales como la constitución autoritaria de 1833, la creación de un sistema de mérito en la administración pública (primer sistema de mérito en América), la creación de un poderoso ejército de civiles armados (guardia nacional) que llegó a tener un tamaño catorce veces superior al ejército regular, la exitosa penetración política de las fuerzas armadas regulares, la creación de la universidad de Chile y de numerosos otros centros de educación técnica y la creación de instituciones estatales diseñadas para fomentar el desarrollo económico y social del país; todo ello dio eventualmente sus frutos. Chile se desarrolló económicamente en forma acelerada. Entre 1830 y 1870, el crecimiento del producto bruto chileno fue del 10% por año. Entre 1870 y 1891, este crecimiento fue menor, pero aún considerable, del 4% por año. Durante las últimas décadas de este largo periodo de crecimiento sostenido, el país avanzó tanto en su proceso de desarrollo político como en su proceso de desarrollo económico y social. Chile se transformó en una potencia económica, política y militar en América Latina. En este período tuvo dos guerras contra Perú y Bolivia y en ambas tuvo triunfos rotundos. En esta última guerra, el país se apoderó de una vasta región productora de minerales, particularmente salitre. Le quitó su región costera y marítima a Bolivia y le quitó un par de provincias a Perú.

 

En los últimos seis años de este período, bajo la administración del presidente Balmaceda, el país alcanzó altos niveles de desarrollo industrial, agrícola, minero y comercial; y Chile pasó a ser una potencia económica y militar en Latinoamérica. Este espectacular crecimiento, despertó una gran preocupación en el hegemón global de aquellos años (el imperio británico). Desafortunadamente para Chile, el presidente Balmaceda fue atacado por la potencia imperial de aquellos años. Esta superpotencia hegemónica global, utilizó sus enormes recursos financieros para organizar una revolución y luego una guerra civil que acabó con el proceso de desarrollo de Chile y también con la vida del presidente mártir.

 

En esos fatídicos años, el país perdió su independencia económica y política y se convirtió en una colonia económica del imperio británico. La oligarquía chilena que se había corrompido hasta sus cimientos después de la guerra del Pacífico, no tuvo ningún empacho ni vergüenza de transformarse en administradores, abogados y capataces de industrias, yacimientos mineros e instituciones financieras controladas por el imperio. Cuando en la primera guerra mundial, los alemanes inventaron el salitre sintético, Chile no sólo cayó drásticamente en su nivel de modernización, sino que también perdió el escaso desarrollo político que sobrevivió a la caída del presidente Balmaceda. Siguiendo la teoría huntingtoniana, puede decirse que Chile cayó del cuadrante 4 al cuadrante número 2 y desgraciadamente ahí se ha mantenido durante todo el siglo XX y lo que va del siglo XXI. El actual desorden en Chile, es sólo un subproducto de esta situación de país políticamente subdesarrollado. iv

 

Desde 1920 a la fecha, todos los intentos que se han hecho por crear una sociedad políticamente desarrollada y moderna desde el punto de vista socioeconómico, no han tenido el éxito esperado. Hoy día, el 80% de los chilenos, aún tiene un estándar de vida deplorable. No obstante, el 1% de la alta elite financiera tiene un estándar de vida propio de las elites más ricas del planeta y un 19% tiene un estándar de vida parecido a los niveles de clase media de los países desarrollados. Así, Chile es uno de los países más injustos del planeta. Unos poquísimos ricos gozan de un nivel de vida jamás soñado por los fundadores de la república. Una clase media acomodada con lealtad defiende a sus amos tanto nacionales como extranjeros. El poder político, económico, social y militar está en las manos de este 20% de chilenos dominantes y ante esto, la enorme mayoría debe por fuerza conformarse con lo poco que tiene.

 

No obstante los jóvenes se empezaron a sacudir de la “falsa conciencia” durante la primera administración de la Presidente Bachelet. Para ellos el “peso de la noche” ha dejado de existir. Este fenómeno ha producido la destrucción del vasallaje a la cultura tradicional dominante. La destrucción de la “falsa conciencia” de los jóvenes también ha producido el inicio de la destrucción de la “falsa conciencia” en los adultos. Poco a poco los chilenos se han dado cuenta que el neoliberalismo es un sistema que en Chile no funciona para las grandes mayorías y que por lo tanto, este sistema inoperante, se hace preciso cambiarlo por otro más justo y equitativo.

 

Sin embargo la organización política o desarrollo político de esta enorme mayoría oprimida, prácticamente no existe. Chile sufre de una grave crisis de familismo amoral y ello explica porqué el 60 % de los chilenos no votó en las últimas elecciones. La derecha chilena con gran inteligencia ha sido capaz de desarticular todos los intentos que la izquierda progresista ha hecho para modernizar el país y así crear una sociedad más justa, integrada y pacífica. Los líderes de la centro izquierda actualmente ocupando posiciones de gobierno, creen que el tener una mayoría aplastante en las últimas elecciones, les da el legítimo derecho para gobernar y cambiar el país. Pero ganar elecciones en un país políticamente subdesarrollado como lo es Chile, no es garantía de nada. Sólo la férrea organización política de las fuerzas progresistas puede que produzca en un futuro lejano los cambios que se necesitan.

