Diciembre 11, 2024

La Democracia Cristiana, la gran perdedora

El sector derechista, los Walker, los Aninat, los Pérez Yoma, los Martínez-Alvear, Mariana Aylwin, y otros, fueron el veneno que terminó por aniquilar  la  Democracia Cristiana. Por cierto, Carolina Goic hizo lo correcto al renunciar, de inmediato, a la presidencia de ese Partido. Gutenberg Martínez, por su parte escapó, cual fugitivo,  del Consejo Nacional reunido ayer, post-elecciones fugitivo. Tanto en las palabras pronunciadas  Goig, como en las opiniones dadas por los reaccionarios democratacristianos, hay muy poca autocrítica;  el grupo de los conservadores DC se convirtieron en los reyes y protagonistas de casi todas las columnas de opinión  – El Mercurio, La Tercera, las últimas Noticias y la Segunda … -, nada raro en esta actitud, pues el director de El Mercurio, era el principal “orejero” de Eduardo Frei Montalva y de la derecha democratacristiana < sabemos, El Mercurio no sólo miente, sino que también hace parte del reinado de los pitutos > -.

 

 

El camino propio, elegido por la  propia Junta de la Democracia Cristiana, fue derrotado en todos los aspectos: de 20 diputados en las elecciones de 2013, bajó a 13 – perdió 5 -; los tres senadores electos pertenecen a los partidarios de apoyo a Guillier y de la alianza con los partidos políticos de la Nueva Mayoría: Yasna Provoste, en Atacama, Ximena Rincón, en el Maule y Francisco Huenchumilla, en La Araucanía; se perdieron: Ignacio Walker, en Valparaíso, Andrés Zaldívar, en Maule, y Faud Chahín, en La Araucanía, y tampoco eligió ningún senador por Valparaíso, donde iban Walker y Cornejo.

Con un triunfo tan categórico de los progresistas democratacristianos no restaba otra solución que el Consejo apoyara a Alejandro Guillier sin ninguna condición para su segunda vuelta.

El suicidio está vedado  para los católicos, pues es “Dios quien da y quita la vida” – según mi amigo y teólogo de fuste Hugo Zepeda, hoy la iglesia permite ceremonias religiosas para despedir a los que decidieran acabar con su vida, entendiendo algunos estados de psicosis conducen a la autodestrucción – por consiguiente, la Democracia Cristiana – si acude al suicidio – será enterrada con honores y Oficios religiosos.

Los derechistas democratacristianos, muy orondos, se atrevían a decir que preferían un Partido chico, pero cohesionado, que uno grande,  traspasado por tendencias irreconciliables. La realidad actual les ha demostrado que su profecía se ha cumplido sólo en parte, pues tienen un Partido pequeño, pero más dividido que nunca antes en la historia. La fraternidad democratacristiana se fue al tacho de la basura, pues ahora, ni siquiera, se tratan de camaradas – hay que recordar que en el Primer Congreso de La  Falange Nacional, realizado en el Sindicato de los Peluqueros, cuando hubo que elegir entre apoyar a Gabriel González Videla o a Eduardo Cruz-Coke, se lanzaban sillas en la cabeza del prójimo más cercano -.

En cuanto a la actitud que tomarán los  derechistas democratacristianos, Mariana Aylwin, al menos, ha tenido la franqueza que de decir que no votará por Guillier por ningún motivo deslizando la idea de que se abstendrá o votará nulo; cuesta creerle y a lo mejor en “la pieza oscura” decide su voto por Piñera- en cuyo caso me abstengo de opinar, pues no puedo – como el Padre Coloma, introducirme en la conciencia de mi prójimo -. Los demás reaccionarios de ese Partido están más lacónicos que Frei Ruiz-Tagale pensando, inteligentemente que ante tal despeñadero de la DC, es mejor hacer “mutis por el foro”.

Los conservadores democratacristianos, a través de la historia de este Partido, les hubiera gustado tener un candidato de la derecha democratacristiana: ya lo habían intentado con Edmundo Pérez Zujovic – amigo personal de Frei Montalva, en 1970 – y sí lo lograron Aylwin y Frei Ruiz-Tagle, en la década de los 90, en la transición a la democracia, pero hay que recordar que los comunistas estaban fuera de juego, y los socialistas estaban tan renovados, que se estaban convirtiendo, paulatinamente, en por ejemplo, simpatizantes del libre mercado, y siempre dispuestos a empinar el codo con whisky Chivas Regal – nada de roterías con el Ballantines sello rojo, mucho menos la cuba libre, que es sólo para comunistas -.

Cuando los reaccionarios freistas, del grupo de la Revista Política y Espíritu, no podían imponer un candidato de la derecha de la DC apoyaba a un progresista, Radomiro Tomic, por ejemplo, que siguió el camino propio en vista de que le fue imposible lograr la unidad social y política del pueblo.

Cuando los derechistas democratacristianos, ya dueños del Partido decidieron aliarse con la derecha, en las elecciones extraordinarias de Valparaíso, en 1971 y, posteriormente, integraron la Confederación Democrática (CODE), y terminaron apoyando a los militares golpistas. Como sabemos, fue un mal negocio pues, al poco tiempo, el general Óscar Bonilla, ministro del Interior, cerró la Radio Balmaceda, de la DC, y se insolentó con Patricio Aylwin, recordándole que el Partido Democratacristiano estaba disuelto.

Los derechistas democratacristianos, que francamente han colaborado con la derecha en distintas épocas, les han ido muy mal, como es el caso de Juan de Dios Carmona y William Thayer, yanaconas de la dictadura, que llegaron a ocupar algunos cargos secundarios en el gobierno militar. Posteriormente, algunos colorines, más reaccionarios que los de la UDI,  formaron el Partido PRI que, actualmente no logró elegir ningún parlamentario en las elecciones últimas.  (Dentro de los colorines, el más ridículo de todos fue Jaime Ravinet, ministro de Defensa de Sebastián Piñera, hoy se ha convertido en un arribista momio, con colleras y muy acicalado).

La decisión del Consejo de la Democracia Cristiana de apoyar a Alejandro Guillier en la segunda vuelta, el 15 de diciembre, viene a ser como un balón de oxígeno para el moribundo. A lo mejor, se desangrará lentamente o bien, revive transformado en enano en la casa de Blancanieves Guillier, que le concederá algunas pegas a cambio de apoyo, pero sobre todo, que haga innecesaria la aplicación de la muerte dulce.

Por esta y para evitar el quiebre, se mantiene la mesa, ahora dirigida interinamente por Matías Walker, pero en la Junta Nacional, de seguro, se elegirá una directica progresista.

Algunos comentaristas políticos para salvar a ese Partido de tanta prosapia e historia, han intentado hacernos creer que la Democracia Cristiana podría convertirse en un Partido bisagra, pero la realidad de la representación parlamentaria para el próximo período ni siquiera les da para eso y, así, se va convirtiendo en un Partido intrascendente.

(En la próxima entrega trataremos de los demás perdedores)

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

21/11/2017                                                                                                                

                     

 

 

 

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