Diciembre 7, 2024

Capricho de la Barriga

Si usted vive en la comuna de Maipú, querida lectora, en cualquier momento puede ser visitada por un funcionario municipal, para entregarle un presente. Debe tener paciencia y confiar en la suerte, porque se va a utilizar el sistema de bingo en la selección. La señora alcaldesa, doña Cathy Barriga, como tributo por ser usted mujer, le obsequiará un peluche o una gargantilla Swarevki. Y no es tomadura de pelo. Ella privilegia mantener el espíritu de unidad entre quienes trabajan día y noche en la comuna o la aplauden cuando habla, lo cual usted no realiza. Los favores se pagan y con largueza, según sea el caso. Compare lo que sucede con algunos parlamentarios y ministros manilargos, y el gasto de 69 millones es nada, más bien una gota de agua, en este capricho edilicio. Cifra reconocida por su evocación al amor. Ahora, si usted no votó por ella y sí lo hizo por los otros candidatos de la comuna, donde menudean rojos, rosáceos, renovados y los eternos desteñidos, bien puede recibir un calendario del 2019, con la fotografía de la señora Barriga, rebenque en mano, montada como amazona, en un caballo de fina sangre.

 

 

Razón tiene ella —y es necesario creerle, porque privilegia la verdad, aunque esto sea una suposición— al acusar a sus detractores de envidiosos, amargados, que no saben valorar un regalo dirigido a embellecer a las mujeres de la comuna, y permitir que sus hijos, jueguen y duerman abrazados a peluches. Además, acusa a sus detractores de parásitos de la política, y en este punto, conviene hacer un paréntesis. Hay diferentes clases de parásitos, la tenia por ejemplo, que se sitúa en el intestino de otros animales, o si usted prefiere, en la barriga del ser humano, y ahí vive encantada de la vida. La ociosidad tiene sus méritos y ya alguien dijo: “El ocioso es el más ocupado de todos”. Otras veces son lombrices y permanecen en el aparato intestinal, hasta que un purgante las desaloje.

 

Alguna de las beneficiadas por la Barriga, fuera de la sortija de 14 quilates que posee, delgada como fideo, que le obsequió el marido o el novio, ¿ha tenido la remota posibilidad de contar con una joyita extra? A lo sumo, ostenta pendientes de fantasía o una pulsera de plata. Ahora, las agraciadas, pueden frecuentar las comunas del barrio alto de Santiago y no sentirse discriminadas por ser de una comuna de proletarios y campesinos pobres. Bellas como cualquiera chilena, producto del mestizaje entre europeos, mapuches, aimaras y del Medio Oriente, nadie las va a observar por encima del hombro. Lo cual vendría a ser un avance significativo, destinado a nivelar nuestra sociedad, cuya desigualad indigna. En pelotas, todos somos iguales y si no lo cree, frecuente un campo nudista y observará que no hay diferencias. Como se acerca el verano, las agraciadas mujeres de Maipú, debido la generosidad edilicia, podrán concurrir bien descotadas, exhibiendo su gargantilla en la gloriosa desnudez de su pecho. Si lo analizamos bajo este prisma, antojadizo si se quiere, razón tiene la Barriga, en buscar cómo nivelar nuestra sociedad hacia arriba. Nada de revoluciones, liberalismo, capitalismo o democracia para lograrlo.

 

¿De dónde obtuvo la alcaldesa los recursos para dilapidar en ambos caprichitos de criatura presumida, la friolera de tantos millones? Veamos. Cualquiera podría argüir que un benefactor de la zona, dueño de un súper mercado, se metió la mano a la faltriquera, porque es filántropo y puso el dinero. Lástima que esto sea fantasía de escribidor, acostumbrado a delirar. Ella echó mano a los fondos destinados a la educación. Así es, paciente lector y lectora: ¡De la educación! Cualquiera otra persona, movida por idéntico proceder, apegada a destacar las apariencias, la enfermiza vanidad por encima de la sencillez, habría obrado igual. Paciencia, criticones que nada entienden de la flaqueza humana. Entonces, una joyita, sea un collar o un zarcillo, acompañado de un peluche, tienen mayor trascendencia social que concurrir a la biblioteca municipal, educar a un niño en el parvulario o entregar ajuares a los recién nacidos de la comuna. Cuando los valores se trastocan, empieza a imperar el despelote y en Maipú se huele en el aire. El riesgo se halla en el futuro inmediato, si esta señora dispendiosa con dinerillos ajenos, llegara a ser por ejemplo, alcaldesa de Vitacura o Las Condes. Pues obsequia a destajo automóviles deportivos a sus adeptas, incluido un collar de esmeraldas.     

 

 

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