Noviembre 26, 2024

Otro Riel Suelto

lo intentaba, miraba las llamas que consumían los cerros de nuestro querido Valparaíso, e intentaba ver más allá de lo que tenía enfrente de mis ojos, y en medio de esa espesa humareda negra, se me aparecía una y otra vez el cuerpo torturado de Marta Ugarte, el mismo que el mar devolviera, contra todo plan de sus captores. Algo les había salido mal, muy mal, porque el “valiente” soldado CNI, que al ver moribunda la prisionera en el helicóptero del ejército, la estranguló con el mismo alambre que había sido usado para atar su cuerpo a un riel, para que su cuerpo permaneciera para siempre en el fondo del mar y nadie excepto ellos y sus generales claro, supieran de su muerte, ni de sus brazos quebrados ni de su columna vertebral quebrada, ni de su hígado y bazo reventado a golpes, todo esto en vida, según lo demostró posteriormente la autopsia, pero el riel se soltó y el mar la llevó a la playa y la expuso a plena luz pública.

Y veía las llamas y me daba cuenta que algo les había salido mal, que este era otro riel suelto que exponía el horror a la luz pública. No, no era solo el incendio, con todo lo brutal que este es, había más, había una vida entera sin agua, sin agua se imaginan una semanita no más sin agua, rodeado de basurales, con su olor que sube con el calor, o con la humedad, donde la palabra higiene es ridícula, deserción escolar, como algo natural, el alcohol tocando la puerta, y otros venenos también,   y empieza a entreverse la pobreza, ese sabor que la vida no es tuya, que la vida queda más allá, en otro lado, que este mundo es ajeno, que como los ricos se han adueñado de todo, todo es privado, te han privado de todo, pero luego se empieza a vislumbrar que la pobreza es más que la carencia de lo material, que es mucho peor que eso, es crecer año tras año con ese sentir profundo de que la gente pareciera no ser tus hermanos, sino seres crueles porque tu dolor no le importa a nadie, y la visión de los ricos, te vuelve a mentir diciéndote que tus manos no están benditas, mira tú, que justamente las tuyas no estén benditas, que no pueden ser creadoras, te vuelven a mentir diciéndote que tus ojos no pueden comprender la grandeza de la vida, y al final es como la mujer que ha sido maltratada una vida entera, de una u otra forma se te va metiendo en la cabeza una idea enferma, poco a poco te vas convenciendo que quizás la gente no sea tan mala, que quizás tienen razón, que quizás eres tú el que no vales nada. Y así la visión de los ricos de espíritu, lleva  la injusticia hasta lo más profundo de tu alma, acorralado por la violencia de cada día, y poco a poco, tú mismo, ante ti mismo empiezas a negar tu propia dignidad y terminas aceptando la injusticia hacia ti, como algo natural, porque la visión de los ricos se ha apoderado de tu alma, y te ha hecho renunciar a tu dignidad, y la vida, la vida, ese instante  que no llega, personas como tú, como yo, cuya vida es un compás de espera, otros que se murieron aferrados a una esperanza que nunca llegó, se les fue su vida, su vida entera, ellos que tenían esa maravilla que es la vida, pero que la lluvia de la pobreza tantas veces convierte en apenas un sopor.

Un poco más allá

Al igual que el caso de Marta Ugarte, no se trata aquí de una maldad individual de sus torturadores y asesinos, aquí tampoco se trata solo del listado de autoridades que se robaron las arcas fiscales (según consta en el motón de juicios) o que hicieron oídos sordos a las urgencias reclamadas, en ambos casos se trata de algo mucho más amplio, de algo mucho más profundo, se trata de un sistema, estos no son hechos aislados, son un sistema que, considerando su insensibilidad, su indiferencia ante el horror ajeno que provoca, es claramente un sistema perverso, malvado, que lleva la brutalidad en su vientre, del cual la gran mayoría de los chilenos es incapaz de siquiera imaginar su crueldad. En donde infiernos como la posibilidad de que se quemen 2.000 casas y que no quede ni la huella de sus límites, es algo que simplemente no importa, está fuera de la mirada de los ricos, de los dueños de este país, ante sus ojos los pobres no existen, no son tema de conversación, ni a tratar en reuniones, excepto claro como amenaza.

