Revisemos museos, hoy de moda entre nosotros, a raíz de lo sucedido en nuestro país, con denuncias y contextos.
1. Camboya. Museo de los crímenes genocidas TUOL SLENG. Ciudad de Phnom Penh.
Se exhiben crímenes de la tiranía “comunista” de los kmer rouges de Pol Pot- Heng Sary, que trasladó a millones de personas de la ciudad al campo y ultimó a más de un millón de “burgueses” y “ciudadanos”, profesionales y artistas. No aparece ningún contexto porque no hay contexto que explique y menos que justifique la brutalidad humana.
2. Vietnam. Museo de los vestigios de la guerra de Vietnam. Ciudad Ho Chi Minh.
Destacan los asesinatos de vietnamitas en manos de las fuerzas invasoras norteamericanas y la utilización en ello de gases criminales, entre ellos el agente naranja destinado a matar fetos. Se calculan los muertos entre un millón y seis millones de personas.
El único contexto pudo ser el de norteamericanos asesinados por vietnamitas con bombas y gases lanzados en Nueva York, Washington o Miami, pero nada de esto hubo.
3. Japón. Museo de la Paz. Hiroshima.
Muestra la destrucción en segundos de Hiroshima y Nagasaky, con cientos de miles de muertos, incinerados en vida y destinados a parir monstruos. Condena la utilización de la bomba atómica, única vez empleada en una guerra, que estaba, además, prácticamente terminada.
Obviamente no hay contexto. Ningún país del mundo ha sido víctima de ataques bélicos de ese tipo.
4. Sudáfrica. Museo del Apartheid. Johannesburgo.
Muestras de la exclusión y el maltrato de millones de negros, en su propio país, por una elite dictatorial blanca. Y la acción pacífica de Mandela para terminar con ese régimen de horror condenado por toda la humanidad.
Tampoco hay contexto. Nunca ha habido un apartheid al revés, esto es un régimen dictatorial negro en que los blancos mayoritarios sean tratados como animales.
5. Israel. Museo YAD VASHEM (Holocausto). Jerusalén. Muestras de cómo fueron asesinados por los nazis millones de judíos en cámaras de gases o siendo ya esqueletos vivos con piel por hambre y torturas. Se muestran lámparas y otros objetos “de arte” hechos con piel de víctimas, que los jefes nazis mantenían en sus casas.
Nadie imaginó y nadie imagina un contexto que llegara a explicar lo acaecido.