El escaso aporte que las empresas mineras transnacionales hacen a las arcas del Estado, es solo uno de los problemas que estos entes suscitan con su presencia en el país. Es tal su poderío económico, que se convierten en agentes políticos nacionales y, particularmente, locales, ejerciendo una influencia que hace de ellos auténticos poderes fácticos actuando en el acontecer cotidiano con una contundencia impresionante.
Un ejemplo elocuente de lo anterior, lo constituye el actuar de la minera Collahuasi en la ciudad de Iquique y la región de Tarapacá.
Esta empresa minera de gran magnitud, ejerce una influencia en todos los ámbitos de la vida social, cultural y política de Iquique y las demás comunas del interior de Tarapacá.
Tiene Collahuasi una política de relaciones públicas a cargo de un nutrido departamento de funcionarios que encabeza un gerente. Relaciones con la comunidad, es el nombre de la unidad.
Una red de relaciones a través de la cual Collahuasi drena con cálculo y reflexión dineros con los más variados fines: a un suplemento o publicidad en la prensa; a un programa de televisión o de radio; al departamento de educación de una municipalidad, al alumbrado público de un pueblo; a la reconstrucción de las iglesias destruidas por el terremoto del 2005. Collahuasi es para muchos un hada madrina.
Posicionarse, es la palabra que describe la intencionalidad y el fin, es un vocablo que no falta en el discurso de la publicidad y la política de hoy.
Collahuasi se labra a sí misma una imagen de preocupación por los problemas y necesidades de la población. No hay día en el cual los medios de comunicación no nos informen de su generosidad inagotable. En ella sí podemos confiar, hay mineral para un siglo más en su veta cordillerana.
La contaminación que produce Collahuasi con su accionar, y el abuso que hace de las aguas del desierto, parecen no importar a autoridades, periodistas y población en general. Ahora está empeñada la minera en instalar plantas de termoelectricidad a carbón en la costa a cincuenta kilómetros al sur de Iquique. Necesita más energía para poder aumentar su producción.
La guinda de la torta estos días la constituye la construcción de una réplica de la corbeta Esmeralda a tamaño real. Collahuasi destinó más de cinco millones dólares para la realización del proyecto, en el cual participan
Iquique no cuenta con una casa de la cultura, ni con una biblioteca ni un teatro aparte del Municipal, y se construye una obra de dudoso sentido. Cuando la ciudad debiera tener sus ojos en la resolución de la necesidad de integración con los países vecinos, una réplica de
La idea es hacer de tal réplica un museo que permita recaudar dinero con el precio de la entrada.
Mientras avanza la obra de la nave que nunca tocará el mar, el directorio de Collahuasi en pleno la visita acompañada de los fieles periodistas. En la noche saldrán en televisión y al día siguiente en la portada de los diarios, posicionándose en su calidad de benefactores de la patria.
Mientras tanto, al día siguiente, el departamento jurídico de la minera Collahuasi presentó en un juzgado de Iquique una querella por injurias contra la directiva del sindicato de trabajadores de la empresa.
La querella sostiene que la empresa fue injuriada a través de escritos aparecidos en la publicación en Internet del sindicato durante la última huelga laboral. Se trata a todas luces de una expresión de la prepotencia de Collahuasi, que no ha podido doblar la mano a trabajadores que no se venden ni amedrentan.
Para llegar a presentar semejante querella, parece ser que los máximos directivos de esta transnacional minera consideran que su posicionamiento en Iquique es absoluto.