En 1955 Perón no tuvo el tiempo suficiente para evitar su caída, y se refugió en Paraguay y otros países, hasta retornar a Argentina, casado con María Estela Martínez, (trabajadora sexual), hacia los años 70; junto con la instalación en la Casa Rosada de Isabel Perón, se presentaba, en un teatro famoso de Buenos Aires, la obra La mujer Boba.
La pareja Perón estaba dominada por José López Rega, cabo que había remontado hasta convertirse en dueño del poder, (para hablar con Perón había que pasar por López Rega).
Los médicos estaban seguros de que Domingo Perón tenía sus días contados y que el poder, en consecuencia, pasaría a Isabel Perón, dominada por López Rega y, posteriormente, por Jorge Rafael Videla. En el mes de marzo de 1976 los militares embarcaron a Isabel Perón en un helicóptero, con rumbo al sector militar de Aeroparque, desde donde fue enviada como prisionera al sur del país y después a España, donde fijó su residencia permanente.
Una vez finalizada la dictadura militar fue elegido como Presidente de la República el radical Raúl Ricardo Alfonsín. Los primeros tiempos de su gobierno fueron maravillosos: en derechos huma nos, se condenó a los miembros de la Junta Militar y, aunque la economía estuviera mal, se vivía en democracia. En los últimos años de su mandato se produjo la hiperinflación y los precios aumentaban cada hora, por consiguiente, no había sueldo que resistiera la situación reinante. Como es lógico, vinieron los saqueos, y Alfonsín se vio forzado a dejar el poder cinco meses antes de concluir su período, asumiendo el delincuente peronista Carlos Saúl Menem, (ahora ocupa una curul en el senado para evitar ir a la cárcel).
Durante el gobierno de Menem se aplicó el neoliberalismo más radical: se privatizaron las empresas públicas, se empobreció aún la gente del pueblo y los justicialistas aprovecharon para robar a destajo. En derechos humanos, Menem firmó la ley de “punto final”, dejando libres a los verdugos militares.
A Menem le sucedió en el poder Fernando de la Rúa y como vicepresidente, Chacho Álvarez, del FREPASO. Al poco andar, Álvarez renunció cuando el Presidente de la Rúa intentó comprarse a algunos senadores, a fin de que aprobaran un polémico proyecto de ley. Después de un corto período del ministro de Economía Ricardo López Murphy, de La Rúa decidió nombrar a Domingo Cavallo para reemplazarlo, quien instaló la paridad entre el dólar y el peso, (era lo mismo tener cuenta en dólares o en pesos), y cuando se acabaron los dólares, la entidad dispuesta a prestarle dinero era el FMI.
Muy pronto los bancos quedaron sin reservas, y Cavallo, en un famoso discurso, instaló el llamado “Corralito”, por el cual los ahorrantes podían sacar en efectivo sólo la suma de $250 (pesos) por semana. En diciembre de 2001 los argentinos, en una gran manifestación, coparon la Plaza de Mayo. La protesta de los ciudadanos, en un comienzo pacífica, terminó, el segundo día, en violentos enfrentamientos, especialmente provocados por la dictación del Estado de sitio, que permitía a la policía reprimir violentamente y, además, tomar presas a las personas sin orden judicial.
Fue tan violenta la lucha de los ciudadanos contra la policía montada que dio por resultado la muerte de 27 personas. Entre tanto, el Presidente de la Rúa, cada vez más asustado, intentó formar un gobierno de “salvación nacional” con los justicialistas, pero al negarse a terminar con la paridad dólar-peso, los peronistas se negaron a auxiliarlo. A las 19:00 horas del 22 de diciembre de 2001 de la Rúa decidió tomar el helicóptero, rumbo a la Quinta de Olivos.
