Diciembre 9, 2024

Un imperio y varias vergüenzas

Sigue el cerco desde el poder imperial del país del norte –no tengo otro nombre para calificar sus actos- contra el pueblo venezolano.  Un cerco que -contra la opinión establecida en los medios y por los opositores venezolanos cómplices-, no afecta tanto al gobierno o a sus personeros, sino que castiga directamente la vida cotidiana del pueblo venezolano.   Cada vez que el poder del país del norte pretende asfixiar gobiernos que no son de su agrado, como buen imperio que es, es todo un  pueblo el que sufre las consecuencias. No hay humanidad ni compasión en los jefes del imperio. Eso no hay que olvidarlo.

 

 

Un  ejemplo:  los problemas que vivimos como sociedad chilena desde que Salvador Allende ganó la presidencia en septiembre del año 70. Aquellos que pertenecen a corrientes derechistas o antisocialistas tienen esta información, tienen estos datos, sin embargo, su ceguera o interés ideológico-clasista  es tal, que no atinan a conectar los sucesos, los efectos y sus varias causas. No puede olvidarse que Nixon y su asistente Kissinger, por cierto, azuzados también por las fuerzas centro-derechistas desde acá (mismo caso de Venezuela otra vez..) –y todo eso está documentado por si acaso lector/lectora-, desde antes de la misma elección del 4 de septiembre, estaban ya actuando y trabajando, primero, para impedir la asunción de Allende, y después, para boicotear directamente su gobierno. 

 

El lema  en estos casos es el mismo: un gobierno de estirpe popular y al servicio de las mayorías, o que se reivindique del pueblo, no puede tener éxito.  Y esto, va más allá de los posibles errores o equivocaciones que pueda cometer un gobierno (algo que está siempre dentro de lo posible por lo demás).  Gracias a la política opositora anti-UP de esos años,  más la participación del gobierno norteamericano y sus aparatos de inteligencia, sufrimos vicisitudes de diverso rango y alcance. Sin duda, las más crueles y de efecto hasta el día de hoy fueron las políticas aplicadas por el gobierno dictatorial (con, de nuevo, al menos la complacencia del gobierno de los USA),  con los torturados, exiliados, presos, desaparecidos, y la modificación radical impuesta  en la economía, la cultura y la política del país, bajo el dominio del dogma ideológico del neoliberalismo, el cual  perdura hasta el día de hoy.

 

Pero hay otros pueblos que han sufrido la mano imperial y cruel de los USA. Uno de ellos es la isla de Cuba. ¿Me puede usted decir qué justifica en el presente la mantención de un bloqueo como el que hace EEUU contra esa isla, después de…cincuenta años, afectando claramente sus posibilidades de desarrollo propio? Un bloqueo que a nivel internacional solo tiene dos votos de aprobación en las Naciones Unidas: el propio de los USA y el de su aliado de siempre, Israel. Pero claro, ya antes de lo de Cuba y Chile, la vocación imperial y de dominio se había dejado caer sobre nuestra América.  Fíjese que después de 1898, cuando los USA entran en guerra contra el imperio español para conquistar sus territorios coloniales (Filipinas, Puerto Rico y Cuba),   invadirá  en las décadas siguientes treinta y cuatro veces a los países de la cuenca del Caribe, ocupando México, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Haití, Cuba, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. ¿Lo sabía usted? Después de la Segunda Guerra Mundial,   tendremos las invasiones contra Guatemala, República Dominicana, Panamá,  Granada y, no podemos olvidar, la guerra sucia contra el gobierno sandinista de Nicaragua (sin hablar  de lo sucedido con Irak, Afganistán, Siria o Libia).  ¿Le parece algo menor a usted? ¿Le parece expresión de un país respetuoso de la autodeterminación de pueblos y naciones? Por cierto, los norteamericanos ensayan sus  justificaciones a tanto despropósito: la doctrina Monroe o el principio del Destino Manifiesto. Ambas argucias sin ningún fundamento ni político, ni histórico, ni cultural. Pero falsedades útiles para reinar en lo que llama su “patio trasero”.

 

 

 

Lo que parece otra vergüenza, no es sólo la vocación imperial de dominio de los USA, sino la falta de vergüenza de nuestras elites gobernantes que se inclinan –como el presidente del Perú y la OEA, cual “perritos falderos”-  ante ese poder como súbditos y le apoyan en sus tratativas golpistas y desestabilizadoras del gobierno legítimo de Venezuela.  

 

Particular vergüenza dan gobiernos  neoliberales y corruptos, como los de Brasil, Paraguay o Argentina.  Pero también es de lamentar la política exterior de Chile, que se digna recibir a dirigentes derechistas opositores, claros responsables de protestas violentas que generaron en ese país más de 100 muertos, y que tienen como único interés  derrocar por la violencia al  gobierno actual,  para tomar ellos el poder y ponerlo de nuevo al servicio de intereses oligárquicos y transnacionales. ¿Será todo esto la expresión refinada del cinismo y la hipocresía  que predomina en el quehacer político y cultural del capitalismo actual, en su etapa de decadencia? ¿Para reflexionar no cree?

 

 

 

Pablo Salvat

 

 

 

 

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