Diciembre 5, 2024

¡Gil re qlo y la ctm!

El respeto republicano del que goza la ultraderecha, y que es observado por casi todos, hace pensar que se trata de personas de convicción democrática, respetuosas del pensamiento ajeno, tolerantes y de ánima no violenta.

 

 

En algún momento se instaló con la fuerza de las cosas verdaderas, el apelativo de centroderecha para motejar a la ultraderecha. Una especie de mote o alias usado por el sector social que más ha contribuido al sufrimiento de la gente humilde en este país y que ha estado íntimamente vinculado a las matanzas que con pasmosa regularidad, han terminado con la vida de miles de compatriotas.   

 

 

Pero la necesidad de la sana convivencia, la armonía y la republicana costumbre del saludo, el gracias y el por favor, hace que las cosas circulen con el cinismo al que estamos acostumbrados.

 

 

En las redes sociales que es donde se puede ver con mayor recurrencia el malestar de algunos que las emprenden en contra de sus enemigos, se ha optado por utilizar epítetos debidamente camuflados para parecer muy agresivo y ofuscado, pero de manera que no se vea tan mal.

 

 

Si quiere referirse al diputado culiao que lo tiene hastiado, dirá “qlo”. Si le parece que el Ministro es un hijo de puta, dirá “hdp”. Y si finalmente el presidente se ha ganado por demás el ser un concha de su madre, resultará menos gravoso decir que es un “cdm”.

 

 

Y esa reverencia por tratar con guante blanco a sujetos que no bien se requiera retornarán a los vuelos a alta mar, al degüello, a la desaparición forzada, a la tortura y el asesinato de zurdos, se ha transformado en una moda vergonzosa.

 

 

Basta que un político inadvertido se salga de madre y, accidentalmente o no, diga algo que será acusado de ofensivo, agresivo o por lo menos de destemplado para el cutis hipersensible de los personeros de la ultraderecha, para que el desubicado que lo dijo  entre en un pánico que asombra.

 

 

Y ante el enojo facho hasta el más pintado de los izquierdistas chascones y desenfadaos, comienzan a sudar frío.

 

 

 

Vea no más lo que sucedió con el diputado Boric, otrora líder con la pachorra del cabro rebelde, que en tono de joda muestra una polera con la imagen de Jaime Guzmán acribillado. La ofensiva facha es algo que el pobre Honorable no pudo sobrellevar.

 

 

Lo trágico que vino tras cartón no fue la iracundia de la ultraderecha cínica capaz de acribillar a gente inocente, desaparecer y torturar, sino la desesperación del Honorable por lograr la dispensa de sus ofendidos. Le faltó postrarse de hinojos.

 

 

Poco después, en medio de la Fiesta de los Abrazos y nadie sabe por qué y para que, Marisela Santibáñez, otra diputada de gesto rebelde y actitud chascona, a propósito de la polera de Boric, afirmaba que el perro estaba bien muerto, aludiendo con la canina referencia al finado senador Guzmán.  

 

 

De la choreza inicial al pánico, no pasó mucho más que un suspiro. Y a la diputada se le  pudo ver lastimosamente deshaciéndose en disculpas, golpeándose el pecho, pidiendo perdón.

 

 

Temor parecido solo se veía cuando la CNI iba a buscarte a tu casa.

 

 

Ni en sus sueños más optimistas la ultraderecha chilena previó un escenario tan favorable no solo para la impunidad respecto de sus crímenes y para sus intereses económicos e ideológicos, sino por el trato de guante blanco que se le prodiga con un amor de tono casi irreal.

 

 

Si usted no tiene los cojones para decir lo que piensa, quédese callado.

 

 

Y si ya dijo lo que dijo, muera con las botas puestas. Más vale que la derecha lo haga mierda por decir lo que piensa, que mostrarse ante los suyos como amarillento, genuflexo, tembleque y sin coraje.

 

 

Como dicen los que saben: antes muerto que desprestigiado.

 

 

 

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