Diciembre 14, 2024

China y la crisis de Corea

Después del año 1945, el planeta adoptó un sistema de orden mundial  denominado “bipolaridad”. En otras palabras, había sólo dos grandes potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética. Estas super potencias tenían la responsabilidad de administrar y mantener el nuevo orden planetario que surgió después del fin de la segunda guerra mundial. Esta importantísima tarea se hizo en forma relativamente satisfactoria ya que la temida tercera guerra mundial se pudo evitar. Con la ayuda de organismos internacionales tales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario, la Organización Mundial de Comercio, y decenas de otras organizaciones internacionales que fueron diseñadas para aliviar y reducir las enormes contradicciones y disputas que creaba la bipolaridad y esto debido principalmente a las enormes diferencias ideológicas entre la superpotencia liberal y la superpotencia comunista.

 

 

            El orden mundial bipolar duró hasta la destrucción de la Unión Soviética en diciembre del año 1991 y en su reemplazo se creó el orden mundial unipolar. Los Estados Unidos después de su victoria ideológica pasaron a dirigir, supervisar y controlar la política planetaria. Este predominio absoluto de los Estados Unidos duró hasta que el hegemón mundial cayó en las trampas de: primero Afganistán, luego Iraq y finalmente todo el medio oriente a comienzos del siglo XXI. De este modo la unipolaridad fue rápidamente reemplazada por un nuevo orden mundial llamado multipolaridad en los primeros años del siglo XXI. Este nuevo orden mundial se caracterizó por el reconocimiento y posterior rápido desarrollo de culturas y civilizaciones que habían estado aplastadas por centenas de años y bajo el dominio absoluto de la civilización occidental.

            En esta multipolaridad, el planeta se dividió en varios polos de poder y cada unos de ellos bajo el control y dirección de una nueva gran potencia emergente. La civilización asiática pasó a ser dirigida por China. La  civilización ortodoxa pasó a ser dirigida por Rusia. La civilización islámica aún no decide si su liderazgo va estar a cargo de Pakistán, Turquía, Egipto  o Irán. La civilización hindú pasó a ser rápidamente dirigida por la India. La civilización africana pasó a ser dirigida por Sudáfrica y finalmente la civilización latinoamericana aún no encuentra un Estado central que la dirija. Los principales candidatos son México en el norte y Brasil en el sur.

            Este nuevo orden multipolar es magistralmente definido y explicado por Samuel P. Huntington en las páginas 20 – 21 de su monumental obra titulada: El Choque de Civilizaciones. ([i])  

Este libro, esencial y básico está conformado por cinco partes. En la primera parte, se señala que por primera vez en la historia de la humanidad, la política global es multi polar y multi civilizacional. Se indica con mucho énfasis que el proceso de modernización es totalmente distinto al proceso de occidentalización (proceso que si se produjo en la segunda parte del  siglo XIX, cuando la civilización occidental si reinó suprema en el planeta). Se insiste en que la modernización global no producirá una única civilización occidental, ni tampoco producirá la occidentalización de las sociedades no occidentales. Muy por el contrario, las sociedades y culturas previamente aplastadas y oprimidas por occidente, hoy día reviven y fortifican sus propios valores ancestrales y ellos son afirmados con fuerza dentro de cada una de las regiones recientemente liberadas del planeta.

En la segunda parte del libro, se indica que el balance de poder entre las seis o siete grandes civilizaciones existentes está rápidamente cambiando.  La civilización occidental está en un acelerado proceso de desorganización y decadencia. Por el contrario, la civilización asiática y ortodoxa, se están haciendo cada vez más poderosas. La civilización islámica está sumida en un largo y profundo proceso revolucionario y este fenómeno ha sido provocado por una incontrolable explosión demográfica. El gigantesco exceso de población desestabiliza las regiones donde la religión islámica es predominante. También esta explosión demográfica crea gran inestabilidad en la parte europea de la civilización occidental. Las civilizaciones no occidentales, sin excepción, están todas reafirmando con fuerza, sus propios valores y sus propias raíces culturales.

La tercera parte del libro analiza y describe cómo un nuevo orden mundial basado en la pluralidad de civilizaciones está hoy día desarrollándose y consolidándose. Las sociedades y países con afinidades y similitudes culturales (es decir, son parientes culturales) cooperan entre sí. A las sociedades y países con culturas diferentes se les trata con distancia y sospecha. Estos son los “otros” de los cuales se debe sospechar, evitar y si es posible, odiar.  Por lo tanto, la cooperación entre países provenientes de distintas civilizaciones es siempre sumamente difícil y complicada. El cambio que un país decide hacer de abandonar su propia civilización y tratar de entrar en otra civilización con cultura diferente nunca funciona y siempre termina en un rotundo fracaso.([ii])  Los países parientes y miembros de una misma civilización, se agrupan en torno a un Estado líder o también llamado Estado central de dicha civilización. Esta disciplina y estructura civilizacional es considerada crucial y básica para la sobrevivencia y desarrollo de la civilización en referencia.

En la cuarta parte del libro, Huntington describe y analiza en profundidad, cómo las pretensiones de superioridad y universalidad de la civilización occidental, ponen a esta decadente civilización en un constante y agudo conflicto con las otras civilizaciones en proceso de consolidación. Este fenómeno se da particularmente entre occidente y la civilización islámica y occidente y la civilización asiática. A nivel local y dentro de cada civilización se generan sólidas alianzas y agrupamientos de Estados de la misma civilización. El gravísimo problema de una guerra nuclear con occidente, obliga a los Estados centrales de las otras civilizaciones a intervenir activamente dentro de su civilización y esta tarea es vital para el hegemón local a fin de prevenir guerras con occidente.

