Diciembre 6, 2024

Autonomía, insubordinación y movimiento radical mapuche en Chile

 

El libro de César Enrique Pineda, Arde el Wallmapu: autonomía, insubordinación y movimiento radical mapuche en Chile, UNAM-CIALC-Bajo Tierra ediciones (2018), es singularmente relevante en el ámbito de las investigaciones sobre movimientos sociales, pueblos originarios y procesos autonómicos; constituye un riguroso, fundado, comprometido y logrado esfuerzo teórico-empírico por adentrarse en una de las experiencias de lucha indígena más congruentes del continente: la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), movimiento del pueblo mapuche que, entre 1997 y 2003, protagoniza un proceso de disputa de tierras ancestrales y reivindicación de autodeterminación y autonomía, en una intensa confrontación con el Estado chileno, latifundistas y corporaciones trasnacionales.

 

 

 

El trabajo, señala Pineda, se propone “recuperar, sistematizar y narrar la historia… (de) un actor colectivo sumamente polémico tanto para el propio movimiento mapuche como para la intelectualidad chilena; un sujeto demonizado por los medios de comunicación, categorizado como terrorista, grupo radical o subversivo por el Estado y los grupos dominantes de Chile”. Se intenta comprender los complejos procesos de producción de rebeldía e insubordinación, así como su posterior estabilización y disciplinamiento, ya que el Estado chileno, responde a este movimiento, con un agresivo y sofisticado proceso de desarticulación, de contención, de contrainsurgencia social y represiva que, entre 2003 y 2009, provocaría la contracción y el debilitamiento de la movilización mapuche y, posteriormente, el cierre del ciclo de lucha por la tierra y la autonomía.

 

 

El libro inicia con un prólogo de nuestro colega Raúl Zibechi, que es, en sí mismo, un reconocimiento a la valiosa aportación de Pineda; un trabajo de años, afirma, en el cual la experiencia directa, el conocimiento de las personas, comunidades y geografías, es uno de los aspectos más notables de una investigación comprometida y en absoluto neutral.

 

 

Pineda aclara el componente testimonial de su obra, que se explica desde un enfoque sociohistórico construido a partir de largas y numerosas entrevistas realizadas con presos mapuches en la cárcel y con activistas entrevistados en sus comunidades, el cual se contrasta y se pone en diálogo con lo expresado por varios historiadores y especialistas chilenos. A ello se suma, una extensa investigación hemerográfica y las correspondientes interpretaciones teóricas que proveen la base analítica de lo investigado, desde adentro, desde la lucha social, desde la perspectiva de los de abajo.

 

 

A partir de diversos procesos autonómicos en América Latina, coincidimos en el sentido de que la disputa por la tierra, el territorio y los bienes naturales, así como la autodeterminación, la autorregulación social y la autonomía, son luchas decisivas de nuestro tiempo. Asimismo, en que los pueblos originarios son el corazón de numerosas alternativas antisistémicas y de que, en los pasados 20 años, han demostrado una enorme capacidad sujética, de construcción de proyecto alternativo y resistencia frente a la desposesión, el desprecio y el colonialismo interno. Prueba en nuestro país, lo constituye el proceso político iniciado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a partir de 1994, y sus permanentes propuestas de articulación de luchas anticapitalistas.

 

 

Igualmente, muy acertadas las reflexiones finales en el sentido de que: “los entramados de parentesco, relaciones, afectivos, etnoproductivos, espirituales, simbólicos y materiales, con base en la forma social ‘comunidad’, están activándose y reactualizándose con los proyectos políticos indígenas, como resistencia y freno de las invasoras relaciones expansivas de la forma social ‘capital’, pero también como aspiración y práctica emancipatoria”. Totalmente de acuerdo en que, en los procesos autonómicos contemporáneos, los sujetos que los protagonizan sufren verdaderas metamorfosis en sus relaciones sociales, que los potencian como sujetos de cambio, como sujetos políticos otros.

 

 

Paralelamente, resulta benéfica su advertencia de no idealizar estos procesos. “Muchas veces, –señala el autor–, el tejido organizativo de estos movimientos se encuentra atravesado por el colonialismo ideológico, por numerosas contradicciones subalternas, por límites y errores peligrosos; en ocasiones, por sectarismos, esencialismos y milenarismos fundamentalistas; por una profunda fragilidad de sus estructuras frente a la guerra, la represión o la cooptación”. Sobre esto último, es posible observar, también en nuestro país, a organizaciones e intelectuales que han optado por apoyar la política neoindigenista del próximo gobierno, que se concretará con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.

 

 

En un entorno académico hegemonizado por el productivismo puntillista y extractivista, es gratificante que se publiquen libros para la lucha abajo y a la izquierda.

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