El presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, al enfrentar la mayor crisis después de la Gran Depresión de 1929, a partir de noviembre del 2008 dejó a un lado dos de los tres objetivos de su banco, la estabilidad financiera y el control de precios, e hizo del tercero, el pleno empleo, el blanco de la política monetaria: Los programas de estímulo monetario (Quantitative Easing) puestos en marcha no serían retirados hasta que la tasa de desempleo se redujera a 6.5 por ciento. Ahora, empero, Estados Unidos retira el estímulo monetario mientras no asiste a una recuperación sostenida del PIB, ni a una baja del desempleo de 6.5%, y parece enfrentar riesgos de deflación y de nuevas burbujas financieras.
Hay evidencia que desde hace como cinco años el Bureau of Economic Analysis saca proyecciones de crecimiento trimestrales que luego revisa a la baja con varianzas sustantivas. De esta forma, los anuncios del PIB hay que mirarlos con precaución, no en su primer anuncio sino en la tercera revisión. El primer anuncio parece hecho para manejar expectativas y tomar decisiones de política monetaria. El único problema es que el mundo económico también lo hace.
En septiembre del 2013, fecha del primer estimado más certero del crecimiento del PIB anual, calcularon que el año cerraría en 2.8%, muy encima de lo observado de 2009 en adelante. A la tercera revisión en marzo del 2014 el dato fue de 1.9% anual del año 2013 en su conjunto. Dicen los de la BEA se debió a una caída en la tasa de formación bruta de capital, del consumo privado y a un menor gasto público, lo que tiene sentido en el marco de políticas de austeridad fiscal. Eso pone las cifras anuales de crecimiento de 2009 en adelante en -2.8%, 2.5%, 1.8%, 2.8% y 1.9% en el 2013. No existe, pues, una recuperación vigorosa. Los estimados, siempre están en el ojo del que mira, que hace los supuestos.
Los programas de inyección comenzaron en noviembre de 2008 para reactivar el crédito y evitar la deflación con el QEI que se mantuvo hasta agosto de 2010. La inflación (core inflation) anual a mayo de 2010 bajó hasta 0.3 % que es cuando Bernanke decidió inyectar liquidez más seriamente para generar un poco de inflación monetaria. Entonces inició el QEII en noviembre.
Este si tuvo frutos y en agosto de 2011 la inflación llegó a 3.1% anual y comenzó el declive.
Por ello, en septiembre de 2013 se inició el QEIII con un monto inicial de 45,000 mdd, que aumentó a 85,000 mdd en diciembre de ese mismo año. Con todo y estímulos monetarios, la evidencia muestra que la inflación está de bajada desde 2011 cuando cerró el año en 2.9%; en 2012 fue de 1.9% y finalmente en 2013, de 1.7% por ciento.
A lo anterior se suma la débil recuperación del mercado laboral. El desempleo parece estancado en 6.7% a febrero de 2014. El cálculo oficial deja de lado que en los últimos cincos años alrededor de 5 millones 730 mil personas abandonaron la búsqueda de trabajo ante la debilidad estructural de la economía estadounidense según The Economic Policy Institute. De añadirse en la contabilidad, la tasa de desempleo sería de al menos 10 por ciento. El rumbo de la macroeconomía a todas luces va por la reducción salarial en un intento por exportar más, lo que no está induciendo una recuperación de la tasa de inversión fija, ni menos aún la recuperación sostenida del ritmo consumo o producción de bienes y servicios a los niveles previos a la crisis.
En comparación con marzo de 2009, los índices de la Bolsa de Nueva York, el S&P 500, el Dow Jones y el Nasdaq han aumentado 178, 151 y 242% respectivamente. El peligro está en que los índices de la Bolsa no se sostienen con los datos económicos a la vista.
Las compras masivas de bonos del Tesoro y de activos hipotecarios llevaron a que la hoja de balance de la Fed pasara de 1 billón a 4.18 billones (trillions en inglés) de dólares entre septiembre de 2008 y marzo de 2014. Muchos de estos salieron como capitales de corto plazo a los mercados emergentes. El retiro del estímulo pretende el retorno de los capitales para empujar el crecimiento en el centro al costo de estrangular al resto del mundo a través de depreciaciones cambiarias y caídas de las bolsas de valores, con las consecuentes reducciones del consumo y crecimiento económico. El blanco de esto son las economías emergentes.
El efecto global del retiro del estímulo monetario es triple cuando se considera que hay un triple arbitraje en los mercados de dinero, cambiario y de valores. La tasa de interés cero ha empujado los capitales al exterior y con estos anuncios hay regresos a casa. La rentabilidad en dólares es muy baja pero ante la posibilidad de shocks cambiarios es un refugio. Así tenemos la reversa del triple arbitraje. Hay quienes están regresando también a Yuanes y a Euros, ambos más rentables. Al mismo tiempo bajan los precios de los commodities y se produce un ajuste del consumo en las economías emergentes.
El 12 de marzo de la semana que terminó, los bancos centrales vendieron 106,000 mdd invertidos en bonos del Tesoro estadounidense, la mayor caída semanal en la historia, para sostener sus tipos de cambio. Una semana después, Janet Yellen, ahora al frente de la Fed, anunció la reducción del estímulo monetario a 55,000 mdd mensuales y declaró que el final de la política monetaria basada en bajas tasas de interés ocurrirá “mucho más allá del momento en que el desempleo sea de 6.5 por ciento”. Para evitar el mal rato de anunciar que el desempleo crece, lo mejor ha sido sacarlo de los criterios para retirar el estímulo monetario. El augurio de crecimiento para el 2014 no es el mejor y parece ser el de la consolidación de un ritmo bajo en el mundo.
* Oscar Ugarteche es economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org
** Ariel Noyola Rodríguez es miembro del proyecto OBELA, IIEC-UNAM. Contacto: anoyola@iiec.unam.mx
(Alai Amlatina)