Diciembre 10, 2024

AFP’s: un iglú en Cancún

 

Los economistas “científicos” insisten majaderamente en que su disciplina se caracteriza por la rigurosidad en el manejo cuantitativo de los datos y que tal rigor da lugar a un realismo a toda prueba. Y apoyados en esa mirada “científica”, numerosos economistas han salido en pública, aguerrida y “objetiva” defensa de la “industria” de los fondos de pensiones.

 

El argumento de apoyo a las AFP’s que más me ha llamado la atención, sostiene la conveniencia del sistema porque de por sí es un excelente método de recaudación y, en último término, de inversión para la vejez. El único detallito —una cosa muy muy, pero muy menor por supuesto— son los bajísimos sueldos pagados en Chile. O sea, profesionales inteligentes y realistas defienden a brazo partido un sistema que, a todas luces, no debería haberse aplicado en nuestro contexto. Pues, hasta ellos son capaces de darse cuenta de que no es adecuado para nuestra miserable realidad salarial.[1]

 

De tal modo, se puede decir que las AFP’s son una especie de iglú en Cancún, donde la temperatura más baja al año bordea los 20º. Por mucho que el arquitecto inuit (los “esquimales” no existen) te diga que el hielo es un material abundante y que los iglús son una inmejorable construcción que en el Ártico funciona a las mil maravillas… Bueno, Ud. querido lector podrá sumar ejemplos absurdos hasta el infinito, aunque no tenga un doctorado en Economía.

 

No obstante, aunque parece de perogrullo que las AFP’s no corresponden a nuestro contexto, se puede econtrar una base “científica” para apoyar tan particular realismo. Ello se puede ejemplificar con Sergio de Castro (Chicago boy, ministro de Hacienda de la dictadura y ex decano de la Escuela de Economía de la Universidad Católica), quien señalaba a sus estudiantes: “cuando la teoría [económica] y la práctica [léase: los grupos humanos] están en desacuerdo, quiere decir que la práctica está mal”. Sí, en serio, leyó bien. No se ría ni se extrañe. ¡Así de buenos son los modelos neoliberales!

 

Entonces, obviamente la culpa la tienen los trabajadores por ser tan ineficientes y, en consecuencia, ganar tan poco. ¡Produzcan más flojos! No me salgan con esas leseras comunistas de la explotación o las diferencias de poder al negociar. Por si Ud. no lo sabía los salarios son de mercado, se ajustan automáticamente. Y si no lo sabía, estudie pues. Para eso es esta maravillosa ciencia de modelos de la realidad universales y más perfectos que la propia realidad.[2]

 

No hay que ser un genio para entender dónde está la pana de los abogados del Mercedes Benz de nuestro gran y querido amigo Pepe. Sin embargo, además del ciego dogmatismo, no es posible obviar los intereses que están en juego y que asimismo se relacionan a la mirada económica ortodoxa… tan amiga de los ricos.

 

Las AFP’s, en realidad el dinero ahorrado por todos los trabajadores chilenos para pensionarse, son la bencina del mentado Mercedes Benz. Un combustible abundante y muy barato que está a disposición plena de los grandes grupos económicos. Y los economistas “científicos” no ven ningún problema en que un sistema que debería dar pensiones se transforme en otra cosa: un negociado para financiar a grupos económicos. Si es un buen negocio, es bueno en sí; el resto es moralina o populismo. No hay problemas éticos en disponer del dinero de los chilenos para enriquecer todavía más a unos pocos que ya tienen muchísimo dinero. Tampoco hay reparos en cuanto a que el excesivo poder económico se convierte en poder político. En el mundo paralelo de los ortodoxos el verdadero punto es sencillamente técnico.

 

Ahora bien, esa ceguera economicista tampoco ve otros asuntillos. Por ejemplo, que se supone que el capitalismo se basa en el riesgo y que por ley las AFP’s tienen millones de clientes cautivos; los cuales, para peor, son quienes pierden su dinero si las compañías hacen una mala gestión (caso en el cual siguen cobrando su comisión y además el Estado se hace cargo del “pilar solidario”). ¡Negocio redondo![3] Entonces, ¿de qué riesgo me hablan? ¿Dónde están esos míticos emprendedores del liberalismo que asumen dificultades para desarrollar sus ideas, sus empresas? Por otro lado, también es un punto ciego el tema de las “comisiones fantasmas”: ¿podría un verdadero liberal y un verdadero economista neoclásico aceptar que se esconda un cobro a un cliente? ¡Clientes que el 2015 pagaron sin saberlo más de $ 271 mil millones (unos US$ 422 millones)!

 

Sobre esos asuntos los economistas “científicos” callan. Para qué exagerar con el rigor y el realismo, ¿no? ¿Y para qué hablar de ética? Si esa leserita no es una cuestión económica.[4]

 

Finalmente, la rabiosa defensa que economistas “científicos” hacen de las AFP’s, responde a un motivo ideológico… ¡Era que no! El sistema representa una forma de concebir el mundo, un utópico mundo de maximización individualista que se ajusta o equilibra automáticamente. Perspectiva que asume como normal, pero por sobre todo como una norma ética superior y correcta, el individualismo. La supuesta neutralidad del mercado, donde las personas egoístas compiten por los recursos, no alcanza para encubrir esa catedral ideológica. Tampoco alcanza para disimular el miedo a perder ese manantial de plata dulce que son los ahorros de los chilenos para su vejez.

 

Así las cosas, entre dogmatismo economicista y los oscuros intereses lucrativos, deberemos seguir invirtiendo por ley nuestro dinero en esos fantásticos iglús de Cancún. Quédese tranquilo, se lo recomiendan “científicos” rigurosos y realistas.

 


[1]Obviamente, es implícito que el sistema está diseñado para quiénes sí ganan buenos salarios. Pero, ese pequeño detalle sociopolítico es una cuestión ajena al riguroso corpus de la “ciencia económica”.

[2]Otro argumento universalista pro capitalización individual señala que, dada la naturaleza humana, las personas son egoístas y no quieren su dinero en un fondo común solidario. Sin embargo, esa creencia implicala más absoluta ignorancia histórica, antropológica, psicológica, sociológica e incluso económica y puede llevarlo a afirmar públicamente, como Felipe Morandé, doctor en Economía por la Universidad de Minnesota, que el lucro es una tendencia inherente a la humanidad… ¡igual que el deseo sexual! (http://impresa.lasegunda.com/2016/08/24/A/fullpage#slider-16).

[3]Directores, gerentes y altos ejecutivos de las AFP’s, específicamente 266 personas, recibieron el 2015 $ 20.560.066.995 (http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2016/07/22/las-redes-politicas-tras-los-nombres-clave-en-el-millonario-negocio-de-las-afps/). Mientraslas AFP’s como empresas “ganan casi cinco veces más de lo que rentan los fondos de pensiones que gestionan”, es decir, unos US$ 770.000 millones(http://www.elmostrador.cl/mercados/destacados-mercado/2012/03/17/afp/).

[4]Respecto a la ética, se puede recurrir al caso del economista Klaus Schmidt-Hebbel, quien apoyó públicamente el sistema como académico de la Universidad Católica… ¡sin explicitar que era director de una AFP! Y le cuento un chiste: es miembro de la Asamblea de la ONG Chile Transparente (http://www.chiletransparente.cl/klaus-schmidt-hebbel/).

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