Diciembre 4, 2024

Ojo con el “Bufón Piraña”

Desde hace años, cierto bufón de dudoso linaje, estilo engolado y sonrisa turbia, se mueve en la política y las altas finanzas. No diremos de sonrisa cínica. De ser así, se requiere aptitud de actor y él dista de serlo. Se empeña en hacer reír refiriendo historias vulgares cuando se ve rodeado de una multitud.

 

 

Sin embargo, termina como llorona de funeral, cuando se digna pedir disculpas a medias.

 

Siempre recuerda en sus opiniones al dictador Augusto Traidoruis, alias Daniel López Riggs y se jacta de ser su admirador cuando intenta atraer a quienes aún lo veneran. Conoce al dedillo de sus tropelías, homicidios, bravatas, chanchullos para enriquecerse. Y ni se inmuta. Responde a su lealtad surgida de tanto babosear su fotografía.

 

Por algo, el sátrapa se esmeraba en agradar a sus mentores. Lo pusieron ahí al descubrir su mediocridad, proclive a la traición, y le exigían asesinar.

 

Claro que, cuando empezó a robar, quienes lo apoyaban se asustaron. Invadía sus privilegiados cotos de caza. Entonces, el bufón candidato a rey se apresura a justificarlo hasta la saciedad, y derrama lágrimas de fingida viuda, para exaltar su figura, hundida en las letrinas.

 

Muerto el tirano, los enlutados de su siniestra camada, lloran su ausencia y claman al cielo: “Ojalá aparezca quien lo sustituya”. Alerta, gimen y dirigen sus ojazos de cocodrilo a lontananza. Preguntan en conjunto: “¿A quién debemos apoyar ahora?”

El coro que interpreta una misa de réquiem, responde: “Tugar, tugar, salir a buscar”.

 

En sus manoseados naipes funestos, que barajan a diario con habilidad de tahúres, mientras invocan al redentor y ahora cómico Piraña, quien por arte de hechicería, se salvó de la cárcel, donde aún lo esperan con los brazos abiertos. 

 

Sus compinches examinan sus cartas como avezados jugadores de póker, y muy bien saben las bondades del postulante cómico de Linares, para ser candidato a la presidencia.

 

Lo han seleccionado entre una veintena de chupa cirios, por ser inescrupuloso, simulador, beato y amigo incondicional de la oligarquía. De probada lealtad al fenecido dictador; capaz de seguir sus métodos, y saber disfrazarse de demócrata.

 

Este bufón, quizá ha leído la historia de cada uno de sus antecesores de oficio, a quienes ha querido imitar. Se jacta de ser émulo de Kurtz, cómico de Maximiliano de Alemania, dotado de gracia y desplante, que lo convirtieron en personaje. De Triboulet en Francia, cuya agudeza inspiró al escritor Víctor Hugo. A Calabacillas, a don Diego de Acedo, por nombrar a algunos bufones pintados por Velázquez. ¿Cómo olvidar a los graciosos de las obras de Shakespeare y de algunas óperas? 

 

Pero al bufón de nuestra historia apenas si le alcanza el caletre para ser divertido. Se esmera, y en las mañanas mientras se mira al espejo y se afeita, se golpea la cara y dice: “¿Hay alguien más gracioso y entretenido que yo?”

 

Por naturaleza, este bufón criollo muestra quejumbres de viejo gagá, metido en el sarcófago del desdén. Utiliza ese airecillo bobalicón heredado de su niñez. Seguro que se hacía el vivo para quitarle las bolitas a sus compañeros de juego.

 

Desde su infancia ha luchado por ser centro de mesa a costa de sarcasmos, chistes manoseados donde la vulgaridad campea. Si fuese ingenioso sabría cómo medir su deslenguado vocabulario.

 

Chaplin manifestaba que es más difícil hacer reír que llorar. Nuestro bufón criollo, estira los bracitos y se esmera en alcanzar la esquiva fama, que se le distancia.

¿Ensaya? Desde luego que sí, porque debe mantener entretenida a la audiencia, a quienes lo alaban y le quitan la caspa de sus solapas.

 

En Linares quiso hacerse el gracioso a costa de las mujeres, pues quienes utilizan este recurso bastardo, demuestran pobreza de ingenio.

 

Los verdaderos cómicos se  ríen de sí mismo, lo cual evita nuestro bufón de cuneta, quizá por pudor.

 

El hombre tiene su mérito. Es cierto que sabe gesticular, hacer muecas, guiños y tic como péndulo de reloj.

Como utiliza la jactancia de niño bien, por enésima vez se puede morder la lengua.

 

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