Diciembre 12, 2024

Contextos: la naturaleza de la ultraderecha

Infinitas colas para cualquier cosa, inexistencia de pollos y de carne, cigarrillos desaparecidos, estanterías vacías en supermercados, industrias sin producción, paralización del transporte, comprar pan es un milagro. Caos. Desabastecimiento.

 

 

Se decreta un boicot internacional al cobre chileno. Productores agrícolas botan sus cosechas para aumentar la escasez. Comandos de la ultraderecha asesinan al comandante en jefe del Ejército y al Edecán del presidente. Tropas sublevadas atacan La Moneda con tanques. Mineros de El Teniente avanzan sobre Santiago. Atentados de bandas terroristas a oleoductos, vías de comunicación, sedes partidarias.

 

Agustín Edwards logra que USA reviente la economía chilena y logra que Nixon ordene a la CIA operar en Chile para desestabilizar al gobierno. Se suceden giros en dólares de esa agencia para personeros de la Democracia Cristiana, oficiales del Ejército y medios de comunicación, especialmente para El Mercurio, enemigos jurados de la Unidad Popular.

 

Los gremios de los camioneros, sin honor ni pudor alguno, aceptan dineros provenientes de Estados Unidos para traicionar a su país y castigar a la gente por medio del más grande sabotaje conocido. Se repartieron millones de dólares provenientes de la CIA para sostener el movimiento huelguístico que duró cerca de un mes.

 

Al gobierno de la Unidad Popular intentaron doblegarlo por medio del más feroz ataque: el que utiliza el hambre de la gente como arma de la política. Es la gente pobre la que sufre el desabastecimiento.

 

Es el caos anunciado y que ahora amenaza como el contexto que lo explicará todo.

 

Sin embargo, lejos de toda previsión de la derecha golpista y sus aliados democratacristianos, el pueblo no deja solo al gobierno de Salvador Allende. Y a pesar de que cunde la división en el seno de la Unidad Popular, el desabastecimiento, las colas y el caos, en las elecciones de marzo de 1973, logra un inesperado 44%.

 

El resultado es abrumador para las intenciones golpistas. En vez de bajar en apoyo, la Unidad Popular sube en medio de la más terrible crisis.

 

Y es este el elemento del contexto, otra vez, el que apura el tranco de la traición y el odio.

 

La ultraderecha que hoy está en el poder y que apoyó sin condiciones al dictador y su estela de muerte y dolor, fueron los culpables del desabastecimiento, de la violencia, del terrorismo, del sabotaje, de los crímenes que se cometieron en ese breve lapso, con el propósito de generar la condiciones para la asonada prevista.

 

El día 23 de agosto de 1973, la Cámara de Diputados dirigida por la Democracia Cristiana emite un proyecto de acuerdo en el cual declara que el gobiernoha quebrantado gravemente la Constitución.

 

Sería el elemento de contexto, otro más, que daba luz verde a los militares.

 

Lo que viene a continuación es el finiquito del plan golpista que se había propuesto hacer imposible el gobierno de la Unidad Popular, desde antes incluso de su triunfo en septiembre de 1970.

 

Y entonces, amparados en las justificaciones que ellos mismos habían creado, vino la persecución, el exilio, la tortura, la desaparición y muerte de miles de personas.

 

Lo que siguió fue la continuación histórica del otro contexto: el que antes justificó numerosas otras matanzas de gente pobre.  Ese que la ultraderecha no menciona, que parece olvidar y que, de ser necesario, justifica con explicaciones pueriles tanto como falsas.

 

La historia de Chile está marcada por matanzas en las que el Ejército ha tenido un sitial de dudoso honor.

 

La oligarquía criolla ha sido un bastión de criminales que ha dejado una estela de horror en la que los uniformados han tenido un rol estelar como verdugo de sus connacionales.  

 

Desde la Batalla de Lircay y la Pacificación de la Araucanía, hasta las huelgas de los portuarios en Valparaíso de 1903,  de la carne de 1905, de Antofagasta en 1906 y la matanza de la escuela Santa María en 1907, los masacrados suman decenas de miles de hombres, mujeres y niños.

 

Entre 1921 y 1925, centenares de obreros de las oficinas salitreras cayeron asesinados, luego vino la Masacre de Ranquil. Más tarde la matanza del Seguro Obrero, de la Plaza Bulnes, de la Población María Caro, del mineral de El Salvador y Pampa Irigoin en Puerto Montt.

 

Y como suma histórica de estos contextos sangrientos, vino la traición de muchos que hoy posan de bien vestidos demócratas: el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, que dejó, en cifras oficiales, cerca de 28 mil personas torturadas, 2.279 ejecutados y 1.248 personas que continúan en situación de detenidos desaparecidos.

 

Haríamos bien en abrir el capítulo del contexto no solo para justificar museos, sino también para no olvidar que los poderosos solo son ejemplo de demócratas hasta cuando el pueblo se toma las cosas en serio.

 

Habría que ver, a propósito, cuánto le va a durar a la ultraderecha en el poder el respeto por el juego democrático y en qué momento despertará su naturaleza golpista y criminal, la que no ha desparecido.

 

Solo espera paciente que llegue un contexto que legitime su retorno.

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