Diciembre 14, 2024

Si eres judío en Francia es mejor esconderlo

En los alrededores de la sinagoga Michkenot, al noreste de París, pueden verse aún a grupos de jóvenes adolescentes con kipá relajados tras salir de algunas de las escuelas de esta zona del distrito 19 de la capital francesa, con fuerte presencia de la comunidad judía. Paseando por estas calles no es complicado cruzarse con algún grupo de militares que vigilan armados las zonas más concurridas del barrio, con varios comercios judíos. «Ha sido duro lo de Mireille Knoll, pero la marcha ha demostrado que la sociedad puede movilizarse contra el antisemitismo», dice Sacha, propietario de un establecimiento de comida kosher en el corazón del barrio.

 

 

Él también acudió a la manifestación de repulsa contra el brutal asesinato de la octogenaria judía, superviviente del Holocausto, que hace justo una semana conmocionaba a Francia. Knoll vivía sola y según la autopsia fue apuñalada numerosas veces antes de que su apartamento fuera incendiado. Este caso ha vuelto a poner de relieve el espinoso –y politizado– debate del antisemitismo en un país que cuenta con una notable comunidad judía, de entre 400.000 y 500.000 personas, la segunda más fuerte fuera de Israel después de EE UU. Según los últimos datos aportados por el Ministerio de Interior, si bien el número total de actos racistas bajó un 17% en Francia, las agresiones violentas contra los judíos aumentaron (de 77 en 2016 a 97 en 2017). El mes pasado, un juez confirmó que el asesinato de otra mujer judía de 65 años, Sarah Halimi, también estuvo motivado por odio antisemita. «Los judíos no se sienten ya seguros en Francia. Hoy en día, si eres judío, mejor esconderlo», decía en la radio pública el ex presidente de SOS Racismo, Malek Boutih, pocas horas después del brutal asesinato de Mireille Knoll. Durante los últimos años, con Francia sumergida en plena espiral de actos terroristas de perfil yihadista, entre 5.000 y 6.000 judíos han hecho las maletas cada año para volverse a Israel, cifra que tuvo un pico en 2015 coincidiendo con los atentados del supermercado de comida kosher que sucedió al de la revista «Charlie Hebdo» y a los atentados del noviembre negro de París. Sefy Hendler, un judío instalado en Francia desde los años 90, decidió volverse a Israel en 2009. «Ya incluso por entonces vivía inquieto», afirma en entrevista con LA RAZÓN desde Tel Aviv, donde actualmente trabaja como profesor de Arte en la universidad. «La realidad es muestra de que hoy en día los judíos son asesinados en Francia por el hecho de serlo. Esto no es sólo un motivo de preocupación para la comunidad judía, también para Francia entera». Este profesor relata como al antisemitismo tradicional nacionalista de extrema derecha que en Francia estaba conectado con el Frente Nacional, se le ha añadido el de perfil islamista, «especialmente a partir de la segunda Intifada a comienzos de la década de los 2000. Es ese antisemitismo derivado del conflicto palestino-israelí el que ha llevado a ciertos sectores de la sociedad a hacer amalgama entre los anti israelíes y lo anti judío», afirma Hender, que considera que esta situación se ha ido radicalizando a partir del auge del Estado Islámico.

Para Francis Kalifat, líder del CRIF, el Consejo representativo de las instituciones judías en Francia, la presencia de antisemitas presentes «tanto en la extrema derecha como en la extrema izquierda hacen inaceptable la presencia de ambos partidos», en referencia a las formaciones de Marine Le Pen y de Jean-Luc Melenchon en marchas antisemitas como la del pasado miércoles en París. Al tradicional rechazo a la líder de ultraderecha se le une la condena del movimiento de boicot a Israel al que se sumó el propio Melenchon.

Por el momento el Gobierno de Macron quiere mostrar una postura firme frente a este tipo de actos. Al combate en internet y redes sociales contra apología antisemita que anunció el primer ministro, Edouard Phillipe, hace unos días, va a seguirle la puesta en marcha de un procedimiento de denuncia previa a través de internet para acompañar a eventuales víctimas de este tipo de actos y animarlas a que lo señalen. «Francia es una pieza clave en su relación particular con la comunidad judía: por su pasado con el régimen de Vichy, por su compromiso con los derechos humanos y por ser la primera comunidad judía en Europa. Por tanto, se da una importante cohabitación que hacen de Francia un lugar clave», señala el profesor Hender desde Tel Aviv, esperando que 70 años después del drama de la deportación y asesinato de judíos, Francia pueda liberarse algún día de esa pesada losa antisemita.


 

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