Diciembre 12, 2024

La FECH y el “cuco” del anarquismo (II)

Este segundo artículo, lo dedicaremos esencialmente a destacar los principales aspectos del pensamiento de Proudhon quien, como lo describíamos en el artículo anterior, es el precursor de la variante social o política del anarquismo como doctrina y movimiento social.

Proudhon es prácticamente el único de los pensadores importantes del socialismo que nació en cuna pobre. Era hijo de un tonelero del campo próximo a Besancon y de una madre cocinera. Fue autodidacta y nunca olvidó su origen social del cual estaba muy orgulloso. Como aprendiz de impresor, llegó a ser corrector de pruebas, lo que le permitió obtener importantes conocimientos por los estudios que debía realizar al corregir diversos textos. Además era un lector empedernido de toda clase de libros y un prolífico escritor y, en general, con muy buen estilo.

 

Fue siempre muy crítico de sus compañeros “socialistas” y “radicales”, especialmente si eran intelectuales que no tenían sus raíces en la clase baja y que, por lo mismo, nunca llegaron a comprenderlo. Lo más importante para Proudhom era la libertad, la libertad de los hombres como individuos para hacer lo que quisieran. Abogaba por una sociedad en que todos los hombres gozasen de la libertad en forma “recíproca”, es decir, con la condición de dar libertad igual a los demás.

 

Otra de sus pasiones era la justicia que, al igual que la libertad, implica “reciprocidad”, que es la única condición legítima limitadora de la libertad. Ambos principios, “justicia” y “libertad”, son los verdaderos fundamentos del sistema social, pero jamás deberán ser impuestos al hombre por ninguna autoridad. Esa organización social que se necesita tiene que ser servidora del hombre, y no su dueña. “La republica ideal es una anarquía positiva. No es ni libertad subordinada al orden, como en la monarquía constitucional, ni libertad presa dentro del orden. Es la libertad libre de todas sus trabas, supersticiones, prejuicios, falacias, de la usura y de la autoridad: es libertad recíproca y no libertad limitada; la libertad no es la hija sino la madre del orden”.

 

Las principales obras de Proudhom son posteriores a la Revolución de 1848. Sin embargo, su pensamiento se formó en una Francia todavía ampliamente artesanal y campesina, antes de la gran expansión industrial del Segundo Imperio. Este pensamiento precapitalista pertenece a una edad diferente de la del pensamiento capitalista de Marx. Más adelante, nos referiremos a la relación entre estos dos grandes pensadores.

 

Proudhon y la democracia.

 

Proudhon consideraba que la solución del problema social no era un asunto político. Estima que existe una ciencia de la sociedad y que el conocimiento básico es la economía política: “La política hoy día es economía política”, afirma en La guerre et la paix, en 1861. En 1848 declara que el “Banco del Pueblo” es la “solución del problema social”. No cree en la democracia parlamentaria. “Democracia –escribe en diciembre de 1851- es una palabra ficticia que significa amor al pueblo, amor a los niños, pero no gobierno del pueblo”

 

En 1848 Proudhon considera que el pueblo francés no está preparado para la revolución. Cuando cuatro años más tarde acepta el golpe de Estado es, sin duda, porque considera que la única revolución importante es de orden económico y social; el golpe de Estado es un acontecimiento puramente político que no afecta a lo esencial; incluso le otorga confianza al nuevo régimen, pues espera contar con él para realizar esa revolución de la economía, que es la única verdadera revolución.

 

La desconfianza proudhoniana respecto a la democracia se encuentra, además, en la tradición de los sindicalistas franceses, que durante mucho tiempo se esmerarán en distinguir entre la acción sindical, que es la única verdaderamente revolucionaria, y la acción política, que corre el peligro de caer en el oportunismo.

 

Proudhon y el Estado.

