La mayoría de los europeos de los 27 Estados no votaron. La desafección de la Europa gobernada por políticos tecnócratas, sumisos a los poderes financieros privados, repercute en la gran coalición -populares-socialistas-liberales- que ha elegido gobierno en 2004 y 2009: pierde 81 diputados, pero mantiene la mayoría. La extrema derecha, aunque dispersa, llega en masa al Parlamento.
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La abstención: mayoría absoluta
La idea de Europa pierde legitimidad democrática. Entre 1989 y 1999, una media del 58,96% participó en las elecciones del Parlamento europeo, mientras que entre 2004 y 2014 lo hizo el 43,85%. Una baja del 15,11% en 25 años.
La decisión de no votar del 56,91% en los 27 países de la Unión Europea (UE) el pasado 25-M es una prueba del rechazo a las políticas de austeridad y reformas neoliberales, pero también a una elite política-tecnocrática de una UE sumisa a los poderes financieros transnacionales.
Siete días después de las elecciones, el sociólogo francés Michel Wieviorka y la intelectual estadounidense, Nancy Fraser reflexionaron en público sobre lo que sucede Europa en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelos (CCCB).
“la crisis del poder político”
La crisis europea es parte de la que continua vigente en el mundo desarrollado. Fraser, con una mirada global, lee estas elecciones europeas como una representación de lo que llama “la crisis del poder político”, más aún, “del capitalismo monopolista neoliberal”.
En este mundo, ha habido un “vaciado de los poderes públicos establecidos”. Éste ha disminuido la capacidad de éstos de resolver problemas económicos globales, siendo desbordados por los poderes privados y ha generado un déficit de legitimidad democrática al desconocer una opinión pública contraria a las políticas de austeridad.
En una frase, las elites políticas y tecnocráticas europeas han demostrado más apoyo a los poderes privados de las grandes corporaciones financieras transnacionales que a los ciudadanos.
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Europa tecnocrática, no democrática
Wieviorka, con una mirada europea apunta a la decepción que recorre el continente al observar, y vivir, la distorsión de la idea original de Europa, la del compromiso de una organización económica con fines éticos, como consecuencia de la experiencia de las dos guerras mundiales.
Europa, -según el sociólogo francés- se ha alejado de esa perspectiva ética, reemplazándola por una neoliberal que separa la economía de la vida social, aumentando la las desigualdades sociales.
Es la gestión de una Europa tecnocrática, no democrática, respaldada por los estados, la que en gran parte ha arrastrado a una ciudadanía en estas elecciones, como en Francia, plantearse la disyuntiva de no votar o votar a la extrema derecha nacionalista.
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Los partidos clásicos, choqueados
Los partidos políticos clásicos (conservadores, socialistas y liberales) han sido derrotados, anticipándose el fin de un ciclo político de 30 años, al menos en algunos países.
Resultados, dice Fraser, que reflejan ese vaciado de los poderes públicos: partidos políticos en estado de shock, desconectados con la sociedad civil, sin luces para dar respuestas políticas, económicas, ecológicas, de género a una opinión pública cada vez más exigente.
En este vacío, la sociedad civil puede pasar de un movimiento social a asumir formas políticas de representación y acción (…) y añade Wieviorka, con nuevas ideas, categorías y lenguajes, distintos de los partidos clásicos, que colaboran con la sociedad, como parece ser el caso español de Podemos proveniente del movimiento de indignados (2011).