Diciembre 3, 2024

Trabajo en domicilio: La nueva industria textil chilena

La producción nacional de textil y de vestuario en Chile ha bajado fuertemente durante las últimas décadas. Esto causó la salida del mercado de gran parte de las empresas formales del rubro, mientras que la actividad de pequeños talleres a domicilio sigue vigente. En la actualidad, las trabajadoras textiles en domicilio, aquellas que tradicionalmente arreglan bastas, ajustan chaquetas o cambian cierres, siguen incursionando fuertemente en la cadena de suministro de la industria textil y del vestuario como forma de aumentar sus ingresos.

 

La investigación denominada: “Estudio del trabajo en domicilio en la cadena del vestuario en Chile y de la creación de organizaciones sindicales territoriales de las trabajadoras involucradas”, que fue realizada por la Fundación Sol en conjunto con la OIT, señala que las trabajadoras textiles en domicilio están produciendo para intermediarios que abastecen a la industria textil mayorista y que las condiciones laborales en las que esta dinámica se desarrolla son de alta precariedad, con bajas remuneraciones y sin acceso a la seguridad social.

 

“Si bien el trabajo remunerado realizado en el domicilio no es algo nuevo, los cambios en la matriz productiva del país han llevado a una reorganización de la producción y al surgimiento de nuevos escenarios, en los que muchas trabajadoras han quedado en un “área gris” que les impide poder acceder en plenitud a sus derechos laborales, por eso el interés de la OIT y de la Fundación Sol de profundizar y analizar la situación en la que actualmente está este sector”,  destacó Gerhard Reinecke, Especialista en Políticas de Empleo de OIT.

 

“El problema fundamental, es que parecen trabajadoras independientes, pero en realidad están insertas en una cadena de relaciones de dependencia a través de las cuales, por ejemplo, el nivel superior de la cadena –en este caso el retail- logra vender las prendas a precios mucho más altos que el costo real. De ahí que la ganancia se sostenga no en el valor intrínseco del producto, sino en las bajas remuneraciones pagadas a los eslabones inferiores de la cadena, representadas por las mujeres trabajadores textiles y sus hogares”, señala Alexander Páez, investigador de Fundación SOL y coordinador del estudio.

 

El encadenamiento que se observa en el proceso de las prendas de textil en Chile tiene como operadores líderes a las grandes empresas del retail y a las empresas y establecimientos que demandan vestimenta institucional. Los eslabones intermedios de la cadena son las empresas pymes confeccionistas que abastecen a estos usuarios finales (grandes tiendas y empresas que usan vestimenta institucional).

 

Temporeras de la ropa

Las trayectorias de las trabajadoras están marcadas por la estacionalidad, de manera que estos perfiles no son necesariamente únicos, excluyentes ni permanentes. Trabajar de forma dependiente o independiente está principalmente vinculado a determinados momentos del año por incremento de demandas en ciertos nichos; es más, las modalidades y ocupaciones también pueden ser mixtas incluso en un mismo día, como formas complementarias de generación de ingresos.

 

Lo difuso de este trabajo dificulta el empadronamiento. No hay cifras exactas de cuántas, dónde ni en qué condiciones. También es difuso el “para quiénes o quién”. “Por eso nos ha sido muy difícil dar con una cifra exacta de cuántas son las mujeres que se encuentran en esta situación, sabemos lo que hacen y tenemos certeza de las condiciones de precariedad laboral en las que viven, pero aún no sabemos cuántas son”, señala Alexander Páez, Coordinador del Estudio.

 

Otra dimensión crítica es que el trabajo textil en domicilio es invisible. Las mujeres en muchas ocasiones no se consideran “trabajadoras” -como productoras de ingresos- dado la inestabilidad, las bajas remuneraciones que suelen percibir, y no formar parte de un espacio físico como era una fábrica textil.

 

“La fragmentación productiva estructural de la fábrica textil y la flexibilidad laboral que dispersó la confección en los hogares, ha naturalizado el trabajo textil como un trabajo doméstico escasamente remunerado. Se ha entendido el trabajo textil como una labor que, al realizarse en su mayoría por mujeres dentro del hogar, contiene una capacidad productiva para el mercado que no necesariamente se remunera por sobre los costos de producción, al ser los ingresos muy bajos en relación a las necesidades de reproducción del hogar”, explica Páez.