 

Con la composición de fuerzas que Chile tiene en la actualidad, ningún cambio real del modelo imperante es posible. La presidente de la república gobierna con partidos políticos relativamente corruptos y que sólo saben ganar elecciones. Algunos destacados políticos sí saben cómo gobernar pero son como generales de un ejército que no tiene ni tropa ni armamento adecuado. La nueva mayoría prometió alcanzar la luna pero no cuenta con ninguna nave espacial. Lo único que tiene es una vieja colección de fuegos artificiales que hacen ruido pero que no asustan ni mueven a nadie. Esta terrible falta e institucionalización y desarrollo político de la centro izquierda chilena es la principal razón por la que la minoría, en los últimos años ha detenido todas las reformas que propone la mayoría. La organización interna de los partidos de izquierda, incluyendo el partido comunista, están a años luz del tipo de organización de masas que se necesita para cambiar radicalmente al país. Hace más de 40 años atrás, Fidel Castro le señaló al presidente Allende que un profeta desarmado siempre termina derrotado. Han pasado muchos años desde que la izquierda chilena recibió una saludable lección de ciencia política de parte del maestro indiscutido en esta materia. Pero la lección no se ha aprendido y se sigue insistiendo en actuar con un increíble infantilismo político.

 

En conclusión. La actual izquierda es capaz de crear la confusión y desorden que tan duramente critica el ex ministro del presidente Frei, pero jamás logrará implementar productivamente los cambios que indudablemente Chile necesita. Como resultado de este subdesarrollo político de las fuerzas progresistas pero ilusas de Chile, es probable que se inicie un largo periodo de extrema confrontación que podría desafortunadamente iniciar una transición desde una democracia corrupta a un Estado fallido y definitivamente pretoriano.

 

Para la mayoría de los chilenos, la única esperanza que queda es que China resuelva sus contradicciones internas y retome su rápido proceso de crecimiento económico. Si China vuelve a ser el motor de la economía planetaria y como resultado las materias primas vuelven a alcanzar los precios que tenían antes de la gran recesión del año 2008, entonces hay esperanzas que la crisis política que se avecina, pueda ser evitada. Con el precio del cobre a 4 dólares la libra o más, y con drásticas reformas a CODELCO para que el costo de producción vuelva a los niveles de pre crisis (menos de un dólar la libra), entonces el Estado tendría suficiente dinero para entregar todo tipo de bonos que alivien la triste situación económica de las grandes mayorías. La derecha por su parte, podría dedicar todas sus energías a la exportación de productos para el gran mercado asiático. Con una gigantesca China consumiendo con voracidad productos chilenos, tal vez sería posible evitar por algunos años más, el aparentemente inevitable estallido social. Esto es lo que generalmente ocurre cuando la sociedad fracasa en su empeño por crear instituciones que verdaderamente funcionen en beneficio de las grandes mayorías.

 

Usando el análisis incluido en las líneas anteriores, se está forzado a concluir que el ex ministro Arriagada está equivocado. Si la nueva mayoría se hubiera avocado y focalizado en las tres reformas originales, el desorden sería igual o peor. El problema principal de la transición chilena no es la superabundancia de reformas (ya que para el 80% pobre es preciso cambiarlo todo), el problema principal es la falta de poder y desarrollo político de la izquierda nacional. Si la izquierda entre 1984 y el año 2014 (30 años) hubiese logrado el nivel de desarrollo político que el conservadurismo de la república portaliana logró entre 1830 y 1860 (30 años), esto habría sido suficiente para mantener a la oligarquía en su lugar. Es decir, trabajando y no gobernando. Este es el rol que tienen los ricos en países bien organizados políticamente tales como China, Rusia, Irán y Vietnam. Para alcanzar estas lejanas metas en el futuro, los estudiantes chilenos deberían prepararse en ciencia política. Un buen primer paso en esta dirección sería estudiar a Maquiavelo y a Huntington con dedicación y perseverancia académica.

 

F. Duque Ph.D

Cientísta Político

Puerto Montt, noviembre 2014

i El ex ministro no lo dice pero pareciera pensar que la señora presidente carece de las cualidades del filósofo rey analizadas a fondo por Maquiavelo, es decir, un buen gobernante debe ser inmensamente sabio, astuto como la zorra y valiente como el león. Para el gran cientísta político florentino, la soledad del poder es similar a la soledad de las altas cumbres, que siempre padecen de vientos huracanados y que terminan por destruir al gobernante que carece de estos necesarios fundamentos. F. Duque, Maquiavelo, un Cientísta Político moderno. Una interpretación práctica para gobernantes latinoamericanos del siglo XXI. Dictus Publishing, Saarbrücken, Alemania. 2013

ii

 Samuel P. Huntington Political Order in Changing Societies, Yale University press, New Haven 1968

iii

 Para un completo análisis del concepto “falsa conciencia” sírvase ver: el brillante trabajo de Steven Lukes titulado Power a Radical View 2nd. edition Ed. Palgrave MacMillan, New York, 2005. Las masas han desarrollado la llamada “falsa conciencia” porque en tiempos medievales existía el concepto de “nobleza obliga”, esto quiere decir, que los nobles o sea los grandes señores feudales, sienten la obligación de preocuparse sinceramente por la suerte de sus súbditos. Todo esto se perdió con la llegada del liberalismo. No obstante grandes sectores de las masas siguieron fieles a sus patrones.

iv

 Para mayores detalles sobre este proceso de desarrollo y luego subdesarrollo de Chile, sírvase ver F. Duque: 110 años de desarrollo político en Chile 1830-1940 Dictus Publishing, Saarbrücken, Alemania. 2013

 

 

 

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