Diciembre 7, 2024

¿A quién sirve el atentado reciente en Bogotá?

 

El camino más fácil es culpar a los cubanos o a venezolanos seguidores de Nicolás Maduro de haber promovido y planificado el atentado, en que murieron 21 jóvenes de entre 17 y 21 años, pertenecientes a la escuela de formación de policías. El gobierno venezolano se encuentra en una difícil situación, pues la mayoría de los países del área se niegan a reconocerlo, en especial los integrantes del Grupo de Lima; Chile y su Canciller, están a la cabeza de este conjunto de gobiernos ultra reaccionarios.

 

 

Desde hace  varias décadas las grandes ciudades de Colombia no habían sufrido atentados tan brutales y a mansalva – los últimos, el Palacio de Justicia y la masacre en Unicentro -, todos ellos instigados por el gran narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.

 

Parece sospechosa la rapidez con que fueron descubiertos los autores, al parecer, pertenecientes al grupo guerrillero ELN, y de ahí hacia adelante comienzan los antecedentes novelescos a los cuales nos tienen acostumbrados los servicios secretos y anti-motines. ¿a quiénes creer?

 

Para unos, el ELN reclutaba jóvenes venezolanos, y desde Alvaro Uribe Vélez en el gobierno, se acusaba al país vecino, Venezuela, de ser el auspiciador y guarida de los insurgentes colombianos. Con el Presidente actual, Iván Duque, estas acusaciones se han exacerbado.

 

El inexperto Presidente no es más que un alumno aventajado del narco-paramilitar y asesino de Uribe Vélez que, como un cobarde más, se protege en el fuero parlamentario para evitar la cárcel, por los delitos de paramilitarismo y de los “falsos positivos”, entre otros delitos.

 

Hay que reconocer que una mayoría de los derechistas colombianos es y ha sido enemiga de los acuerdos de paz firmados con las FARC, en La Habana, y que además ha tenido éxito en torpedearla: ganó un plebiscito y una segunda vuelta presidencial, en la cual Duque apabulló a Gustavo Petro, el candidato de la izquierda.

 

 

Colombia y Venezuela están obligadas por el imperativo geográfico a convivir. Cuando Venezuela era un país rico, los colombianos emigraban a ese país vecino, y hoy los venezolanos lo hacen a Colombia. Un buen porcentaje del millón de inmigrados son colombo-venezolanos, por consiguiente, ejercen su derecho de retornar a su país y no tienen nada de generosos al acoger a sus connacionales.

 

Los grupos  guerrilleros colombianos tendrían muy poco espacio si este país no estuviera gobernado por los gamonales de ultraderecha, y si además se eligiera al jefe de los seguidores de los narco-paramilitares. No es que los electores sean idiotas por su condición de fachos pobres, sino que la propaganda desde Miami, sólo a tres horas de Bogotá, sumado a la Cadena Caracol, les ha lavado el cerebro.

 

Es muy posible que los Acuerdos de paz adolezcan de defectos, pero veo que es el único camino para un país que vive una tragedia “bíblica” (decía Gabriel García Márquez).

 

La situación en las fronteras colombo-venezolanas son complejas: la del Puente Simón Bolívar, entre Cúcuta y San Cristóbal, como la de la Guajira, son casi incontrolables; ahora hay venezolanos durmiendo en las plazas públicas y no faltan delincuentes, como en todas las inmigraciones.

 

Colombia es la cabeza de la penetración militar norteamericana en América Latina, sobre todo, sobre la base del Plan Colombia, cuyo objetivo fundamental es perseguir a la guerrilla y no a la erradicación del narcotráfico, negocio compartido con algunos sectores de la sociedad colombiana.

 

Ninguna persona bien nacida puede aplaudir los actos de terrorismo, vengan de donde vengan. El ELN, con sus atentados,  sólo puede producir daño y favorecer a los enemigos de los Acuerdos de Paz y, de esta manera, ampliar el apoyo popular al militarismo del uribismo, que trata de engañar a la gente con una estúpida hipótesis de guerra entre Colombia y Venezuela.

 

Ni fachos  ni ultraderechistas. Nada  peor que  el militarismo sea de izquierda o de derecha.

 

EL negocio del terror  y la guerra es  la más asquerosa actividad humana. Odio a los milicos, sean de derecha  o de izquierda.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (EL Viejo)

21/01/2019           

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