Diciembre 4, 2024

…Y después de La Haya ¿ qué?

Para que se entienda, primero quiero declarar desde qué emoción escribo estas líneas. Ella es desde el profundo afecto que siento por Bolivia y su gente y, desde el afecto y el respeto que me merece mi propio país. Sin duda que el fallo de la CIJ marcará un antes y un después en la historia de las relaciones entre ambos países.

 

Las generaciones actuales han debido cargar con el peso de una historia de la cual no fueron partícipes y que, sin embargo, las ha marcado por más de 100 años. Esto pasa en la historia de los pueblos. Pero ello no priva a los herederos de construir una historia que junto con respetar el legado, lo transforme de acuerdo a los tiempos que nos toca vivir y que prepare a las nuevas generaciones para responder a los desafíos que su tiempo histórico les plantee. Esa es hoy nuestra responsabilidad.

 

Quizá si el mayor valor del fallo sea poner término a una discusión o alegato que más que ayudar a resolver el problema, siempre terminaba por enturbiarlo más. Me refiero a la validez legal de la pretensión boliviana desde el punto de vista del derecho internacional. En el caso del Tratado de 1904 a ninguno de los dos países les asiste derecho a reclamación. Es un Tratado vigente, consensuado y respetado por las partes en sus más 100 años de vigencia.

 

El Gobierno boliviano de turno, jamás imaginó el escenario que genera el fallo de la CIJ. De ser así, solo un suicidio político los habría llevado a entablar la demanda. Como todo juicio de error es posterior a la experiencia, solo hoy es posible decir que Morales se disparó en los pies con esta demanda. Ni él ni su ideólogo vicepresidente lo previeron. Lo cierto es que el fallo pone fin a una polémica histórica y permite dejar atrás los espíritus revanchistas y los intentos de retrotraer la historia a fojas cero. Lo que se pactó después de la guerra se pactó y  eso es irrevocable y no hay exigencias u obligaciones  pendientes no cumplidas, como no ha habido imposición y tampoco injusticia en ese pacto libremente consentido por las partes. El fallo da al traste con las tres i de Morales en cuanto al tratado de 1904. Y esto abre otro capítulo en las relaciones entre ambos pueblos .

 

Pero la pregunta que surge ahora es, ¿esto inválida completamente la pretensión  boliviana? Categóricamente la respuesta es no. Lo que queda invalidado es una demanda basada en un  argumento de validez legal. Por eso cuidado con la lectura de Morales y García Linera de que el fallo dice que hay asuntos pendientes entre los dos países. Políticamente esto es muy importante, porque es la base del argumento y el caballito de batalla  que ha permitido a políticos bolivianos demagogos apoyarse, para ganar poder y popularidad, cuando no justificar su ineptitud para dar a su pueblo las soluciones que sus problemas requieren.  De paso envenenar la relación entre dos pueblos hermanos.

 

La tarea que ambos países deben acometer ahora, es buscar resolver la secuela de una guerra que ha dejado a uno de los países en un enclaustramiento mediterráneo. El fallo abre una nueva conversación entre ambos países, la que debe centrarse en encontrar la mejor solución para ambos países, que resuelva de manera efectiva y eficiente el enclaustramiento de Bolivia. Con la mirada puesta en el futuro y no en el pasado. Sin la pretensión de recuperar pueblos o ciudades como lo ofrece Morales, sino buscando una salida que preserve la dignidad de ambos pueblos . Si para ello la soberanía es necesaria, conversemos también de que posibilidad existe de que sea así, Aquí rescato el concepto de flexibilidad y creatividad a que ha hecho alusión el vicepresidente boliviano. Pero la soberanía al servicio de la solución, no la solución al servicio de la soberanía.

 

En pleno siglo 21 debemos encarar el desafío de reconstruir el lazo social a nivel micro y macro sistémico, que está siendo destruido por  el proceso globalizador de un capitalismo salvaje. El mundo de hoy tiene que ser crecientemente relacional. El otro debe valer, no solo como un  otro, sino en cuanto otro .

 

No será fácil avanzar en abrir una nueva conversación con Bolivia, que es lo que deja abierto, según mi parecer,  el fallo de la CIJ . Habrá que combatir contra los espíritus empeñados en sacar ventajas de la situación. Unos exacerbando el nacionalismo y otros, sacando cuentas personales,  para ser favorecidos en elecciones o en los ranking de opinión. Esta tarea es para espíritus grandes, generosos, interesados en hacer que la grandeza de nuestros pueblos sea producto de un esfuerzo común por lograr la prosperidad dentro de una convivencia pacífica y respetosa, como corresponde a pueblos hermanos. Implica dejar de lado actitudes chovinistas y emociones gatilladas por el resentimiento y un falso orgullo patrio.

 

Es claro que La Haya siguió el camino de preservar y fortalecer el derecho internacional. Esta es la tarea más urgente y delicada que se le impone a la humanidad, ante un mundo cada vez más irracional y destructor de lo humano. El fallo es una señal clara sobre qué bases debe construirse hoy el ordenamiento internacional.

 

Esta es mi modesta opinión sobre lo acontecido este lunes. ¿Ud. tiene una opinión distinta?. ¡Conversemos!

 

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