A comienzos de marzo del año 2014, se escribió un breve artículo titulado “El Presidente Maduro debería estudiar a Maquiavelo”. Este artículo fue publicado por el diario El Clarín de Chile. En este trabajo se trata de hacer un breve análisis de la situación política venezolana después de la muerte del Presidente Hugo Chávez.
Se señalaba que el Presidente Chávez había alcanzado el poder político, gracias a sus grandes conocimientos y habilidades politológicas. En otras palabras, Chávez había subido a cima de la cumbre política de su país por sus propios medios y en este ascenso, la suerte o la también llamada “fortuna” no tuvo la más mínima participación. Se señalaba también que la Revolución Chavista había tenido numerosos logros. Entre ellos estaba la drástica disminución de la pobreza y la desigualdad en la población y el rápido mejoramiento del estándar de vida de la clase trabajadora venezolana. Pero el logro más importante había sido sin duda, una drástica reducción de lo que en ciencia política se llama “la falsa conciencia”. El pueblo chavista había experimentado un trascendental cambio cultural. Ahora pensaba y actuaba de acuerdo a sus propios intereses y por fin se había arrancado la mentalidad de esclavo pasivo condenado a trabajar para enriquecer a una corrupta y despótica elite privada empresarial.
Este crucial fenómeno, creó un cambio trascendental en la política venezolana. La corrupta élite burguesa con horror se dio cuenta que si las tendencias revolucionarias continuaban, pronto sufriría la misma suerte que décadas antes había experimentado la corrupta burguesía cubana. La realización de este inesperado fenómeno (pérdida de la falsa conciencia), radicalizó a los partidos burgueses, los que rápidamente abandonaron el juego democrático y adoptaron desesperadas tácticas fascistas. Los partidos burgueses en pánico se unieron y decidieron acabar con la Revolución Bolivariana. Mediante el uso de una estrategia conformada por constantes manifestaciones masivas que eventualmente terminan en guerrillas callejeras donde siempre había muchos heridos y algunos muertos. Esta fue la nueva estrategia de guerra urbana que pasó a llamarse guerra de “guarimbas”. Como consecuencia de esta estrategia, se produjeron cientos de ataques callejeros, todos ellos organizados en los barrios acomodados de las ciudades de Venezuela. Jóvenes golpistas enmascarados, muchos de ellos con entrenamiento militar, causaron cientos de heridos y asesinaron a más de 30 personas entre mediados de febrero y fines de marzo de año 2014. Además se destruyeron una gran cantidad de edificios públicos, vehículos de la locomoción colectiva, clínicas y hospitales populares, universidades, bibliotecas, centros deportivos y oficinas gubernamentales. También se incendiaron bosques y centrales eléctricas que dejaron sin energía a pueblos enteros. La idea aquí era crear el caos social, y con ello, la paralización del aparato estatal.
En las zonas urbanas dominadas por la burguesía, sus habitantes levantaron grandes barricadas para interrumpir el tránsito. Ello se hizo con escombros, troncos de árboles, neumáticos, montañas de basura y vehículos fiscales quemados. Estas guarimbas, tenías como objetivo cortar el tránsito público hacía los barrios exclusivos de la burguesía. Los ciudadanos y policías que trataban de despejar las vías, eran tiroteados por francotiradores debidamente entrenados. Además de todo esto, el gobierno detuvo y luego deportó a centenas de paramilitares colombianos que habían funcionado como fuerzas de choque de las guarimbas. Toda esta rebelión armada claramente indicaba que la derecha venezolana, se había transformado en una salvaje fuerza golpista y fascista. Los fascistas saben que la única manera de vencer en un clima pre-revolucionario, es re-establecer por el terror, la falsa conciencia en la mente de trabajadores y campesinos. Los fascistas saben que al ciudadano humilde que ha salido de su falsa conciencia, solo se le puede inmovilizar políticamente mediante el miedo y el terror. Este fenómeno se ha dado en todos aquellos países donde la burguesía ha tenido por años y muchas veces por siglos, el poder político absoluto. Los burgueses consideran que estos poderes y privilegios han sido legalmente adquiridos gracias a su esfuerzo y capacidad empresarial.
