Diciembre 26, 2024

Ella corta el queque

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¿Que diferencia hay entre un trabajador de Codelco o del Registro Civil y uno de Falabella o Mc Donalds?  El trabajador de Codelco, al igual que el empleado público, no puede ser reemplazado en huelga. El de Falabella y Mc Donalds, al igual que la mayoría de los trabajadores del Chile actual, si. Así lo establece nuestro código del trabajo diseñado por Pinochet y conservado por los gobiernos del arcoiris.  Esta restricción es uno de los factores claves que ha incidido en la despolitización y desmovilización del Chile de los últimos 30 años.  Una especie de anteojera con la que se ha reprimido al pueblo, en pleno siglo XXI. Mientras el sindicato del registro civil es capaz de paralizar a medio país, el de Falabella con suerte logrará llamar la atención gracias a un par de lienzos desplegados al costado de su tienda.

 

El modelo neoliberal define que el derecho del trabajo no debería existir. La venta o arriendo del trabajador, no se distingue de la venta o arriendo de una maquina retroexcavadora. La actual ley establece condiciones mínimas de contratación, el resto queda entregado a la libertad de contratación de las partes. Para mejorar esas condiciones, el patrón neoliberal exige acuerdos de las partes. Por ende para este “supra emprendendor”, la regulación mínima del contrato de trabajo debe estar en la ley y además en el contrato individual acordado entre explotador y explotado.

 

 Para el modelo creado por los Chicago boys, la relación laboral es una relación entre dos individuos, cada uno de los cuales mira sus propios intereses. En esta relación, los sindicatos resultan un obstáculo. Por lo mismo crearon un código laboral que desincentiva y restringe la negociación colectiva.

 

 Lo anterior es fundamental para el buen funcionamiento del modelo neoliberal (y también lo es para el modelo conservador, en este punto coinciden conservadores y neoliberales) Por lo mismo es que los legisladores neoliberales se han preocupado de restringir la negociación colectiva y fomentar la individual. Se han preocupado de proteger  lo que estableció el decreto ley 2758 (1979) y que forma parte del llamado “Código del Trabajo” vigente, promulgado en 1987.

 

 Si bien la concertación generó reformas laborales que extirparon o suavizaron algunas de las limitaciones del Código laboral de la dictadura, mantuvieron la suspensión del contrato de trabajo y la posibilidad de contratar trabajadores de reemplazo durante la huelga. Estas dos nefastas disposiciones son aún partes del derecho  vigente, a pesar de que el 2001 cambiaron las palabras de las reglas en cuestión (ley 19759): neoliberalismo con discurso social demócrata.

 

 Para cambiar estos puntos represivos del Código del Trabajo, no se requiere quórum calificado. La concertación tuvo mayoría en ambas cámaras durante el año 2006 y no desterró estas restrictivas y derechistas disposiciones. Al parecer la negociación colectiva también resultaba un problema para los autollamados presidentes de centro izquierda, quienes se sintieron cómodos con la flexibilidad laboral predicada por los niños MBA de hacienda. De hecho y como dato de la causa, durante los veinte años de la concertación, el número de trabajadores que negocian colectivamente, bajó de 10% (1990) a 5% (2010).

 

 Siendo realistas y considerando que Bachelet será la vencedora en la próxima elección presidencial, resulta alarmante y penoso descubrir que en sus 50 medidas para los primeros 100 días de gobierno, no se contempla la extirpación de los puntos emblemas del neoliberalismo en el Código del Trabajo. De seguro su programa de gobierno (si es que hay programa) tampoco lo contemplará. Por algo la CUT manifestó discrepancias de fondo en la reunión sostenida durante esta semana con representantes del comando Nueva Mayoría.

 

 Hoy la candidata de la Nueva Mayoría, considerando el debilitamiento de la derecha y los posibles doblajes parlamentarios a favor de su conglomerado,  tiene un escenario óptimo para borrar las aberraciones neoliberales legadas por la dictadura. De ella depende mantener los enclaves neoliberales o desterrarlos. Mal que mal y como lo dijera en una entrevista, “ella corta el queque”.

 

 Los trabajadores de Chile, esos mismos que en septiembre se emocionaban hasta las lágrimas con el discurso final de Salvador Allende, deberán estar atentos a los programas de los candidatos presidenciales. No vaya a ser que sean los mismos explotados y oprimidos quienes terminen eligiendo la mano que les aplicará el látigo de la miseria. El látigo del Código Laboral de Pinochet.  

 

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