En la parte quinta y última Huntington señala con mucha fuerza y amargura que la sobrevivencia de la civilización occidental depende en gran parte de la cordura, moderación e inteligencia de los Estados Unidos, líder de dicha civilización.  Señala también que los Estados Unidos deben reafirmar su identidad occidental, pero que al mismo tiempo los occidentales deben de reconocer que su civilización es única y con humildad aceptar que no son una civilización superior a las otras y que tampoco ella es universal. Los occidentales deben reconocer el gravísimo peligro que enfrentan al tratar de intervenir en los asuntos de otras civilizaciones. Los Estados Unidos y los europeos de Europa occidental, deben rápidamente unirse para sí poder enfrentar y sobrevivir las gravísimas y crecientes amenazas y desafíos que los no occidentales (la inmensa y aplastante mayoría de la humanidad) podrían crear y terminar por someterlos y aniquilarlos.

Huntington termina su libro señalando que los Estados líderes de cada civilización, particularmente los occidentales, deben con cuidado estudiar, aceptar y comprender el nuevo orden mundial. Todos los líderes deben cooperar para mantener pacíficamente el nuevo orden multicivilizacional. La paz global sólo se puede consolidar cuando se entienda por todos con claridad que es preciso mantener la justicia y la paz dentro de cada civilización y que se debe evitar por todos los medios posibles la intervención en los asuntos internos de las otras civilizaciones. El principio de no intervención es aquí fundamental si es que se quiere lograr  la sobrevivencia del planeta. El continuar con el intervencionismo occidental en los asuntos de otras civilizaciones, terminará por producir una catastrófica guerra nuclear que extinguirá la vida civilizada del planeta.

Los principios de Huntington deberían ser estudiados y analizados con mucho cuidado por los líderes involucrados en el actual conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte. Esta recomendación es particularmente relevante para el presidente Trump. El presidente Trump ha tenido hasta hoy día un espectacular éxito en su campaña por convencer al líder norcoreano que éste debe terminar con su política de amedrentamiento a todo el mundo mediante sus experimentos y pruebas nucleares y el lanzamiento de sus cohetes intercontinentales. El líder norcoreano ha visitado recientemente al líder chino en Pekín y al parece ha dado indicaciones de que estaría dispuesto a entregar todo su armamento nuclear a los chinos.  Esto naturalmente con la condición de que China asuma su rol de líder de la civilización asiática y se comprometa a la defensa y soberanía de Corea del Norte. Esta inteligente maniobra del líder norcoreano, al parecer trata de imitar la solución que se le dio al armamento nuclear de Ucrania en los años 90 del siglo XX. Ucrania entregó todas sus armas nucleares a Rusia, y Rusia se comprometió a la defensa de su vecino y también miembro importante de la civilización ortodoxa. ([iii])

El presidente Trump tiene la suficiente inteligencia y capacidad politológica para aprovechar esta magnífica oportunidad de terminar de una vez y para siempre con un gravísimo conflicto que ya se extiende por varias décadas. Si todo el armamento nuclear norcoreano pasa a control chino, automáticamente se acaba el problema. El presidente Trump logrará así un éxito rotundo que no logró ninguno de sus antecesores. Es así probable que con este tremendo resultado el presidente no solo resuelva este problema, sino que también reciba el premio Nobel de la paz. De esta forma la inteligencia y sensatez que pedía Huntington a los líderes de su país se estaría produciendo al pié de la letra. Con todo esto, Estados Unidos podría retirar sus tropas de la península coreana. El peso de la defensa de Corea del Sur y Japón caería sobre las espaldas surcoreanas y japonesas. Ambas sociedades son suficientemente ricas para financiar sistemas anti balísticos para garantizar que las armas nucleares en poder de China jamás serán usadas para dañar a un miembro y pariente de la civilización asiática. Todo esto naturalmente será también una enorme contribución al desarrollo y consolidación del orden multipolar que Huntington reclamaba a mediados de la década de los años 90 del siglo XX.

Finalmente sería necesario insistir que China debía recompensar a Corea del Norte con un completo programa de desarrollo económico que en pocos años eleve el estándar de vida de los norcoreanos a niveles similares a los que tienen sus hermanos del sur. Los coreanos del norte han dado pruebas más que suficientes de que se merecen un país próspero y desarrollado. Las increíbles penurias y sacrificios que el pueblo norcoreano ha hecho en las últimas décadas más que justifican un contundente programa de apoyo de parte de sus parientes chinos. Este programa debe garantizar que el estándar de vida de Corea del Norte sea igual o mejor que el que tienen sus hermanos de Corea del Sur.  Sus sacrificios de casi 70 años, deben ser generosamente compensados.

Si todo lo anterior llega a ocurrir el mundo estaría en una grande y profunda deuda intelectual con el profesor Huntington. Sus sabios análisis y recomendaciones, sin duda lo ponen al nivel de grandes filósofos políticos como fueron en la antigüedad, Sócrates Platón y Aristóteles y luego a fines de la edad media Maquiavelo. Se puede así concluir que los trabajos de Huntington han puesto a la ciencia política una vez más a la cabeza de las ciencias sociales. 

 

F. Duque Ph. D

Cientista Político

Puerto Montt, 05 de abril de 2018

 

 

 


[i]Samuel P. Huntington, The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order Simon & Schuster, New York, 1996

[ii]El caso más emblemático que describe el problema de cambio civilizacional está representado por México en los últimos años. México decidió salirse de la civilización latinoamericana y entrar a la civilización occidental cuando firmó los tratados de libre comercio con los Estados Unidos. Este cambio ha producido un caos y catástrofe cultural en la sociedad mexicana y es probable que en un poco tiempo más el pueblo mexicano decida volver a su civilización original.

[iii]Ver Huntington, ob. cit. Pg. 37

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