Diciembre 6, 2024

Balmaceda: la soledad del poder

Gobernar no es una tarea fácil. Lo saben todos aquellos que están en la cima del poder político y que están dirigiendo a un grupo o aun país.

 

Por si mismo, el poder es solitario porque al final las responsabilidades de las decisiones que se tomen, siempre serán de quien preside la mesa. Y cuando las cosas toman un mal rumbo, la soledad y el agobio es aún mayor porque cuando todo empieza a ir mal, se empieza a mirar al jefe en busca de un milagro o una respuesta que de vuelta la situación para dar una salida fácil a los problemas frente a los cuales se sienten incapaces de manejar.

 

Andi Mirom, escribió que “El poder es un concepto que parece fácil de entender pero no lo es tanto, en consecuencia cuando hablamos del poder, muchas veces no se tiene claro de qué estamos hablando.

 

Se da el caso, que para que una decisión se pueda concretar se requiere que existan las condiciones jurídicas, políticas y personales para que ello sea posible. No hay nada más frustrante para las personas que están en puestos de toma de decisión, el hecho de ordenar que se haga algo y ver que no pasa nada; dicha circunstancia no es, ni más ni menos, la comprobación en carne propia, de tener un poder que no es tal”.

 

En la novela Balmaceda, la guerra entre chilenos, publicada por Ediciones B y escrita por Carlos Tromben, se relata el último mes de vida de uno de los personajes más reconocidos de la historia chilena y la soledad en que pasó esos días.

 

José Manuel Balmaceda nació en la Hacienda Bucalemu, Santo Domingo, el 19 de julio de 1840 y falleció el 19 de septiembre de 1891 a la edad de 51 años. Hijo mayor del senador Manuel de Balmaceda Ballesteros y de Encarnación Fernández nació en una familia acomodada y estudió en colegio de los Sagrados Corazones de Santiago de los Padres Franceses, en el Seminario Conciliar y más tarde en el Instituto Nacional.

 

Se casó con Emilia de Toro Herrera con la que tuvo seis hijos José Manuel, Pedro, Enrique, Elisa, Julia y María. Para algunos, fue un estadista que realizó una de las mayores transformaciones sociales y económicas realizadas hasta ese momento en Chile. Para otros, fue un tirano que pasó por encima de la institucionalidad desencadenando la Guerra Civil.

 

El gobierno de Manuel Balmaceda, se realizó en un contexto en el cual, la interpretación dominante, entendía el progreso como crecimiento económico, modernización y el orden, como base para la tranquilidad en la cual habría un progreso sin pausa y el hombre, no tendría límites siendo el creador de su historia.

 

Esta concepción filosófica permitió que vida social se hiciera cada día más laica creyendo menos en una voluntad divina que dirige los destinos sino que más en las “leyes de la historia”, que llevaran al ser humano hacia un futuro luminoso.

 

En la novela, el autor deja ver que los motivos para esta pugna dentro del Gobierno balmacedista estuvo en la pugna entre facciones políticas que tenían visones muy distintas de cómo se debía conducir al país.

 

Para Balmaceda, la conducción estaba centrada en el poder del Presidente y su capacidad para decidir sobre el desarrollo del país.

 

Durante su mandato, la riqueza evidente de Chile, permitió que llevara a cabo dos de sus más ambiciosos proyectos: un gran plan de obras públicas (el viaducto del Malleco entre otras) y una reforma y mejoramiento de la educación pública, promocionados  en una serie de viajes presidenciales realizados a través del país, que lo presentaron como un presidente con autoridad y al mismo tiempo cercano a los ciudadanos, un mandatario que sería capaz de llevar el progreso a los rincones más remotos del país.

 

Frente a él, estaba el Congreso, que quería un mayor control político luego de las reformas constitucionales de 1870 y 1880 y como telón de fondo y, seguramente la raíz del conflicto, la riqueza única del salitre que rivalizaba con Estados Unidos por el dominio y la influencia en las costas americanas del Océano Pacífico.

 

Pero la tensión política, las dudas económicas sobre qué decisión tomar con las salitreras, donde algunos dirigentes planteaban su nacionalización, llevaron que el Presidente y el Congreso a fines de 1890, se enfrentaran en una pelea que terminó con la no aprobación de los presupuestos para 1891 por parte del Congreso.

 

Ante ello, el presidente decidió confirmar el presupuesto del año previo de facto, declarándose como la única autoridad política que el Parlamento entendió como una decisión que excedía sus facultades y lo ponía fuera del marco constitucional. Entonces, la Escuadra apoyada por las fuerzas congresistas, se subleva el 7 de enero de 1891 dando comienzo a la guerra civil.

 

Esta novela, “Balmaceda, la guerra entre chilenos”, recrea el último mes de gobierno que va desde el 17 de agosto hasta el 19 de septiembre de 1891 es decir, el período que abarca el comienzo y el fin de la batalla de Placilla.

 

Después de conocer el resultado de la batalla, ¿cómo se habrá sentido al ver los pasillos del Palacio de Gobierno cada vez más vacíos? ¿Qué emociones le habrán apretado el corazón al comprobar que sus colaboradores ya no estaban a su lado? ¿En nivel de soledad se habrá encontrado al abandonar el Palacio de La Moneda, refugiarse en la legación argentina, redactar su testamento político y escribir sus cartas de despedida a su familia especialmente a su esposa y a su madre? ¿Qué soledad le habrá embargado cuando puso el cañón del revolver en su sien antes de disparar?

 

Nunca se sabrá. Solo podemos constatar hechos como que a las 8:00 de la mañana del 19 de septiembre de 1891, al día siguiente de cumplir su mandato presidencial y con 51 años, el Presidente Balmaceda se suicidó, disparándose un tiro en la sien.  Cinco años después fue trasladado al mausoleo de la familia Balmaceda, en medio de un gran funeral público.

 

Anteriormente, ya había delegado el mandato en el general Manuel Baquedano tras la derrota en la Guerra Civil frente a la coalición formada por el Congreso y la Armada. Sin embargo, un mes más tarde, sería el almirante Jorge Montt quien retendría el poder hasta 1896.

 

La muerte del Presidente Balmaceda puso fin a un ciclo en la política chilena, dando paso al Parlamentarismo que 41 años después, otra Constitución daría paso a al presidencialismo.

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