Enfrentado a la crucial cuestión de responder si se debe ingresar al gobierno del Estado como parte de la coalición Nueva Mayoría, el Partido Comunista habrá de considerar la experiencia histórica de haber sido parte de dos gobiernos anteriormente, y evaluar costos y beneficios asociados.
Responder a esta decisión exige analizar las actuales condiciones políticas y el desarrollo acelerado de una nueva situación, que puede ser comprendida como el inicio del fin del modelo político institucional impuesto a sangre y fuego por las fracciones antinacionales y antipopulares más reaccionarias del capital en Chile.
En primer lugar, se ha producido un colapso de la derecha pinochetista, que experimentó los efectos de la emboscada perfecta de Piñera, al instalar a una candidata perdedora, demoler moralmente a los cómplices pasivos de la dictadura y realizar actos y operar políticas que conforman un nuevo espacio para la derecha que emerge. Los núcleos del pinochetismo seguirán protegidos en el congreso que los ha reproducido por más de 20 años, pero su poder irá decreciendo hasta ser marginal a mediano plazo.
En segundo lugar, el bloque Nueva Mayoría, expresa nuevas relaciones de poder internamente, pues no sólo se renueva liderazgos y son desalojados los residuos de la vieja transición y de la política de los consensos, además se conforma un nuevo modo de apreciar la realidad que opera y condiciona desde las calles el actuar político. La música de la marchas y de la rebeliones populares locales y regionales exigen nuevos comportamientos a quienes deseen mantener su poder.
En tercer lugar, en el campo social se han constituido modalidades asociativas que rompen con las lógicas de acción colectiva de antaño, que acumulan poder desde fuera de los ámbitos de reproducción de clientelas lo que da cuenta de nuevos poderes políticos –actuales y potenciales- en formación.
En cuarto lugar, la cuestión central es sobre la restitución del poder constituyente usurpado al soberano y a su ejercicio activo a partir de marzo de 2014. No es si las universidad es más o menos pública, o la AFP es estatal y la Isapre. El centro del asunto está junto a la cuestión de la soberanía popular, es apuntar a los factores que hacen posible la reproducción y circulación del capital del modo salvaje como opera en Chile, por tanto el tema de la propiedad de los medios y la acumulación de capital es la línea divisoria, el debate de fondo.
En este marco, el PC deberá hacer un ejercicio de recuperación de memoria y sobre esa base actuar. En el gobierno de González Videla experimentó la primera represión en los inicios de la guerra fría; durante el gobierno de Salvador Allende, vivió la aniquilación cruel y cobarde de parte de operadores de la guerra fría neoliberal. Deberá sacar las lecciones de tan duras experiencias.
Más allá de la decisión que adopte, el nuevo escenario político estará signado por las luchas políticas que se darán dentro del orden constitucional del viejo régimen y las luchas ciudadanas en contra y fuera del orden institucional. Serán los costos de 40 años de opresión y desidia de los grupos dirigentes. Será un parto de la nueva historia que comienza.
Adolfo Castillo
Historiador y cientista político
Universidad ARCIS