Diciembre 9, 2024

Contradicciones internas; míster Trump, así caen los imperios

Donald Trump ha tirado violentamente del mantel y al parecer quedará poca vajilla en pie. Si usamos los refranes chilenos podríamos sospechar que el inefable mandatario yanqui anda “arrastrándole el poncho al mundo”. Le van quedando ya pocos amigos, sólo los gobiernos de Inglaterra y Tel-Aviv han manifestado oficial y públicamente su decidido apoyo a las políticas que Trump desea implementar a nivel planetario.

 

 

¿Y Chile? Bueno… somos una pequeña y frágil nación que depende en demasía del humor que puedan tener los gobernantes estadounidenses, tanto como las necesidades que manifiesten las grandes corporaciones y megaempresas de ese país. Generalmente nuestros gobiernos bailan al ritmo del vals que suena en la Casa Blanca, y muchas veces bailan sin haber sido invitados a hacerlo; les basta escuchar la música para salir al medio de la pista. Somos algo así como un pelo de la cola del gigantesco animal.  O dos pelos… para que los chauvinistas de epidermis sensible no se indignen.

Las contradictorias (y vergonzosas) declaraciones que realizó nuestro canciller Heraldo Muñoz con un par de semanas de distancia entre ellas, bastan para demostrar el carácter cipayo de nuestros gobiernos con respecto a los Estados Unidos de Norteamérica. Durante la campaña presidencial en USA, cuando Trump amenazaba con el retiro de USA del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, conocido con las siglas TPP, Muñoz declaró que “allá ellos; en Chile vamos a continuar con nuestra apertura al mundo con quienes estén dispuestos a seguir con este recurso de integración”.

Sin embargo, no bien Donald Trump asumió la presidencia y reafirmó el retiro de su país del TPP, el mismo Heraldo Muñoz dio un giro en 90º declarando que “el proyecto se cancela en Chile”. ¿Se da cuenta, amigo lector? Cipayismo en su máxima expresión. Claro, somos una nación pequeña y frágil, pero también somos un país lacayo de otro porque nuestros gobiernos así lo establecen.

Volvamos a Donald Trump, que es el tema que invoca este artículo. ¿Tambalea la ‘globalización’ con las medidas que Trump ya ha tomado, y con aquellas que  amenaza aplicar pronto? Un destacado economista estadounidense, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía el año 2008, profesor en la Universidad de Princeton y en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, columnista también en el diario The New York Times, ha escrito con plena certeza que “la gente se mofa de Trump, porque México no pagará el muro”, y quienes lo harán finalmente serán los consumidores estadounidenses obligados a financiar el impuesto extra de 35% que Trump cargará a las importaciones provenientes del país fronterizo. Krugman, en un artículo escrito para The New York Times, asegura también que “la credibilidad de Estados Unidos va en picada”. 

México –que de corrupciones y chaqueteos podría dar cátedra- esta vez asumió una posición digna de ser destacada. “Podríamos financiar la construcción del muro, pero sólo si se construye en las fronteras que teníamos con EEUU el año 1848”, lo que significa recuperar territorios como California, Nuevo México y Texas.

Por otra parte, y esto debe ser considerado con la seriedad que amerita, Donald Trump parece estar dispuesto a derribar el gigantesco sistema de acuerdos comerciales que el propio EEUU creó e impuso en el planeta. Por ello, si decide romper una de las reglas fundamentales de esos acuerdos, vale decir, elevar unilateralmente los aranceles de importación de productos provenientes de un determinado país socio, las consecuencias podrían ser extremadamente graves para el comercio mundial y, obviamente, para el propio EEUU, ya que el resto de las naciones participantes en tales acuerdos seguirían el ejemplo de la Casa Blanca.

A lo anterior, debe agregarse la actual política de inmigración desglosada de las medidas adoptadas por el gobierno de Trump, específicamente aquellas que limitan el ingreso de musulmanes al país, lo cual ha generado un alerta mundial ya que, por ejemplo, Irán es el primer territorio que responde como posible efecto boomerang, pues según informó Teherán, “la república islámica de Irán, para defender los derechos de sus ciudadanos y hasta que se solucionen todas las limitaciones insultantes de los Estados Unidos contra los nacionales iraníes, aplicará el principio de reciprocidad”.  

El decreto firmado por Donald Trump suspende el programa estadounidense de acogida de refugiados durante al menos 120 días, vengan de donde vengan, mientras se concreta el futuro sistema de verificación de visas. Pero, también prohíbe la entrada a Estados Unidos de viajeros procedentes de países de mayoría musulmana -Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen- durante 90 días. 

