Si tuviera que usar una expresión para denominar la política exterior de Donald Trump sería “políticamente incorrecto”: nunca sigue la línea política de sus predecesores, carece del más mínimo sentido de prudencia y funciona a golpes sorpresivos de fuerza y siempre crea focos de conflicto, incluso, a riesgo de perder a sus aliados. Ora elige como a Corea del Norte como su enemigo principal, ora, pretendiendo desestabilizar el Extremo Oriente, ora, lanza poderosas sendas bombas en Afganistán y Siria, ora, pacta con Arabia Saudita para acosar a Irán , ora, busca la alianza con los kurdos para desmembrar a Irak.
Podría creerse que Trump carece de toda política internacional y que es mucho más ignorante que el candidato Sebastián Piñera en lo que concierne a política exterior – para ser millonario no es necesario leer ningún libro, y por lo demás, los letrados que se decidan a la cultura no tienen tiempo para robar y acumular fortuna -.
Trump le hace poco caso a los militares que son tanto o más idiotas que él mismo. Su verdadero consejero es su yerno, Jared Kusner, de apenas 30 años de edad – este personaje se mezcló con los rusos para elegir a su suegro – y amigo de los sionistas de Israel.
En la ciudad de Riad, capital de Arabia Saudita, Trump se reunió con el príncipe heredero, Mohamed Bin Sacmán, en primer lugar para ofrecer, como donativo, armamento de última generación para el débil ejército saudí; en segundo lugar, para llevar a cabo un pacto entre Israel, Egipto, Arabia Saudita y Estados Unidos, con el fin de acorralar al enemigo común, Irán.
Jerusalén es la ciudad Santa que reúne a las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam, con la consiguiente cohabitación de judíos y una minoría cristiana y palestinos. Geográficamente, al Oeste se ubican los judíos y, al Este, los palestinos, y entre medio, se encuentra un barrio armenio. En la ciudad estan los centros religiosos y monumentos representativos de estas tres expresiones religiosas: el Muro de los Lamentos, donde normalmente oran los judíos; la Mezquita Al Aqsa y la Cúpula dela Roca, la tercera Mahoma subió a los cielos, acompañado por el arcángel Gabriel; de la religión cristiana, el Monte de los Olivos, la Basílica del Santo Sepulcro y la Ruta de Jesús al Calvario.
Dentro de los que los que aún apoyan a Trump están los fanáticos evangélicos, ultra-reaccionarios, que están convencidos de que son únicos portadores de las bendiciones de Dios y que Cristo vendrá en gloria y majestad cuando se construya el “tercer templo” en Jerusalén sobre las ruinas de la tercera mezquita más importante de los mahometanos. Jerusalén es la capital de Palestina, y el hecho de que Trump la reconozca como la capital de Israel es una bofetada a los palestinos.
David Ben Gurión, proclamó a Jerusalén como capital del nuevo Estado de Israel, en 1950, una vez terminada la guerra contra los árabes. En la guerra contra Jordania, Israel ocupó Jerusalén, Transjordania y la Franja de Gaza, instalando “el muro de la vergüenza” y colonias en el territorio ocupado.
El Servicio de Inteligencia, el Mossad, y el ejército israelí conforman las organizaciones más poderosas del Medio Oriente; a su vez, la numerosa y poderosa colonia judía en Estados Unidos es decisiva en las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Los rechazos de Naciones Unidas, los países árabes, la Comunidad Europea – entre ellas, Alemania, Francia e Inglaterra – no tendrán mucho efecto, pues sólo son declamaciones poéticas, pues Estados Unidos tiene veto en el Consejo de Seguridad de la UNU, por consiguiente, puede paralizar cualquier acción que se oponga a sus intereses.
Si bien Arabia Saudita ha hecho presente una declaración de rechazo a la decisión de Trump de trasladar su embajada a Jerusalén, es sólo para calmar a su pueblo, pero en el fondo, su enemigo principal sigue siendo Irán, y claro está, su aliado, Israel.
El reclamo de Turquía, firmado por el dictador Recep Tayyip Erdogan, aunque fuerte en tus términos, no promete ninguna intervención inmediata por parte de este país.
La Unidad Árabe, dirigida por Malmut Abbás, tampoco demuestra mucha vehemencia para oponerse abiertamente a la ofensiva sionista, y sólo se ha limitado a acusar a Israel de romper los acuerdos de paz.
En Belen, a pocos días de la Pascua, han explotado fuertes manifestaciones de rechazo por parte de los palestinos, siendo reprimidas por la policía. (No pretende ofender a ningún cristiano, pero según las últimas investigaciones históricas, Cristo nació en Nazaret y no en Belén, así como el famoso “censo” no existió, como tampoco el día de la matanza de los Santos Inocentes, y menos la visita de los Reyes Magos).
Una tercera intifada parece impensable, visto el fracaso de las dos primeras, pues el mundo árabe se encuentra muy dividido y el instinto criminal y guerrero de Trump y sus aliados sauditas es cruel e implacable. (La construcción del tercer templo en Jerusalén y el juicio final apocalíptico lo dejo a los rabinos y a los especialistas en la cábala).
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
10/12/2017