Diciembre 5, 2024

Muera la inteligencia, viva el dinero

Los gritos del jefe de la Legión Extranjera, el tuerto y manco General José Millán Astray, adquieren actualidad en esta era de mandatarios ignorantes y millonarios que, perfectamente, podrían repetir los dichos del desalmado general fascista. Donald Trump, por ejemplo, se vanagloria de despreciar a los intelectuales y, por el contrario, de  rendirle culto a la incultura; Mauricio Macri, el Presidente y millonario y ridículo bailarín, se solaza en su desprecio al saber, como también  de arruinar por el alza creciente de los servicios básicos. Dentro de esta gama de multimillonarios y analfabetos literarios Sebastián lleva la delantera al recibir el premio de los más ignaros.

 

 

En el último foro presidencial, organizado por ANATEL, Sebastián Piñera, cuya estrategia marcada por sus asesores, consistía en guardar silencio para no perder votos, pero  el  rey de los lugares comunes   no pudo vencer su manía de pretender lucirse con citas de personajes famosos: “mentir, que algo queda”, frase que le atribuyó a Lenin;  a raíz de este desaguisado, los periodistas, integrantes del foro, se quedaron callados – bien por ignorancia o por porque Piñera ha sido otras veces su jefe, “poderoso caballero es don dinero” – y cuando llegó el turno asignado al profesor Eduardo Artés, lo corrigió convenientemente: “esta frase – amigo – pertenece al ministro de comunicaciones de Adolf Hitler, pregúntele a su vecino José Antonio Kast”. Piñera se desarmó entero cual muñeco de trapo y se le acentuaron sus marcados tics y se le acentuaron sus arrugas en las arrugas.

Jamás alabaré a la clase media que se ha enriquecido durante estos cuarenta años, de Pinochetismo, Piñerismo y Concertación: hoy, el culto al dinero y el desprecio a los valores intelectuales y éticos campean en los “fenicios”  de América Latina. Estos analfabetos políticos, intelectuales   y culturales terminarán, tal vez, eligiendo a Piñera, sea en la primera o segunda vuelta y es que no logramos motivos a la gran masa de jóvenes, pobres y flojos, que se abstendrán de concurrir a las urnas – sólo los muy “boludos” pueden decir “que no estoy no ahí con la política”, cuando la política hace lo que quiere con ellos -.

Durante su gobierno, Piñera se hizo famoso por las “piñericosas”: confundía a Alexander Selkirk con Robinson Crusoe; también decía que admiraba a William Defoe cuando su nombre es Daniel; confundió el nombre de nuestro anti-poeta Nicanor Para, llamándolo Nicolás; sostuvo que Pablo Neruda había nacido en Curicó, y que Chile se había independizado de los españoles hace 500 años; en su visita a los germanos, repitió el himno hitlerista “Alemania, Alemania sobre todo”. Al “glorioso” rescate de los mineros en San José, confundió a Florencio Ávalos con mi gran Florencio Ceballos, un hombre extraordinario – a lo mejor fue compañero de Sebastián Piñera en su paso por el Colegio Verbo Divino -.

El 12 de octubre de 1936 – antes el día de La raza, hoy, Día Nacional de España  – en el paraninfo de la Universidad de Salamanca se encontraba lo más grado del bando nacionalista, encabezado por Carmen Polo de Franco; presidía el rector de esa Universidad, Miguel  de Unamuno – antes exonerado por Manuel Azaña y repuesto por Francisco Franco – y estaba acompañado por intelectuales, entre ellos Francisco Maldonado y José María Pemán, además del general José Millán Astray. Francisco Maldonado atacó, violentamente, a catalanes y vascos expresándose como que “eran el cáncer de la nación, el fascismo, que es el sanador de España, sabrá cómo exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos”.

Según el historiador inglés, Hugh Thomas, cuando el general Milán Astray gritó “viva la muerte y muera la inteligencia”, Unamuno le respondió:

“¡Este es el templo de la inteligencia, y  yo soy su sumo sacerdote”. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto, yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi país. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España… – Antes Unamuno había dicho que – nuestra guerra es incivil. Vencer no es convencer, hay que convencer, sobre todo no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión…Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes llamándolos la anti-España…El señor obispo nacido en Barcelona es catalán… yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao y llevo toda mi vida enseñando la lengua española”.

El viejo rector – en ese entonces de 71 años – abandonó la sala entre gritos  y amenazas de “viva la muerte, mueran los intelectuales”, proferidos  por los falangistas. (A raíz de este acontecimiento, Unamuno fue exonerado por segunda vez como rector, esta vez por Francisco Franco, y condenado a prisión domiciliaria, donde murió dos meses después, el 31 de diciembre de 1936).

Con esta ola de incultura, ahora en pleno siglo XXI, no faltará quien profiera ofensas como muera la inteligencia y viva el dinero.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

11/11/2017                       

 

 

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