Diciembre 3, 2024

Cultura que cruza fronteras

Pocas veces he cedido a la tentación de escribir sobre alguien con quien me une un vínculo familiar. En esta oportunidad lo hago para referirme a la trayectoria artística de mi hermano Aliro Delgado Fuentealba, en la convicción que su compromiso con una causa de justicia social y la memoria histórica de los exiliados repartidos por el mundo constituye una razón poderosa que hace justicia al destacar una vida dedicada al trabajo por la difusión de esos valores.

 

 

 Aliro nació en Valdivia en 1951 y realizó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal y también cursó estudios de formación profesional en la Escuela Normal Superior de Valdivia hasta septiembre de 1973, cuando debió salir al exilio; primero hacia Argentina y más tarde con destino a Suecia, país donde actualmente reside.

 Las condiciones artísticas de Aliro se remontan a su más temprana edad en que formando parte de la comunidad de Scout de la ciudad destacaba creando y recreando símbolos institucionales que algunos de sus amigos todavía conservan. También por esos años formó parte activa de un grupo de jóvenes muralistas de la Brigada Ramona Parra de la ciudad.

 En su paso por Argentina, junto con producir una cantidad indeterminada de obras de distinto tipo, estudió pintura en la Academia de Artes de la ciudad de Mendoza donde pudo perfeccionar sus conocimientos y adquirir nuevas herramientas en el ámbito de su oficio.

 Será finalmente en Suecia donde logrará plasmar la mayor parte de su arte y exponer en distintas lugares e instancias, tales como; museos, colegios, salas de arte, e incluso una galería en las profundidades de las minas de hierro en la ciudad de Kiruna en donde, junto a un grupo de estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de la universidad local, realizó en la década de los 80 un mural dedicado a los trabajadores de la mina.

 Por su larga trayectoria y abundante producción artística en Suecia, sólo puedo mencionar algunos de los hitos más relevantes de su carrera, entre los que destacan su inclusión en 2 importantes catálogos de arte: “Guía de Arte en Suecia- temporada de otoño 2017” y “Salón de Arte de Estocolmo – temporada de primavera 2017”.

 Aparte de lo mencionado más arriba, uno de los hechos de mayor trascendencia se produce cuando en 1983 a la cabeza de un grupo de jóvenes chilenos – y a solicitud de la comunidad de Södertälje- pintó un mural de dimensiones extraordinarias, de más de 40 metros de largo, sobre las paredes de un viaducto que une desde el sur a esa comuna con la de Estocolmo. El año 1985 el municipio local declaró el mural “Patrimonio de la ciudad”. Varias décadas más tarde la Dirección de Arquitectura de la Comuna decidió restaurar el puente y con ello dejó una capa de cemento sobre el mural que había permanecido allí por más de 3 decenios. La reacción ciudadana no se hizo esperar para exigir la reposición de la obra. Las autoridades acogieron la demanda y se decretó su reposición a corto plazo. Después de 34 años se ordenó desempolvar los archivos y rescatar el boceto para reproducir la obra. La tarea no fue fácil- en palabras de Aliro- “convencer al equipo de trabajo para volver a subir a los andamios… cuando ya no son los jóvenes de entonces. Sin embargo, el amor por la pintura no ha disminuido y sigue vigente la llama del amor por el muralismo…”

 En el mes de diciembre de 2017 fue la inauguración de la monumental obra, con amplia cobertura de la prensa y la Televisión Nacional de Suecia. Algo más que un colorido mural con símbolos de paz y la defensa de los Derechos Humanos habían echado raíces en la comunidad, que en los rostros de Mistral, Neruda, Víctor Jara, Allende y Violeta Parra cobraba sentido en un marco de fraternidad y   esperanza que unía voluntades en la multiculturalidad de la sociedad contemporánea.

 También la huella de un grupo de abnegados muralistas chilenos, encabezados por Aliro, había dejado su impronta en el tiempo y en la memoria de más de una generación que vivió, creció e internalizó símbolos que viajaron desde el sur de nuestro continente para quedarse allí hablando por los australes habitantes que un día llegaron al norte del planeta empujados por los acontecimientos políticos de los años de duros de dictadura.              

      

 

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