Diciembre 3, 2024

Mi tía a la presidencia de Chile

—Me voy a presentar como candidata a la Presidencia de la República —suspira tía Sofanora- cuyo nombre nada tiene que ver con la Sofofa, mientras compartimos sendas tazas de té.

 

 

Como estoy acostumbrado a sus exabruptos, antojos de viuda anarquista, aunque ella alega ser nihilista, no me atrevo a preguntar nada, mientras no dé pistas sobre su aspiración.

—Estoy aburrida, sobrino, de escuchar a mis amigas y a quienes no son mis amigas, a despotricar en contra de la política actual. Tú, dicen, resolverías de una plumada los entuertos de este país, aún herido por la dictadura y ahora por esa manía de querer en carretillas llevarse a la casa, la plata de las instituciones.

-Es una justa observación, la suya.

Ellas, que no votarían jamás por “Chile (nos) Vamos”, aunque se fueran, lo ven al servicio de la oligarquía y las empresas extranjeras. ¿Qué opinas, sobrino, amigo de vagar?

—Usted tía Sofanora puede presentarse, pero ignoro qué partidos o coaliciones la apoyarían.

—Nada de coaliciones, grupúsculos, ni partidos políticos, sobrino. El pueblo está conmigo. Si hasta la Lucía, viuda de…

—Tía, tía, ni siquiera la mencione. Le lloverán las críticas.

—¿Qué tienes tú en contra de la catedrática de la Sorbona, Lucía Zarracatín, viuda de Daniel López Riggs?

—Pero tía, si estamos hablando del mismo personaje.

—Basta de tus sospechas de escribidor de novelas panfletarias que nadie lee. En esta carilla, anoté algunas propuestas de gobierno. Primero: Convocar a una Asamblea Constituyente. Segundo: Trasladar el Congreso a Puerto Montt. Tercero: Enseñanza gratuita y obligatoria desde el parvulario hasta la Universidad. Cuarto: Quitarles las AFP, las ISAPRES a los delincuentes, y que las administre el pueblo. Quinto: Nacionalizar el agua. Si no se hace, sólo mearán los ricos en el futuro. Sexto: Quemar en la plaza pública la Constitución y redactar una nueva. Séptimo: Darles dignidad a los profesores, como sucede en los países donde aman la cultura. ¿Qué opinas?

—La felicito tía, pero trasladar el Congreso de Valparaíso a Puerto Montt, lo juzgo casi un antojo.

—¿Antojo has dicho? Ofendes mi inteligencia, destacada por Amanda Labarca. La idea consiste en estimular otras zonas del país. Después, llevamos el Congreso a Punta Arenas, y enseguida a Arica. Todos tienen derecho a usufructuar del poder y saber cuáles parlamentarios tienen caradura.

—Esta medida, tía Sofanora, parece populista.

—¿A mí me acusas de populista, mientras a ti ni siquiera te publicaron tus poemas cursis en la revista El Peneca? 

—No se ofenda, tía. Como el populismo está en boga y nadie entiende lo que significa, ni siquiera los populistas, la palabreja sin querer brotó de mi boca.

—Entonces, mantenla cerrada mientras hablo. Apenas asuma, voy a revisar los impuestos a las empresas que no pagan ni un centavo. Multar a los negocios que no entregan la boleta. Preguntarles a quienes mantienen cuentas brujas en el exterior, si de verdad creen ser patriotas y obligarlos a traer ese dinero a Chile.

—Yo votaría por usted tía, sin embargo, apenas exponga su programa, la van a silenciar. Sucede que usted está en contra de la farsa, de la alienación, del latrocinio y eso es parte del folclore de nuestro país, herencia de la dictadura.

—Así también lo veo yo, sobrino. Entonces, no me presento y que nadie vaya a votar. Así continuamos con la farándula, hasta fines de este siglo.   

 

 

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