“Aguanta Israel, ya vamos”, anunció cuando aún era candidato a la Casa Blanca, en clara alusión a que su gobierno sería decididamente pro israelí, lo que en cierta medida –en cuanto al conflicto de Tel-Aviv con los territorios palestinos- significaba oponerse también a las recomendaciones de la ONU. Y no sólo quiere Trump ningunear a la ONU, también lo ha hecho con la OTAN, aduciendo que EEUU es quien financia en gran parte los gastos de esa organización.

El gran Físico Isaac Newton, en su “Tercera Ley”, se refirió al Principio de Acción y Reacción, señalando que “si un cuerpo actúa sobre otro con una fuerza (acción), éste reacciona contra aquél con otra fuerza de igual valor y dirección, pero de sentido contrario (reacción)”.

Es lo que comenzará a ocurrir al interior de los Estados Unidos, donde ya existen nuevas agrupaciones de ciudadanos dispuestas a luchar contra Trump y sus polémicas medidas ultra conservadoras. No me estoy refiriendo exclusivamente al pueblo, pues en este asunto han entrado a terciar grandes empresas como Netflix, Starbucks, Twitter, Airbnb y otras, las que reaccionaron contradiciendo los deseos presidenciales al ofrecer contratos a trabajadores  que han sido afectados por las medidas señaladas.

Aún más, Starbucks  anunció que contratará a 10.00 (diez mil) refugiados a nivel mundial, siendo esta una clara respuesta al actual mandatario, respuesta que se suma a la de otras empresas, como publica la página web “el confidencial.com”. Helas aquí:

Airbnb, el ‘marketplace’ para reservar viviendas privadas, ha anunciado casas gratis para todos aquellos que se han visto afectados por el último decreto. “Ofrecemos viviendas sin coste para refugiados y para cualquier persona que esté vetada en Estados Unidos“, aseguraba su CEO, Brian Chesky, en Twitter. “No es justo y debemos mantenernos junto a las personas afectadas”, confesaba en otro mensaje.

Lyft, competencia directa de Uber, ha sido otra de las compañías más críticas contra Trump. Especialmente tras saberse que Travis Kalanick, CEO de Uber, trabaja como asesor de Trump. Así, Lyft ha anunciado que donará un millón de dólares a la Unión Americana de Libertades Civiles para apoyar la demanda que presentó contra la Administración por la prohibición de refugiados: “Nunca nos callaremos ante las amenazas contra nuestra comunidad”.

 

Sin embargo, Uber también ha reaccionado, intentando desmarcarse de la vinculación presidencial. Tras confirmar que 12 trabajadores suyos se han visto afectados, ha anunciado sus propias medidas: “Estamos diseñando un proceso para compensar a nuestros trabajadores con un bono durante los próximos tres meses para ayudar a mitigar sus problemas financieros, que sirva para apoyar a sus familias y poner comida en la mesa”, afirma en un comunicado.

 

Otra de las compañías que han decidido actuar contra Trump es Viber. La empresa de mensajería instantánea, propiedad de Rakuten, ha anunciado llamadas gratuitas desde Estados Unidos a cualquiera de los siete países cuyos ciudadanos tienen vetada la entrada: “Está mal, como seres humanos, discriminar uniformemente basándose en religión o nacionalidad“, aseguró Hiroshi Mikitani, director general de la multinacional japonesa>>

 

Es un hecho de la causa que más temprano que tarde, al interior de los EEUU, comiencen a plegarse organizaciones variopintas, esta vez aquellas conformadas por la gente común, por los ciudadanos en calidad de tales. Es así que hispanos, latinos, afroamericanos, asiáticos, musulmanes, conjuntamente con estadounidenses de origen irlandés, escocés, nórdico, ario, etc., podrían levantar no sólo un enorme muro de opinión contraria a la de la Casa Blanca, sino, y he aquí lo esencial, demostrarían en los hechos que las políticas ultra conservadoras de Donald Trump han concretizado un quiebre peligrosísimo en la sociedad estadounidense.

Los grandes imperios –y ello lo demuestra la Historia- se han venido abajo por sus contradicciones y males internos, y no por ataques provenientes desde el exterior de sus fronteras únicamente. Ahí están las ejemplificadoras realidades vividas por antiguas potencias imperiales como Egipto, Persia, el imperio mongol, Roma, Portugal, España, la Francia napoleónica, la Unión Soviética, etc. ¿Será el turno de los Estados Unidos de Norteamérica? Y si así ocurriese, ¿qué imperio le sucederá? ¿China?

 

Además, ¿significará todo este asunto el comienzo del fin de la globalización y el regreso del proteccionismo debido al fracaso de un sistema económico que, en Chile al menos, ha sido garante de éxito para las megaempresas, pero arruinó la educación, la salud, la previsión social, el sindicalismo, la libertad de prensa, los bosques, el agua y el mar?

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