Diciembre 26, 2024

La democracia europea, en jaque

La cientista política Susan George describe, en el Centro El Born de Barcelona, una Europa desdibujada en su identidad democrática. La Unión Europea, en manos de la clase de Davos, deambula con políticas neoliberales. En seis años de crisis, el resultado es la desafección ciudadana hacia conservadores y socialistas y  el temor de un gran auge de la ultraderecha en las elecciones del Parlamento europeo. 

 

Hacia una europa neoliberal

El alma activista de la cientista política Susan George, de origen estadounidense (1934) y ciudadana francesa (1994), avivó a los asistentes, cuando preguntó cuántos habían votado en las elecciones europeas de 2009. Sorprendida, al ver centenares de manos alzadas, incrédula, volvió a preguntar por los que votarían en las próximas,  entre el 22 y 25 de mayo. La escena se repitió

La  consulta traslucía angustia: “Europa dice ser democrática, pero no lo es”. Abandona su seña de identidad que la distinguió como “un faro para el resto del mundo”, con un sistema con más igualdad y redistribución de social que otros; con una salud y educación universal, con universidades de excelencia y, con revoluciones reales, como la francesa.

 

Una muestra de falta de democracia es la forma de gobernar de la Comisión Europea (CE), representando a todos los Estados: para definir el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el 93% de sus reuniones han sido con representantes o lobistas de las grandes corporaciones y el 7% con representantes sindicales, ecologistas u otras asociaciones.

 

Gobiernos “en los bolsillos” de la clase de Davos

La CE contempla formar en el Tratado un sistema de arbitraje privado para determinar monto de indemnizaciones  en disputas entre gobiernos y compañías privadas. Contenidos que marcan la dirección anunciada por el subtítulo del Informe Lugano II (2012): “Esta vez, vamos a liquidar la democracia”.

 

Esta fue la conclusión de Susan George después de quedar defraudada de los gobiernos europeos: “yo creí en 2008 que los gobiernos iban hacer algo para evitar que desmoronara el empleo, que controlarían las finanzas e impondrían nuevos tributos, pero me equivoqué”.

 

Los gobiernos (socialistas y conservadores) desfallecieron ante la clase de Davos, “la que dicta las políticas del futuro y tiene en los bolsillos a los políticos”. Una clase que aprovecha la crisis para instalar el neoliberalismo, de origen anglosajón, que representaron Reagan y Tratcher en los 80 con políticas del crecimiento infinito y políticas de austeridad.

 

Un movimiento social europeo

Lo han conseguido cuando los gobiernos europeos, incluido el del socialista, Hollande, establecen que 

la competitividad es sinónimo de recortes sociales y particularmente del trabajo, en vez del capital, que continua retirando suculentos dividendos, con beneficios de un 10% más que hace 20 años.

 

La clase de Davos, como Margaret Tratcher, hace 30 años, quiere convencer que no hay alternativas. Lo ha conseguido en los gobiernos europeos, que actúan como genuinos delegados, pero en la sociedad se prepara una larga lucha para hacerse oír por los gobiernos.

 

La “Altercumbre” integrada por políticos, economistas y movimientos sociales europeos se prepara para librar  una batalla ante el tratado Usa-Europa, la ultraderecha europea y las políticas de austeridad de la CE.

 

Elección de miedo en Europa

Así, se pretende darle una dimensión nueva de la política, como lo fueron en el pasado el movimiento anti esclavitud, el de las sufragistas, el de los ecologista y el de las feministas,  movimientos  muy amplios, porque los cambios en Europa ya no pueden hacerse a partir de un solo país. 

 

Ante esta nueva realidad, Susan George se ha unido a un nuevo partido, el Nouvel, que alude  hacia la formación de un nuevo pacto y llama a votar en las elecciones del Parlamento Europeo que elegirá por primera vez el presidente de la CE. Los resultados serán indicativos sobre  el rumbo de la Unión Europea.

 

Las angustias de Susan George se acentúan cuando en Francia las alternativas parecen reducirse a la abstención o el ultraderechista Frente Nacional, luego que los partidos conservadores y el socialista, en el gobierno, confundidos en el mismo ideario neoliberal, dejan de ser creíbles ante buena parte de la ciudadanía francesa.

 

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