 

La inseguridad asociada al trabajo textil en domicilio se puede observar en términos laborales y económicos, pero la arista más común y distintiva dice relación con la inexistencia de seguridad para lograr ejercer derechos sociales básicos asociados a su condición de “trabajadoras”.

 

La falta de seguridad social, producto de una ausencia de sistema de seguridad social, más los bajos salarios, configuran una situación económica de inestabilidad financiera permanente.

 

Precarias condiciones de salud

Trabajar en el domicilio para el rubro textil y de confección tiene múltiples factores de riesgo. Un área de suma preocupación es la de la salud física y psicológica de las trabajadoras, problemas que están muy asociados a la falta de cobertura de derechos sociales a la cual se ven sometidas.

 

Muchos de los problemas físicos habituales están asociados a la postura que exige el trabajo, a lo que se suma la falta de mobiliario e iluminación adecuados para el mismo. “Los problemas de salud se empiezan a notar con la edad, aunque hay algunos que se notan al tiro, la columna, las manos con la tijera, el dolor de cabeza con el estrés, etcétera. Como nadie se hace cargo, las trabajadoras optan por hacerse las locas no más, porque no pueden pagar una consulta particular con un médico y si van al consultorio pierden toda la mañana y a veces ni te atienden. También está el tema de la autoestima de las costureras, que es bajísima, porque no tienen vida”, señala una dirigenta sindical de Viña del Mar, como parte de los testimonios que aparecen en el estudio.

 

En cuanto a los problemas psicológicos, se observa una extendida sensación de aislamiento y soledad. Además, al realizar el trabajo en casa y salir poco, las trabajadoras suelen no preocuparse de su aspecto físico, lo que repercute en sus niveles de autoestima, tal como señala el testimonio antes citado.

 

En respuesta a esta situación, organizaciones sindicales locales de trabajadoras textiles en sus domicilios se han empeñado en darle valor al trabajo de las mujeres confeccionistas mostrando las consecuencias del aislamiento y la invisibilización del trabajo a domicilio, y poniendo en evidencia la desprotección de estas trabajadoras. Asimismo, han buscado relevar la naturaleza “dependiente” de buena parte del trabajo textil “independiente” en domicilio.

 

Una de las organizaciones que apoyó la elaboración de este estudio y que fue pieza clave en el acercamiento hacia las trabajadoras, es la Confederación Nacional de Trabajadores Textiles (Contextil), y sus sindicatos de trabajo en domicilio afiliados (sindicatos de base), y la Coordinadora Nacional de Trabajadoras Textiles de sus Domicilios (CONATRADO), a través de los cuales fue posible conocer el trabajo de los sindicatos territoriales textiles, instancias que se han convertido en espacios de socialización y de reconocimiento de pares (a pesar de las diferencias internas), motivando la identificación de las mujeres como trabajadoras (y no sólo como personas que trabajan o ayudan en casa) y promoviendo su autonomía e independencia económica.

 

Regulación del trabajo a domicilio

En este sentido, la OIT ha destacado la importancia de lograr el reconocimiento y regulación del Trabajo a Domicilio a través de la ratificación del Convenio 177 y de la adopción de las orientaciones de la Recomendación 184 de la OIT, que abordan este tema, y a través de los cuales se busca asegurar que estas trabajadoras reciban el mismo trato que los demás y tengan los mismos derechos a: crear y unirse a organizaciones de trabajadores de su elección; protección contra la discriminación en el empleo; protección en materia de salud y seguridad ocupacional; remuneración; protección de la maternidad, entre otros.

 

Dentro de las solicitudes expresadas por las organizaciones sindicales del sector, están, además: propiciar negociaciones colectivas tripartitas por rama de actividad en la industria textil, lograr Tarifados Nacionales Unificados y promover la conformación y mantención en el tiempo de sindicatos de trabajo a domicilio y sindicatos de empresa del área textil, confección y afines, incentivando la afiliación masiva a todos los niveles.

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