Diciembre 3, 2024

Desde mi puesto de combate

Escribo desde mi puesto de combate,

desde la misma trinchera que cavamos para luchar contra la dictadura,

contra su violencia, su cultura de muerte y sistemática violación de los DDHH,

para denunciar la destrucción de los sistemas públicos de salud, educación y previsión social,

y las primeras privatizaciones de recursos naturales y empresas estratégicas.

 

 

La misma desde la que votamos NO para recuperar pacíficamente la democracia.

 

Salimos temporalmente de nuestra trinchera,

creyendo que comenzábamos también a terminar con el sistema neoliberal de la dictadura

y a recuperar los bienes comunes usurpados.

 

Durante años quisimos construir las transformaciones desde dentro,

pero tuvimos que seguir enfrentando -cual fuego amigo- al modelo neoliberal

ahora enquistado en toda la clase política, el parlamento, el gobierno, la izquierda que ya no era …,

todos subordinados al poder económico de las familias ricas y las multinacionales.

 

Y volvimos a atrincherarnos, levantando organizaciones y movimientos sociales,

para resistir y enfrentar la profundización del modelo, hecho suyo por la Concertación,

que aumentó la privatización de los recursos naturales y servicios públicos, el agua, las carreteras, el suelo urbano; intensificó la competencia y la privatización del arte y la cultura, puso la ciencia al servicio de los grandes negocios, promovió el extractivismo y subsidió las plantaciones forestales de las familias ricas, que arrasaron con los bosques nativos, golpearon y desplazaron a las comunidades indígenas y campesinas.

 

La Concertación militarizó el territorio mapuche, reprimió y torturó a su pueblo, hasta el día de hoy.

 

Hace mucho tiempo que entendimos que todos los cambios y reformas para construir un país más justo, sustentable y democrático sólo han sido y serán posibles mientras nos mantengamos en nuestras trincheras, y estemos marchando en las calles, resistiendo y construyendo alternativas de soberanía y sustentabilidad territorial junto a las comunidades.

 

Siempre hemos sabido que, no sólo esta vez, sino CADA VEZ que vamos a votar (quienes votamos), no lo hacemos pensando sólo en el siguiente período de gobierno, sino que -como en nuestra lucha cotidiana y permanente- votamos pensando en el futuro, en la justicia, la libertad y el bienestar de las generaciones que vendrán, también en toda la vida y la naturaleza, cada vez más concientes de una crisis sistémica y planetaria.

 

Extraña que algunos pretendan recordárnoslo y nos llamen a ocupar el puesto de combate que nunca hemos abandonado, y les cueste tanto mirar críticamente al pasado y evaluar su propia responsabilidad histórica y reciente frente a la situación nacional de injusticia social, política y económica, y a la posibilidad de que Piñera y la derecha tradicional vuelvan a ser gobierno.

 

Hoy sabemos que en las 2 opciones que tenemos este domingo no hay gran diferencia con las de anteriores elecciones presidenciales. Son la continuidad del duopolio neoliberal y gobernarán -uno más que el otro- siguiendo las pautas de los grandes poderes económicos. El mismo Guillier ya ha declarado reiteradamente su gusto por el dominio del mercado en sectores en que consideramos inaceptable el lucro, y que pretende relajar la regulación ambiental para facilitar los grandes proyectos extractivos.

 

Sabemos que la gran diferencia entre este proceso electoral (más que en esta elección) y los anteriores somos nosotrxs, el FRENTE AMPLIO.

 

Y no es tanto por la relevancia del voto de nuestros electores en esta 2ª vuelta, sino porque -más allá de nuestrxs parlamentarixs electxs- SOMOS ALTERNATIVA DE PODER, de profundización democrática, de recuperación -ahora sí- de nuestros bienes comunes y derechos individuales y colectivos.

 

Y aunque Guillier no es mi candidato, sé que el camino a esa profundización y recuperación democrática se hace más difícil, largo y tortuoso con un gobierno encabezado por el empresario de la derecha tradicional, y marcaré el nombre del periodista en el voto de este domingo.

 

¡Pero de mi trinchera no me sacan!

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