 

La Fábrica de Mentiras

Ahora que su miseria aparece ante nosotros, tal como apareció el cuerpo de Marta, flotando ante todos, expuesta a la luz pública, han hecho lo mismo que con Marta, encargarles a sus expertos en mentiras, a sus artífices científicos del engaño, que fabriquen una mentira para que oculte la verdad. En el caso de Marta, la dictadura montó de inmediato una campaña comunicacional con El Mercurio, a la cabeza,  La Tercera, Las Últimas Noticias y La Segunda (están todos estos registros por escrito, incluso, años después, cuando todo el montaje quedó al descubierto, una periodista tuvo que terminar pidiendo disculpas, porque el fraude había quedado públicamente en evidencia) y las TV, es decir más o menos con el 90% de los medios de comunicación, (los mismos de hoy, los mismos de siempre, ¿porqué?, simplemente porque ellos son precisamente la voz de los ricos). En esa campaña los periodistas mintieron diciendo que se trataba de una bella mujer de unos 23 años (Marta tenía un poco más de 40) que había muerto producto de un crimen pasional, reduciendo por tanto sus alcances a asuntos personales, privados e intentando disfrazarla dándole un toque romántico, a lo que en verdad fuera un brutal crimen de la Dictadura de los ricos.

 

Con el incendio de los cerros hicieron lo mismo, el núcleo duro de la mentira que nos cuentan, y peor cuando no lo cuentan, solo la sugieren, eso que dejan subyacer como verdad obvia, el centro de esta mentira, consiste en instalar la idea en la mente de nosotros, que esto no es más que una lamentable desgracia y que, bueno, lamentablemente existen hechos fortuitos, situaciones que no se pueden controlar, es decir esto solo fue un accidente y solo nos queda conmovernos ante tanta desgracia y tener lástima de tanto pobre poblador que perdió hasta sus casuchas, así que bueno, es momento de darles limosna.

  

La  Frágil Verdad

Pero la verdad es otra. Valparaíso posee una larga historia de incendios, incluso hace dos años se llegó a poner por escrito en las actas de reunión Municipal, lleno de detalles cuantitativos, como le gustan a estos señores, la estimación de los basurales en toneladas, su cuantía incendiaria, su capacidad de infectar a la población, la estimación de roedores, la cantidad de operarios requeridos para una limpieza, la cantidad de camiones, su consumo de combustible, etc., etc., etc. ¿Que se hizo tras este diagnóstico matemático subrayado con rojo por el carácter de urgente?: nada, porque simplemente para la mirada de los ricos, los pobres no son nada, es bueno aclarar aquí que, cuando hablamos de los ricos, no necesariamente son los que tienen mucho, muchísimo dinero, incluso pueden ser personas que hasta tengan poco dinero, pero, pero tienen la misma visión de los ricos, porque aunque sean pobres tienen el mismo espíritu de los ricos, es decir estos son los ricos de espíritu, son el opuesto exacto de los pobres de espíritu. La médula del espíritu de los ricos consiste en que para ellos no existe nada más importante en el mundo que enriquecerse, es lo único que le da sentido a su vida, el dinero es su Dios, y el resto no merece mención. Según la mirada de los ricos no es rentable invertir en los pobres, según esta visión no hay retorno de inversión, ningún ingeniero comercial de la Universidad Católica (la universidad por excelencia de los ricos) aconsejaría usar los recursos en algo tan poco visible, no es negocio ayudar a los pobres, ni tampoco rentable políticamente (nótese como el lenguaje de los mercaderes empieza a invadir el nuestro), los pocos recursos que recibió el municipio en este sentido, luego fueron destinados precisamente a “asuntos más visibles”, como reparación del ascensor y un museo. En eso quedó la ya precaria ayuda urgente.

 

Y no era el azar

Por lo tanto la verdad se sabía, se sabía que era cuestión de tiempo que se quemaran los cerros, se sabía hasta el tamaño que podría alcanzar al incendio y cuando algo se sabe,  y no se hace nada, lo que sucede no es por azar, por más que traten de echarle la culpa a Dios por su hado indescifrable.

