Diciembre 9, 2024

Brexit: un divorcio conflictivo

Gran Bretaña, antes un gran imperio, hoy no quiere convencerse  que los años no pasan en vano y las arrugas no desaparecen del cutis: le hubiera gustado, si fuese posible, ser junto a Alemania el eje de la unidad europea, pero Francia la desplazó.

 

 

Sabemos que los británicos son pragmáticos y les gusta un poco de todo lo bueno: quedarse con las ventajas económicas del pacto arancelario y, a su vez,   mantener su propia moneda, además, ser independientes de las reglas de la Comunidad Europea y contar con su propia política respecto a Estados Unidos y el resto del mundo.

 

Ambos “cónyuges”, antes de presentarse ante el juez, sabían que perdía y, lo mejor, les hubiera convenido una separación amigable.

 

Contra todo pronóstico de las encuestas de opinión, los británicos votaron por la salida de la Unión  Europea, aunque los londinenses, los irlandeses y los escoceses estuvieron por la opción de continuar, incluidos los estamentos  más cultos sobretodo los jóvenes.    

 

El gobierno de David Cameron fue reemplazado por el de Teresa May, quien contaba con dos años de plazo para negociar la salida de Gran Bretaña en común acuerdo con la UE. Los dos años pasaron volando y  ha llegado el momento de llevar a la práctica el divorcio entre la Unión Europea  y la Gran Bretaña.

 

Cuando el Brexit fue aprobado estaba de moda el quiebre entre el nacionalismo y el mundialismo, entre las políticas unilaterales y las multilaterales; los triunfadores estaban convencidos de que liberadas las trabas diplomáticas de la Unión Europea podrían pactar con Donald Trump y hacer buenos negocios.

 

Una vez llegada la hora del divorcio se dieron cuenta de que tenían muchos intereses comunes  con sus exaliados: gran parte del comercio internacional de la Gran Bretaña se da con la UE. Si bien  tienta detener y controlar la inmigración, a su vez, tienen problemas muy graves con los otros miembros de la comunidad británica, entre ellos los de Escocia – que ya tuvieron un plebiscito de separación y muy pronto tendrán uno nuevo – pero el más grave es el de la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.

 

El tema de las fronteras no es baladí: los tres sectores limítrofes con Francia costarán muy caro en la implementación de aduanas y demás controles de trafico de mercaderías; en Irlanda la situación es aún más grave, pues en  la práctica  no hay fronteras entre la República Irlandesa, perteneciente a la  Unión Europea, e Irlanda del Norte, que es parte de Gran Bretaña. De producirse la separación habría que construir un complicado complejo fronterizo  entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que provocaría un sinnúmero de problemas y gastos enormes – es cierto que casi nadie cree que se pueda revivir la antigua lucha entre protestantes y católicos -.( Los curas   violando niños y los pastores robando a destajo)

 

Muchos desean la unidad de la Isla, pues hoy conviven en armonía ambas partes de Irlanda. Una separación  causaría  un gran daño a la economía, a su vez, haciendo insoportable la vida de quienes comercian hoy con una frontera imaginaria,  que la pasan muchas veces  con total libertad.

 

Se sabía que la aprobación del Brexit iba a significar una pérdida del 3% del PIB en la comunidad británica, y otro tanto en la Unión Europea. Hay que considerar que Gran Bretaña era la segunda potencia – después de Alemania – de la Unión Europea y, además, contaba con el segundo ejército en la zona. Quizás el único elemento positivo sea la devaluación de la libra esterlina, que estaba muy sobredimensionada – incluso, llegó a valer el doble del dólar -, pero hoy, al parecer, igual que el euro, terminará con un valor casi equiparado al dólar, lo que sería muy útil para el intercambio de exportaciones.

 

Teresa May pactó con la Unión Europea dejando descontentos a todos: tanto a los ultra partidarios de la separación como a aquellos que hubieran querido mantenerse. Una multitudinaria marcha de ingleses presiona para que haya un nuevo plebiscito, pero la Primera Ministra porfía en mantener el proyecto.

 

En la Cámara de los Comunes, tanto conservadores como laboristas, estos últimos liderados por su ala de izquierda), están divididos entre quienes abogan por salir definitivamente de la Comunidad y quienes están por mantenerse en ella. Sí hay un acuerdo en que el proyecto pactado por Teresa May es un desastre, y muchos de los parlamentarios opinan que es mejor separarse sin ningún acuerdo que hacerlo con tan monstruoso proyecto.

 

El camino a seguir consistiría en retirarle la confianza a Teresa May y convocar a nuevas elecciones de la Cámara de los Comunes, pero este paso no les conviene a los conservadores pues, de seguro, ganarían los laboristas.

 

Ángela Merkel está consciente de que los británicos quieren quedarse con lo mejor de la Unión Europea para ellos, – es decir, el Acuerdo Arancelario – y dejar de lado aquello que los podría perjudicar, por ejemplo, el problema migratorio. Por esta razón Angela Merkel presiona para que se decidan de una vez por  todas: o se van o se quedan, pero no pueden seguir en la actitud normanda, “puede que sí, puede que no”.

 

La táctica de Teresa May es prolongar la decisión: ya pidió tres años – no dos de los que disponía – para llevar a cabo la separación definitiva.

 

El próximo 25 de noviembre la Unión Europea debe votar el borrador del acta de separación; en  el mes diciembre deberá hacerlo la Cámara de los Comunes, que plantea varias posibilidades: 1) si la mayoría vota en contra del proyecto se le concedería el plazo de 21 días para presentar un nuevo plan; 2) salirse de la UE sin acuerdo; 3) convocar a nuevo plebiscito; 4) disolver la Cámara de los Comunes y convocar a nuevas elecciones; 5)  si el voto es afirmativo, el Proyecto May pasaría, el 29 de marzo de 2019, al Consejo de la UE que,   para su aprobación  requeriría el apoyo de 20 países de la Unión,  (actualmente con 27 países miembros).

 

La situación para Teresa May es muy complicada, pues ya ha renunciado un número importante de sus ministros y además no se le retira el voto de confianza a causa de la división dentro de ambos partidos políticos, como también la posible balcanización de los integrantes de la Comunidad Británica de Naciones.

 

Si se continúa con el Brexit el plazo de transición sería hasta el mes de diciembre de 2020 y, posiblemente, hasta el 2021 si se aprueba la prolongación de un año, solicitado por la Primera Ministra, Teresa May.

 

La “pérfida Albión” ya no es el antiguo y poderoso imperio británico, sin embargo, es una vieja muy diabla, pragmática y muy “cubiletera” que, en sus relaciones, termina dañando a sus antiguos aliados de la Europa continental.( como las viejas rameras no tiene los encantos juveniles de antaño )

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

17/11/2018   

Nota: la City de Londres pasaría a ser un lugar  menor en el mundo financiero.

Nota: la bolsa de Londres está a la baja

Nota: En los matrimonios  a veces  aunque no haya amor conviene seguir unido para juntar lo tuyo y lo mío y no empobrecerse mutuamente

Nota: A los  isleños aunque a regañadientes les convienen las relaciones con los continentales.

Nota: para la separación se aplica el  artículo 50  de la carta de la UE

 

 

 

 

 

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