Los dos discursos, el primero en el Congreso para jurar su Protesta como nuevo Presidente, y el segundo, en el Zócalo, para hablar ante el pueblo, fueron claros, directos, sencillos y contundentes.
En la travesía en auto desde el Parlamento al Zócalo se le acercó un ciclista quien le gritó “no nos falle”, Presidente, y AMLO se hizo cargo en su siguiente discurso.
En la actualidad el viejo clivaje de la Revolución francesa entre izquierda y derecha está superado: hoy el combate entre jacobinos y fascistas tiene muy poco sentido; más ridículo aún es el que plantea la contradicción entre el neoliberalismo y el populismo, (el segundo, un término sin sentido que no define nada, y tan populista es Nicolás Maduro y Ortega como Sebastián Piñera y Mauricio Macri, y antes lo eran Getulio Vargas, Juan Domingo Perón y Alberto Fujimori).
Para tener una visión superficial de la política latinoamericana basta leer a malos autores, entre ellos a Álvaro Vargas Llosa – único mérito es ser hijo del Premio Nobel de Literatura – o de los historiadores mexicanos Krause y Héctor Aguilar Comín. Mejor basémonos en las obras de un buen geopolítico, Alfredo Jalife, quien define – a mi modo de ver – muy acertadamente la ruptura entre nacionalismo y cosmopolitismo neoliberal.
Este conflicto se expresa entre los dos países más poderosos de América: por un lado, el próximo gobierno de Jair Bolsonaro, que introducirá el militarismo nacionalista de Donald Trump en América y, por otro, el de Andrés Manuel López Obrador, que lidera el progresismo latinoamericano.
Quien quiera encontrar en AMLO una pizca de ultra izquierdismo, de jacobinismo, de socialismo del siglo XXI, podría equivocarse rotundamente. Entre AMLO y el historiador mexicano Paco Ignacio Taibo II existe un abismo, pues el primero es reformista – si ustedes quieren, como él mismo lo expresó, se inscriba en la lista de los populistas -, mientras el segundo es radical, jacobino, zapatista y villista.
El discurso de AMLO fue directamente a realizar la autopsia del neoliberalismo: la corrupción y la impunidad son las consecuencias del largo período neoliberal, que el nuevo Presidente denomina “neo-porfirismo”.
Los gobiernos Neo – liberales terminaron por destruir a México ubicando este país entre las naciones más corruptas del mundo: la proyección ha pasado desde el número 59, con ex Presidente Vicente Fox, a 70 con Felipe Calderón y a 136 actualmente entre 166 países. La deuda externa aumentó de un billón de dólares con Fox, a cinco billones de dólares con Calderón y, a diez billones, con Enrique Peña Nieto.
La producción de petróleo ha bajado en un 40%, y el precio de la bencina está por las nubes: PEMEX se ha desnacionalizado regalándoselo a los yanquis.
El tercer producto del PIB está dado por las remesas: para el año 2050 está proyectado que más de un tercio de la población estadounidense será mexicana, y para el 2075, esta cifra podría aumentar en más del 50%.
Durante el período neoliberal México tuvo una aparente alternancia en el poder, pero los Presidentes del Partido Acción Nacional, (PAN), de derecha, le fallaron al pueblo y fueron más desastrosos que el Partido Revolucionario Institucional, (PRI). Vicente Fox, un ranchero de muy pocas luces para gobernar, pero hábil para meter las manos en la caja fiscal, pero Felipe Calderón , que robó la elección a AMLO, fue aún peor que su predecesor: militarizó la lucha contra el narcotráfico convirtiendo a México en un narco-Estado.
El Presidente saliente, Enrique Peña Nieto, es considerado por el 90% de los aztecas como el peor Mandatario en la historia e hizo reformas en educación y energía específicamente, que terminaron por destruir a ese país.
El PRI ha dado grandes Presidentes a México, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas, que nacionalizó el petróleo, como también asesinos, como Díaz Ordaz y Luis Echeverría, para no hablar de Salinas de Gortari.
Un buen Presidente de la república debe conocer la geografía y la historia de su país, cualidad que se puede admirar en Mandatarios como Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende y, en muy alto grado, en Andrés Manuel López Obrador – personalmente opino que se les debiera exigir, al menos, tres postulaciones continuas a presidencia, a fin de que conozcan en profundidad todas las comunas del país, y sepan la vida y milagros de sus electores, ( Frei Montalva, Allende, y el ahora Presidente de México, conocen a la perfección a los electores, incluso, sus nombres personales, los de su familia y sus avatares del día a día).
Hoy, por el contrario, el Presidente de un país tiene que ser tan analfabeto político como sus electores, por ejemplo, Piñera no ha leído un solo libro completo, excepto los de auto-ayuda para especular en la Bolsa; Enrique Peña Nieto declaró que sólo había leído algunos capítulos y versículos de la Biblia y, después de mucho pensarlo, no pudo recordar a ningún autor; Mauricio Macri sólo ha leído un libro de Baile; Bolsonaro, tal vez las memorias de algún militar, que no es ni siquiera Napoleón Bonaparte, autor predilecto de Augusto Pinochet Ugarte, poseedor de una magnífica biblioteca sobre geopolítica, como también un historiador militar, superior a Gonzalo Bulnes.
López Obrador no economizó vocablos para asegurar que él no robará y que no le fallará al pueblo, incluso, no va a vivir en Los Pinos, hermosa casa presidencial que será dedicada a un museo; va a rebajar su sueldo en un 40%; va a vender el avión presidencial, y ningún funcionario de gobierno podrá hacer uso de helicópteros y aviones particulares; además agregó que no postulará, bajo ninguna circunstancia, para un segundo período; cualquiera de los familiares que delinca pagará con cárcel, (salvo su hijo menor de edad).
En otro plano, las elecciones serán limpias y los delitos al respecto serán castigados con importantes penas. Al PRI, por ejemplo, se le acabó el negocio. Citó una frase de Benito Juárez “Todos bajo la ley y ninguno sobre la ley”, y otra de los liberales, de Flórez Mogón “de todas maneras, primero los pobres”. Como en las escaleras, hay que limpiar la corrupción de arriba hacia abajo.
El Presidente expresó que como no lo anima la venganza no iniciará causas contra sus predecesores, sin embargo, quienes delincan de ahora en adelante tendrán que someterse a la justicia. Al mencionar a los normalistas de Ayotzinapa el público comienza a contar del 1 hasta el 43.
Por desgracia, gobernar es defraudar, y esta regla tiene muy pocas excepciones – la de Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende – pues hoy, gobernar es robar y enriquecerse con el dinero fiscal, y no ser descubierto.
Otra de las grandes ideas expuestas en su discurso del 1º de diciembre se refiere a la supresión de los sueldos de los ex Presidentes de la República, que tiene muy compungido al millonario vaquero, Vicente Fox. (¿No sería bueno que los ex Presidentes chilenos renunciaran a su sueldo en favor de una institución, por ejemplo, el Hogar de Cristo?).
AMLO es un reformista moderado, por favor, no le pidan la revolución ipso facto, pues estos tiempos no están para aventuras jacobinas, pero sí estamos seguros de la honestidad de AMLO y que hará todos los esfuerzos posibles para llevar a cabo su programa de gobierno.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
02/12/2018