Durante el último Gobierno de Bachelet, economistas y opositores criticaban el escaso crecimiento de la economía. Hablaban de recesión y prácticamente pronosticaban una crisis terminal, vinculándola al precio del cobre.Estos analistas no relacionaban sus vaticinios con el consumismo que, hace años nos inunda por doquier, que empresarios chilenosinviertan profusa y crecientemente en toda América Latina, ni menos que la mayoría de estos estén consignados entre los multimillonarios más ricos del mundo en los records de la revista Forbes.
El consumismo existente en Chile, pese al alto nivel de precios, es agobiante, especialmente en la industria de la entretención. Bares, restoranes, balnearios y malls están siempre repletos. Los festivales de música son grito y plata y la mayor parte de sus consumidores, jóvenes de bajos ingresos, no solo gastan en las entradas, sino en transporte, alojamiento y noches de espera para ver de cerca a sus ídolos. La industria inmobiliaria también es despampanante con precios más altos que en Miami. El comercio ambulante es creciente y se encuentra con clientes en todas las calles céntricas de las principales ciudades del país, mientras muchedumbres abordan los malls, retails y supermercados.
La mayor parte de los retails definen sus modelos de negocios como orientados a los sectores C2, C3 y D. Esta clasificación se refiere, según la Encuesta CASEN 2009, al 80% de la población de menores ingresos, es decir a la que cuenta con ingresos monetarios por hogar entre los 100 y 900 mil pesos. Si se suman solo los costos de los servicios básicos, salud y educación, por familia, es imposible imaginar que el consumo suntuario de estas personas, en retail y entretenimiento, pueda financiarse. Pero, no hay lugar a dudas, las masas consumidoras que repletan malls y retail pertenecen al 50% más pobre de la población, es decir son los que cuentan con ingresos promedio por familia entre 100 y 450 mil pesos.
¿De dónde sale la plata para tanta compra? Ya sabemos que gran parte de los chilenos está sobreendeudado, ya los jóvenes lo están solo con su educación, pero aún así los modelos de negocios de los dueños del retail, los que inundan América Latina y están en los records de Forbes, insisten en orientarse a los sectores de menores ingresos proponiéndose, impúdicamente, metas en el número de plásticos que deben entregar a los sectores C3 y D.
Es evidente que el negocio está en el dinero prestado, al punto que los grupos más poderosos han terminado ampliándose a Bancos y Compañías de Seguros, pero estos no tienen ninguna consideración ética respecto a lo que significa llamar a los sobre endeudados a que gasten aún más. Se les ofrece vuelto, dinero efectivo, se les renegocian las deudas al doble y la propaganda es avasalladora, implacable y sistemática. Ignora que aunque el endeudamiento de todas las tarjetas sumadas, aumentara en un 200% la capacidad adquisitiva de estos sectores, las cuentas no cuadrarían. Por lo tanto es imprescindible preguntarnos de donde sale el dinero que financia el consumismo febril y las razones por las cuales se insiste en llamar a consumir más a los que menos tienen. Justamente a los sectores que no tienen otra alternativa que buscar dinero ilegal, porque no tienen ninguna perspectiva de ganárselo con el capital social y educación con que cuentan.
Los super críticos de las reformas tributarias no hablan de esto. No les importa que los pobres cada día se endeuden más. Que lo hagan, pero sin alunizajes, ni portonazos.
De acuerdo a la información internacional, es imposible soslayar el papel que están jugando en el mundo las industrias ilegales y la influencia que deben tener en una economía abierta como la chilena. Según información policial, el microtráfico se encuentra en las puertas de todos los colegios de nuestro país. Poblaciones periféricas, incluso ciudades están contaminadas con el fenómeno. Como lo informó en 2011 el Subsecretario del Interior, de la época y actual, Rodrigo Ubilla, en la Cámara de Diputados:
“Pese que los supuestos podrían estar equivocados, estudios europeos y norteamericanos demostraron que en un país con los niveles de control y fiscalización del nuestro, se detecta el 25% de la droga que ingresa. Esto no significa que el 75% restante se consuma en Chile, pero es droga que ingresa por las fronteras terrestres y sale por nuestros puertos. Quiero recalcar que internacionalmente ya se reconoce el papel que está jugando Chile en este comercio. Entre 2009 y 2011, en puertos de África, Asia y Europa se incautó más de siete toneladas de droga provenientes de puertos chilenos, principalmente de Arica. Las autoridades aceptan dicha conclusión y afirman que incautan un promedio de 20 toneladas al año. Por ende, basándonos en los porcentajes de los expertos mencionados, deberían ingresar alrededor de 80 toneladas, que se trasladan dentro de Chile para que sean exportadas, si no quedara nada para el consumo interno, lo que sabemos no es así.”
El Subsecretario agregó en dicha ocasión que, entre 2000 y 2009 el cultivo de coca en Perú creció un 38% y en Bolivia un 112%, dato documentado a nivel internacional. Ello se debió a que el cultivo de coca fue emigrando desde Colombia, país productor de la gran mayoría de la materia prima –la hoja de la coca- hacia Perú y Bolivia. Y los 947 kilómetros de frontera que Chile tiene con estos países ofrece una puerta de salida natural.
Es claro que el narco y microtráfico de cocaína en nuestro país es una actividad importante y esto queda más claro cuando comprobamos que luego de este informe de Ubilla nadie más habló del hecho, aunque de vez en cuando, con gran bombo, se habla en las noticias del decomiso de un kilo o dos del producto. Ahora hubo unos PDI sorprendidos de que entraran armas por vía aérea.
No hay cuantificación de la prostitución existente en Chile, pero, a nivel mundial, mueve unos US$108.000 millones anuales. La actividad está vinculada al tráfico de personas, en el que Chile ya ha aparecido en algunos informes. Afecta más a mujeres jóvenes y niños, vendidos por sus familias o secuestrados por bandas organizadas para ser vendidos como esclavos con fines sexuales o para falsas adopciones. Aunque hoy genera solo unos US$32.000 millones, es el delito que más rápido crece a nivel mundial. Según informe de la ONU, podría estar presente en más de 137 países.
Finalmente, si consideramos que la delincuencia ha aumentado su violencia y que la mayoría de los asaltantes actuales lo hacen armados, tenemos necesariamente que concluir que en Chile hay tráfico de armas, ya que estas no se fabrican ni se venden legalmente en el país. En las poblaciones donde predomina el microtráfico también debe existir un mercado para este contrabando.
Nos queda claro que los economistas expertos no analizan el dinero ilegal que justificaría la demanda desproporcionada de los sectores de bajos ingresos y las inmensas ganancias de los empresarios del retail lo que es a lo menos sorprendente.
Si se considera queel dinero ganado en el microtráfico, la prostitución, la delincuencia, el tráfico de personas, armas y órganos, tiene que lavarse en alguna parte y que las grandes importaciones ilegales también, es imposible no pensar que sectores de grandes ingresos colaboran, y están interesados, en el consumismo de los de menores ingresos. El Subsecretario del Interior que está preocupado del tema desde 2011 tendrá que hacer algo, porque si hay una verdad que los economistas anti reforma tributaria deben reconocer es que las cuentas siempre deben cuadrar.