 

Era el desprecio

Ellos lo sabían y nada hicieron ¿acaso pagarán de alguna forma?, con cárcel, con dinero, o ante la opinión pública?. Veamos: ¿Cuál es la actitud de las autoridades? ¿Hay arrepentimiento, hay expresión de pesar?.  Cuando la TV en directo, (de repente se les escapan algunas de estas cosas a la TV), no alcanzó a cortar y salió al aire la discusión del habitante que vive hace años en un campamento en los cerros, justo en el momento en el poblador le  describe al alcalde UDI su miseria; ¿Cómo responde la máxima autoridad regional? ¿Queda sobrecogido por el dolor?, ¿ Lo descubre como su prójimo, le abraza y se inunda de amor por él?, … No, nada de esto ocurre, por el contrario, su respuesta no puede ocultar su desprecio, su respuesta  fue: “acaso yo te mandé a vivir aquí”, obviamente su respuesta está muy lejos de condolerse con el poblador, su decir solo va en la línea de librarse de responsabilidades, para él no es más que un problema, “un cacho” que tiene que sacarse de encima, porque su corazón ha escogido el velo del desprecio que lo ciega, inmunizándolo a comprender el dolor del poblador. Al igual que otra escena en vivo que se le paso a la TV, cuando un periodista, que haciendo gala de su total incomprensión de la realidad, le pregunta a un habitante sobre las cenizas de lo que fuera su hogar ¿Pero por qué ustedes eligen vivir aquí? La respuesta del poblador no es más que lo obvio “porque los pobres no elegimos donde vivir”, vivimos donde podemos” es cierto donde las sobras de los ricos se lo permiten, en esos lugares donde los ricos no vean ningún valor, en la parte de atrás de los cerros, donde aunque siendo puerto, no puedas ver el mar, en medio de basurales, donde no hay calles, donde no hay agua, ni luz, en esos lugares donde la idea de que llegue un carro bomba es burlesca. Y si ese terreno se urbaniza, se pone mínimamente más vivible entonces, entonces encenderá la codicia de los ricos y harán sus negocios, y los echarán a otro lugar peor, siempre habrá otro lugar peor.

 

La verdad Flota

Pero un riel suelto es un riel suelto y así como en el caso de Marta a pesar del gigantesco poder de mentira de este sistema, porque este sistema de repente da la impresión de que fuera omnipotente, que fuera perfecto invencible, pero es esencialmente frágil, basta apenas una pequeña fisura para que se cuele la verdad y la verdad aquí salió a flote y permitió conocer el paradero de cerca de 1.200 detenidos desaparecidos por la dictadura de los ricos (estos 1.200 son solo los detenidos desaparecidos arrojados al mar, el total son mucho más) y su autopsia develó los horrores vividos, esos que son inimaginables por los civiles pobres.

 

Este también es un riel suelto y nos muestra la realidad de décadas de los pobres de Valparaíso, que no es muy distinta a la de los pobres de Chile y América Latina y del mundo entero. Y la verdad sale a flote y la verdad siempre es subversiva, porque derrumba las mentiras del sistema, pero nada peor que la humanidad para derrumbar este sistema inhumano, por eso cuando los jóvenes voluntarios irrumpen con su natural bondad, descubren la verdad, lo que las cifras esconden, es que lo que antes eran números ahora tienen rostro, tienen nombre, es Juan, es María, es Esteban, … y que la Estercita está asustada porque  su casita ya no  está, y como explicarle a sus apenas 5 añitos que ya no habrá más, porque a lo que muchos, muchísimos mirarían solo como una yaga inmunda, para ella era su mundito, su mami, su papi, que tenía una familia, una historia de privaciones, de dolor, con partes que cuesta mirar, que hay que reunir valor para verlas.

 

La Esperanza

Pero nuestra esperanza está en que los habitantes de los cerros, no recibirán solamente su mediagua y utensilios, también esperamos que al menos  algunos hayan visto más allá y algo se haya aplacado el sabor de la soledad absoluta y el mundo quede un poco más dulce, al menos lo suficiente como para retomar su dignidad y liberarlos de la visión de los ricos y no renuncien a su vida.

 

Pero también es nuestra esperanza que con este nuevo riel suelto la verdad de la pobreza resplandezca por todos lados, que de los miles de voluntarios que vivieron esta verdad, al menos algunos regresen convertidos y ya no sea tan fácil para los voceros de la visión de los ricos confundirlos con sus mentiras de siempre.

 

Esta es precisamente nuestra esperanza, que veamos su dolor, que la verdad, nos libere de la mentira, que nos humanicemos convirtiéndonos en prójimo.

  

El Gitano Rodríguez nos canta, “que una vez más el viento  limpió la cara de este puerto herido”, ven entonces verdad, ven y llénanos de tu viento para limpiarnos a todos.

 

 

 

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