 

Proudhon desconfía del Estado todavía más que de la democracia; siente la mayor aversión hacia la centralización y la burocracia. Critica el Contrato social, de Rousseau, que amenaza con conducir al despotismo de la voluntad general: “su programa habla exclusivamente de derechos políticos; no reconoce derechos económicos”. Proudhon sueña con una sociedad anárquica –en el sentido etimológico del término- en la que el poder político sería sustituido por libres acuerdos entre los trabajadores. Se opone a cualquier autoridad, tanto a la de la Iglesia como a la del Estado.

 

Igualdad y solidaridad.

 

La doctrina de Proudhon es, a la vez, una doctrina de libertad y de igualdad. “La igualdad de las condiciones, he aquí el principio de las sociedades; la solidaridad universal, he aquí la sanción de esta ley”, declara en la primera memoria sobre la propiedad. No quiere sacrificar la libertad a la igualdad, ni la igualdad a la libertad. Devolviendo todo su sentido al lema revolucionario, piensa que el equilibrio entre la libertad e igualdad sólo puede ser realizado mediante una solidaridad fraternal: “Desde el punto de vista social, libertad y solidaridad son términos idénticos: la libertad de cada cual encuentra en la libertad de los demás no un límite, sino un auxiliar; el hombre más libre es el que tiene más relaciones con sus semejantes”.

 

Federalismo y mutualismo.

 

De lo anterior, se colige que la doctrina de Proudhon es una doctrina de solidaridad:

a) En el campo político: federalismo. El Estado es una federación de grupos. El Estado es la consecuencia de la reunión de varios grupos diferentes, tanto por la naturaleza como por el objeto, “formados cada uno para el ejercicio de una función especial y la creación de un objeto en particular, y unidos después bajo una ley común y con un interés idéntico”.

 

b) En el campo social: mutualismo. La asociación mutualista ofrece, según Proudhon, la posibilidad de resolver el problema social sin violencia y sin lucha de clases. El mutualismo consiste en un intercambio en virtud del cual los miembros asociados se garantizan recíprocamente “servicio por servicio”, crédito por crédito, retribución por retribución, seguridad por seguridad, valor por valor, información por información, buena fe por buena fe, verdad por verdad, libertad por libertad, propiedad por propiedad. La principal institución mutualista imaginada por Proudhon, el “Banco del Pueblo”, no pasó apenas del estado de proyecto.

 

El humanismo de Proudhon.

 

Como vimos anteriormente, para Proudhon la justicia es la suprema virtud. El problema esencial es un problema moral. Cualquier sistema de intercambio, por bien concebido que esté, sólo puede funcionar si los participantes respetan no sólo la honradez, sino también la justicia, que es un sentimiento propiamente revolucionario: “Las revoluciones son las sucesivas manifestaciones de la justicia en la humanidad”.

 

Proudhon, en consecuencia, asocia estrechamente justicia y revolución. Pero ¿qué es la justicia? “Es el respeto, espontáneamente sentido y recíprocamente garantizado, de la dignidad humana, en cualquier persona y en cualquier circunstancia en que se encuentre comprometida, y a cualquier riesgo que su defensa nos exponga”.

 

En definitiva, la política de Proudhon descansa sobre una determinada concepción del hombre. Su pensamiento es la expresión de un temperamento apasionadamente hostil a cualquier forma de alistamiento. Pero este individualismo no es algo exclusivo de Proudhon. Es la expresión de una sociedad que todavía no ha descubierto las necesarias disciplinas de la acción colectiva en un medio industrial. Es por esto que se identifica el proudhonismo con un socialismo más para los artesanos que un “socialismo para los campesinos”.

 

En un próximo artículo nos referiremos, especialmente, a la sostenida polémica sobre varios tópicos entre Proudhon y Marx.

 

Bibliografía utilizada:

G.D.H. Cole, Historia del pensamiento socialista, (los precursores), TI, F.C.E., México, 1974, 346 pp.

 

F. Chatelet, et. al., Historia del pensamiento político, Teknos, Madrid, 1992, 304 pp.

 

F. Chatelet, Historia de las ideologías, Premiá, México, 1981, 3 tomos.

 

N. Bobbio y N. Matteucci, Diccionario de política, Siglo XXI, México, 1981, 3 tomos.

 

 

 

 

 

 

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