Maquiavelo estudio con gran cuidado, y abundante documentación, lo que él llamó “la conciencia de los ricos”. Esto se hizo tanto en el Príncipe, como en los Discursos de la Primera Década de Tito Livio. Llegó a la conclusión que los ricos, creen que tienen derecho a su alto estatus social y a sus privilegios, pues ellos han sido preferidos y bendecidos por Dios. Con este tipo de creencias y valores culturales, las clases nobles y ricas, son siempre enemigos mortales de aquellos líderes populares, (Maquiavelo los llama príncipes nuevos) que desean crear una sociedad más humana, menos injusta y más igualitaria. Maquiavelo también analiza en detalle, los insolubles problemas que tiene un príncipe nuevo que llega al poder gracias a la suerte o también llamada “Diosa Fortuna”. En este caso crítico, el príncipe nuevo no tiene los llamados “fundamentos”, es decir, no es enormemente sabio, no es astuto como la zorra, ni es valiente y feroz como el león. Maquiavelo concluye que la historia señala con claridad que las posibilidades de sobrevivencia de un príncipe de este tipo son prácticamente nulas. Agrega que la única salida para un príncipe sin los fundamentos necesarios para gobernar, es trata de apaciguar la situación, ganar tiempo y luego dedicarse por entero para adquirir dichos fundamente indispensables y necesarios. Si fuera de todo lo anteriormente señalado, la sociedad es totalmente corrupta, el príncipe nuevo debe transformarse en un genio de la simulación y el engaño. De esta forma no tiene otra alternativa, que hacer uso inteligente de la maldad. La grave problemática del príncipe nuevo, que sube al poder gracias a la fortuna es discutida extensivamente por Maquiavelo en distintos libros y tratados.
Maquiavelo estudió con particular detalle, la problemática que enfrentaron, príncipes nuevos tal como el Rey David de Israel, Felipe de Macedonia, Alejandro Magno, los primeros cuatro reyes de Roma (Romulo, Numa, Tulo y Anco), Agatocles de Siracusa, y Francisco Sforza. Sin embargo, dedicó un capítulo especial a la larga historia de César Borgia en detalle. César Borgia gracias a su buena fortuna, heredó un ducado que le regaló su padre, el Papa Alejandro VI. César Borgia no tenía experiencia como gobernante, pero era un joven extremadamente vigoroso, inescrupuloso, astuto, y enormemente inteligente. César se dio cuenta de la realidad futura que le esperaba. Pensó que a la muerte de su padre, el nuevo Papa, reclamaría su derecho al ducado perdido. Por lo tanto, César entendió desde un comienzo, el gravísimo peligro de perder su ducado, y que este era claro y evidente. No obstante, Cesar, con enorme energía, constancia y dedicación, utilizó una gran cantidad de tiempo en estudiar historia, y sobre todo el arte de la política y la guerra. Aquí tuvo la ventaja de contar con excelentes profesores y la gran biblioteca del Vaticano. De esta forma, César pudo rápidamente acumular, una gran cantidad de conocimientos teóricos, y ello compensó en parte, la falta de experiencia práctica. No obstante, adquirió la práctica necesaria conquistando una gran cantidad de nuevos territorios y provincias italianas. Así en pocos años, César Borgia adquirió, los “fundamentos básicos”, es decir, sabio, astuto y feroz. Estos fundamentos son una condición sine qua non para que un nuevo líder sobreviva, en la cúspide del poder, o sea, la cima de la montaña donde siempre soplan vientos huracanados y todos los días están plagados de constantes crisis.
