El 29 de marzo de 1985 es probablemente uno de los días más recordados de la dictadura cívico militar chilena. Durante esa jornada fueron asesinados los hermanos Rafael (18) y Eduardo (20) Vergara Toledo, y Paulina Aguirre (20), todos jóvenes miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el MIR. A los primeros los mató una patrulla de Carabineros; a Paulina, la Central Nacional de Informaciones (CNI).
Ese mismo día fueron secuestrados los dos miembros del Partido Comunista José Manuel Parada y Manuel Guerrero; un día antes había corrido la misma suerte su compañero Santiago Nattino. El 30 de marzo los cuerpos de los tres aparecieron degollados y con signos de torturas, camino a Quilicura.
Desde entonces -en memoria de los hermanos Vergara Toledo- el 29 de marzo es conmemorado como el Día del Joven Combatiente, pero también se recuerda con mucha fuerza las figuras de los otros cuatro opositores al régimen encabezado por el dictador Augusto Pinochet.
¿Por qué, luego de 34 años de ocurridos estos aberrantes crímenes, sus historias y legados continúan vivos y se refuerzan principalmente entre los jóvenes chilenos? Cuatro activistas por los Derechos Humanos reflexionan en Politika sobre ello.
La “justicia en la medida de lo posible”
Sin perjuicio del rol que cumplieron en la lucha contra la dictadura estos opositores a Pinochet, la abogada de la Defensoría Popular, María Rivera, relaciona también la permanencia de sus historias en la memoria a la ausencia de justicia respecto de los crímenes de la dictadura. “Es evidente que el Estado chileno hizo lo que planteó Patricio Aylwin -‘Justicia en la medida de lo posible’-, lo que bajo ningún punto de vista satisface el dolor ante tanto crimen. La impunidad ha sido la característica principal en materia de Derechos Humanos de ambos conglomerados políticos que han intentado poner punto final en todos los gobiernos”.
En ese sentido, la jurista postula que “mientras no se haga real justicia y se consiga verdadero castigo a los culpables, seguirá estando viva en la memoria la historia de tantos jóvenes asesinados y torturados en dictadura, como ocurrió con Paulina Aguirre y los hermanos Vergara Toledo”.
“Combatientes, hermosos, valientes”
La rodriguista y activista por los Derechos Humanos, Cecilia Heyder, plantea que “los hermanos Vergara Toledo y Paulina Aguirre están tan vigentes porque fueron jóvenes que lucharon por un sueño, por ver la patria libre del tirano”, destacando igualmente que junto con ellos “son muchos los jóvenes que lucharon hasta sacrificar sus vidas”. “Muchos de los actuales jóvenes no llegan a imaginar el legado que dejaron ellos”, apunta la hija del Capitán del Ejército, Osvaldo Heyder, asesinado por enfrentar a la DINA.
“Nosotros, las hijas e hijos de la rebeldía, los que sobrevivimos, tenemos el deber moral de contar quiénes eran estos jóvenes combatientes, hermosos, valientes, insurgentes, subversivos. Ellas y ellos lucharon con toda la convicción y consecuencia, levantaron la metralleta. Y es una lástima que aún no se logre entender que quienes fuimos parte de la resistencia, pues luchamos contra la dictadura, fuimos patriotas de verdad”, reflexiona Heyder.
“Un legado cada día más oportuno”
Juan Saravia, quien encabeza la mítica Comisión Funa -organización que se preocupa de exponer ante la ciudadanía a los violadores de los Derechos Humanos que permanecen en libertad- destaca igualmente la lucha de Paulina Aguirre y de Rafael y Eduardo Vergara Toledo. “Fueron el combate frontal contra una de las dictaduras más sangrientas de América Latina. Pero no solo combatían contra Pinochet y sus secuaces, sino que también al sistema neoliberal que comenzaron a instalar a sangre y fuego”, sostiene, añadiendo que finalmente la ejecución de sus compañeras y compañeros “fue justamente para imponer el Chile de mierda que tenemos hoy”.
“El legado combativo de Paulina (Aguirre), Rafael (Vergara), Eduardo (Vergara), Santiago (Nattino), José Manuel (Parada) y Manuel (Guerrero) es cada día más oportuno, más urgente y necesario para luchar contra la injusticia social, contra la impunidad y contra el sistema neoliberal. La lucha de Paulina y los hermanos Vergara Toledo fue por un mundo más igualitario y más justo”, concluye Saravia.
“Celebramos su vida y su legado”
Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP), señala que “son 34 años de los crímenes de Rafael y Eduardo Vergara Toledo, de Paulina Aguirre, de Mauricio Maigret, de José Manuel Parada, de Manuel Guerrero y de Santiago Nattino; son 34 años de su ausencia física, pero 34 en los que ha vivido en el corazón, en las luchas, las banderas, en las calles, su historia, su legado, la enseñanza que nos dejaron de lucha y resistencia”. “Lo que recordamos de ellos, lo que celebramos, es su vida, el legado que nos dejaron, sobre sus valores, sobre el trabajo colectivo, sobre las distintas formas de resistir la dictadura, por lo tanto están arraigados no solamente en sus familiares, sino que en la juventud, en los trabajadores”, agrega la dirigenta.
Junto con ello, Lira plantea que también se les recuerda porque aún persiste la impunidad. “No se ha hecho justicia, no ha llegado la verdad. Incluso en crímenes que se investigaron y se condenaron, se establecen penas que no se condicen con la gravedad del delito. Este no es un problema de las víctimas, este es un problema de la sociedad”, concluye la presidenta de la AFEP.