El liderazgo de
Discriminación que afectó luego enormemente a la generalidad de los medios escritos independientes de los grandes grupos económicos que surgieron posteriormente y a los escasos medios de izquierda que subsistían desde los 90.
De este modo, desaparecieron en la década pasada las revistas Rocinante, Plan B y Siete+7 y también diarios electrónicos propios de las nuevas tecnologías, como El Portal del Pluralismo y GranValparaíso; y se mantuvieron dificultosamente quincenarios como El Ciudadano, Punto Final y El Siglo.
En este sentido, son muy elocuentes las palabras de
También son muy concluyentes los argumentos gubernativos dados para negar dicha publicidad estatal, los que revela la misma Faride Zerán: “Los argumentos eran muy diversos. Dependían del jefe de servicio a cargo de las instituciones o empresas. Por ejemplo, que el avisaje ya estaba planificado; que se contemplaban muy pocos recursos para medios independientes; o que éramos un medio que ‘se leía muy poco’; y que tenía impacto en segmentos de la población, no masivos, pero que constituían un público objetivo importante para cualquier avisador”. Además, como puntualiza Zerán, “no estábamos pidiendo ‘limosnas’. Estábamos reivindicando el derecho a existir en igualdad de condiciones que otros medios. A nosotros se nos exigía una serie de cosas que no se les hacía a los grandes medios. Creo que este es un tema que trascendía el caso de Rocinante”. (Boletín citado)
Es por ello que se entiende perfectamente la carta pública reprobatoria dirigida de al entonces Presidente Lagos, suscrita en el último número de Rocinante (Octubre de 2005) por el Comité Editorial de la revista. En ella se señalaba que Rocinante “atraviesa por una crisis similar a la que concluyó con el cierre del diario
Dicha carta la suscribieron Sonia Montecinos, Diamela Eltit, Martín Hopenhayn, Manuel Antonio Garretón, Sofía Correa, Bernardo Subercaseaux, José Miguel Varas, José Balmes, Naín Nómez, Ana Pizarro, María Eugenia Horvitz, Francisca Márquez, Elicura Chihuailaf, Alfredo Joignant, Tomás Moulian, Julio Sau, Ramón Griffero, Sergio Trabucco, Paulo Slachevsky, Silvia Aguilera y Faride Zerán.
Todo lo anterior nos devela una política gubernamental destinada a negarles recursos de publicidad estatal (que por lo “barato” de dichos medios habrían sido muy poco significativos dentro del conjunto del avisaje del Estado) a medios escritos de centro o izquierda, lo que obviamente impediría su desarrollo e incluso su supervivencia. Es decir, ¡la misma política adoptada por la dictadura en estas materias!, con la diferencia, ¡favorable para esos medios durante la dictadura!, de que ésta no se atrevió (y tampoco lo podría haber hecho con éxito) a bloquear los cuantiosos fondos de ayuda que aquellos recibían del extranjero, como sí lo hizo el gobierno de Aylwin con las generosas ofertas del gobierno holandés…