Maquiavelo hace una descripción detallada, de cómo César Borgia ganó paulatinamente gran poder y prestigio, como excelente líder y guerrero. César no buscaba el cariño de sus súbditos, sólo le interesaba que lo temieran y respetaran. Maquiavelo ilustra todo esto con un ejemplo de lo que César hizo para pacificar la Romaña. Esta era una de las provincias más corruptas de Italia. En Romaña, gracias a la injusticia extrema y la total corrupción de los ricos gobernantes, se había creado una enorme miseria entre la inmensa mayoría del pueblo. Todo esto hacía que la región entera, estuviera sumida en el caos, el crimen, la injusticia y la total anarquía. César envió a uno de sus mejores ministros, a poner orden en Romaña. El ministro tuvo éxito en pacificar la región, pero cometió graves crímenes contra ciudadanos inocentes. Al observar César que el odio contra su ministro, también empezaba a dirigirse contra él mismo; decidió que este ministro debía ser eliminado de forma ejemplar. Fue así como ordenó descuartizarlo en la plaza pública de la ciudad principal. Este brutal acto de justicia extrema, dejó perplejos a los ciudadanos de Romaña, que vieron con asombro como César liquidaba a los ricos, y al mismo tiempo liquidaba a sus propios ministros, que se atrevían a desobedecerle. La historia de este patético evento, corrió como pólvora por toda Italia, y así César conquistó nuevos territorios, sin tener que utilizar su fuerza militar.
Volviendo a Venezuela, es preciso reconocer, que los actuales líderes de la revolución Venezolana no han aprendido suficiente de sus errores como gobernantes. En primer lugar, es preciso señalar que no se castigó ejemplar y severamente a los culpables de los intentos sediciosos y traidores del año 2014. Tampoco se castigó severamente a funcionarios gubernamentales culpables de cometer gravísimos errores en los esfuerzos por pacificar el país. Tampoco se ha castigado a los culpables de aumentar la gran crisis económica que sufre Venezuela. Por otra parte, el gobierno no se aplicó con inteligencia y a fondo para ganar la elección parlamentaria de hace un par de años. Y así se perdió estúpidamente el poder legislativo. Los líderes venezolanos deben recordar, que el Estado moderno se creó para desarrollar y mantener la paz social, y eliminar las leyes de la selva con sus consecuentes injusticias, crímenes, y corrupción desatada.
En los últimos 4 meses, una vez más la derecha fascista venezolana, ha alterado y destruido gravemente el orden público y ello ha retrasado enormemente la recuperación económica y social que el país urgentemente necesita. En vista de la gravedad de la situación, el gobierno venezolano ha convocado a una asamblea constituyente. La elección para dicha asamblea, se realizó hace unos pocos días atrás. Es de esperar que una de las primeras medidas que la asamblea constituyente tome, sea la designación de un nuevo líder, que esta vez pueda repetir los logros que el Presidente Chávez tuvo durante su mandato. Es también de esperar que los nuevos gobernantes bolivarianos, repitan los éxitos revolucionarios que tuvieron líderes que sí sabían gobernar en países que sufrían de extremado subdesarrollo político en su clase burguesa. La revolución bolivariana, debería seguir el ejemplo que dio Lenin y Stalin durante los primeros años de la Revolución Rusa, El ejemplo que dio Mao Tse-tung durante su gran marcha en China. También debería seguir el brillante ejemplo de Fidel Castro durante invasión de la Bahía de Cochinos y luego con la consolidación de la Revolución Cubana. Finalmente los líderes venezolanos deberían seguir el ejemplo que dio Hồ Chí Minh y el general Võ Nguyên Giáp en su brillante victoria de Vietnam.
En aquellos países políticamente subdesarrollados del planeta, y que han sufrido por siglos la explotación, la dependencia, la miseria, la injusticia y la muerte, y donde el ciudadano verdaderamente democrático, honesto, asociativo y participativo no existe; es definitivamente absurdo y suicida, esperar que los graves problemas de las sociedades en desarrollo se resuelvan mediante los principios, modelos e ideas políticas del moderno liberalismo occidental. El milagro liberal sólo se puede dar en aquellos países que por siglos han tenido una ética de trabajo productivo y han luchado por la libertad, la igualdad y la fraternidad. Esta especial cultura liberal sólo se da en países del norte de Europa, Canadá y Australia.
F. Duque Ph.D.
Cientísta Político
Puerto Montt, agosto de 2017