El liderazgo de
Recordemos que luego del golpe militar se clausuraron o confiscaron todos los medios de comunicación partidarios del gobierno de
Por otro lado, a fines de los 80, los principales diarios gobiernistas –El Mercurio y
Sorprendentemente, a lo largo de la década de los 90 comenzaron a desaparecer todos los medios escritos afines a
Sin embargo, numerosos testimonios apuntan a una realidad mucho más oscura. Esta es, de que los sucesivos gobiernos concertacionistas desarrollaron solapada y eficazmente un conjunto de políticas destinadas a lograr la destrucción de dichos medios. Los principales métodos para tal efecto fueron el bloqueo de multimillonarios apoyos financieros ofrecidos por el gobierno holandés para varios de ellos; la permanente discriminación de la publicidad estatal en contra de dichos medios y la compra de algunos de ellos por parte de relevantes personeros de
A todo ello hay que sumarle las actitudes gubernamentales –también solapadas- para lograr que importantes medios escritos europeos se desistieran de editar diarios locales en nuestro país; y especialmente la tenaz negativa para devolver los confiscados bienes del diario Clarín a su propietario, el ingeniero Víctor Pey, quien había proclamado su intención y compromiso de relanzar dicho periódico como una alternativa progresista que terminara con el duopolio “El Mercurio-Copesa”. Y, por último, la voluntaria “neutralización” del único canal de televisión que no estaba controlado por entidades conservadoras (TVN), a través de una legislación que le confirió a la derecha opositora un virtual derecho a veto en su dirección.
Como todo en la vida puede ser racionalmente explicado, lo mismo pasa con estas aparentes contradicciones gigantescas del liderazgo concertacionista. Así como dicho liderazgo regaló de modo inédito en 1989 (a través del acuerdo de reformas constitucionales plebiscitado ese año) la mayoría parlamentaria que tenía segura, de acuerdo a los términos originales de
Dado que los directores y periodistas de aquellos medios no compartían el neoliberal giro copernicano experimentado por aquel liderazgo (y que se ha detallado en los veinte capítulos anteriores), era claro para éste que esos medios se convertirían, a la corta o a la larga, en los peores opositores del neoliberalismo concertacionista, ya que habrían desnudado desde las propias filas su total inconsecuencia. Por tanto, su maquiavélico comportamiento habría sido completamente lógico. Lo que sí ha llegado a ser casi increíble es su inigualable capacidad para haber mantenido a las bases de