Argentina, acéfala, nombró al presidente del Senado como Presidente interino; al poco tiempo lo sucedió el gobernador de San Luis, Rodríguez Saa, quien quiso engolosinarse con el poder, pero lo sacaron para colocar en su lugar al viejo peronista Eduardo Duhalde, quien devaluó el peso, terminando así con la paridad.
En las elecciones presidenciales de 2006 llegaron dos peronistas a la segunda vuelta: Carlos Saúl Menem y Néstor Kirchner, un “pingüino” y desconocido gobernador de Santa Fe. Menem no se presentó, ante una posible derrota, a la segunda vuelta, por consiguiente, empezamos el reinado de la pareja Kirchner hasta 2015.
Los electores son como los niños, a veces muy fáciles de engañar con un bombón, y están convencidos de que con un cambio de personas se acaba el cáncer que ha minado a Argentina desde 1945, pasando del populismo a los milicos, luego a los radicales, después a los peronistas neoliberales, más tarde a los populistas de la Cámpora, para terminar con Cambiemos, alianza entre el PRO y los radicales, (estos últimos en un papel secundario), eligiendo a Mauricio Macri, (hijo del delincuente Franco Macri, devenido en rico durante la dictadura militar), que no tiene idea de política ni de economía, y cree que un país tan grande como Argentina se puede manejar como una constructora.
Con los insensatos electores a favor, como también con la oligarquía y los empresarios a su servicio, (aunque Macri no es un aristócrata vasco, sino un italiano de baja categoría y que sólo sabe mostrar una sonrisa de complacencia).
Nadie le pidió que fijara un límite a la inflación, mucho menos que intentara terminar con la pobreza y, justamente, fue elegido para favorecer a los ricos. El día que ganó las elecciones parlamentarias empezó su calvario: en el mes de abril recién pasado, en una corrida cambiaria el dólar llegó a 30 pesos; en mayo, a 36 pesos, en junio, a 38 pesos y en agosto, a 42 pesos.
Las medidas tomadas por su ministro de Economía no pudieron ser más desacertadas: en julio reciente subió la tasa de interés al 45%; en agosto, a 60%. ¿Quién va a pedir un crédito o comprar un auto con una tasa de interés que le hubiera permitido adquirir dos autos en el mes de abril?
Macri solicitó un crédito al FMI, que nunca le ha sido negado a un gobierno de derecha. Ya gastó la primera remesa en ofrecer dólares de la reserva del Banco Central para frenar el alza de la moneda norteamericana.
A fin de que los argentinos invirtieran en pesos ofreció un interés elevado al 45% en la compra de las Letras del Banco Central, y cuando llegaron al término del plazo mensual los inversionistas cambiaron los pesos en dólares, convirtiéndose asì en millonarios en un solo mes.
En los dos primeros días del mes de septiembre Macri, en un “cónclave” con sus ministros, se le ocurrió, nada menos, que eliminar trece ministerios, convirtiéndolos en secretarías, con tan mal criterio que, entre ellas, incluyó Trabajo y Salud que son, en cualquier parte de mundo, carteras fundamentales.
Entre sus decisiones, mantuvo a Marcos Peña como jefe de Gabinete y a Nicolás Duvoski como ministro de Economía. Las medidas anunciadas prevén la eliminación de empleados públicos y algunas retenciones que permitirían aumentar el ingreso fiscal. Ahora, es muy difícil que Mauricio Macri se atreva a retener las ganancias de la oligarquía del campo.
Los radicales, que han tenido buenos y malos Presidentes de la República – el “Peludo” Hipólito Irigoyen, Arturo Frondizi, Arturo Illia, (el más honesto de los Presidentes argentinos), Raúl Ricardo Alfonsín, Fernando de la Rúa -, hoy son sólo mozos de la alianza Cambiemos. El Presidente Macri es de tan pocas luces que sólo es capaz de estar ante las cámaras un minuto y veinte segundos, para decir una mentira que, a los pocos minutos es corregida por su ministro Caputo.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
03/09/2018