Algunos pasajes del debate presidencial transmitido por radio, llegó a ser un corte representativo de las fisuras que cruzan la sociedad chilena.
Mundos antípodas, ambientes que no tienen nada en común, visiones antagónicas, soluciones contrapuestas, valores que no vinculan a unos y a otros. Dos países distintos, enemigos, irreconciliables y lejanos.
El bloque sostenedor, defensor y propulsor del modelo cultural dominante, se atrapa en descalificaciones relacionadas con los tribunales laborales y juzgados civiles. Robos, exacciones, trampas, fraudes, mentiras, falsificadores, son categorías del debate presidencial.
Dominando el país en los últimos decenios, los poderosos han impuesto su lógica enfermiza por las ganancias; multimillonarios sobre la base de la expoliación de millones de trabajadores atrapados en la necesidad de vivir mediante el endeudamiento absoluto.
Matthei, Bachelet y Parisi representan esa lógica depredadora, atropelladora, soez, malintencionada, aunque con lenguajes, tonos, y trajes distintos. Matthei debe sentir por Roxana un profundo odio. Bachelet, le encontrará un cierto parecido a su nana. Parisi, quizá no la vea.
Enfrente, Roxana, Marco, Marcel y Sfeir, con lenguajes, tonos y trajes distintos, intentan hacerles collera.