Diciembre 12, 2024

“La hoguera de las vanidades” y el inoportuno regalo de Roberto Fantuzzi

Un regalo de mal gusto y, por cierto, claramente ofensivo para las mujeres, ha servido para desenmascarar la hipocresía de la sociedad chilena: si contemplamos la foto y encabezamiento de la  noticia difundida en todo el mundo veremos la cara de complacencia de los ilustres invitados a la Feria de Asexma, entre quienes se encontraban – para su mala suerte – Alejandro Guillier y José Miguel Insulza, junto a un sonriente hasta las lágrimas y desconocido ministro de Economía, Felipe  Céspedes.

 

 

La mejor película sobre el amor a una muñeca inflable pertenece al gran cineasta español, Luis Buñuel, interpretada por Michel Piccoli, en la cual muestra el amor entrañable entre un varón y una muñeca inflable.

Los candidatos que no concurrieron al foro de Asexma han aprovechado la oportunidad para plegarse a la ira popular y condenar a sus rivales en campaña, Guillier e Insulza, lanzando las más crueles condenas a quienes tuvieron la mala suerte de poner la cara para la foto. Sebastián Piñera, como siempre, afortunado, pues no concurrió a dicho encuentro, aprovechó la redes para expresar que lo acaecido era una muestra de “ordinariez y vulgaridad”, Ricardo lagos Escobar descubrió “la pólvora” para decir que se atacó “la dignidad de la mujer”.

La sociedad chilena es clasista, racista, homofóbica, xenofóbica y sexista, lo sabemos desde siempre: el comerciante Diego Portales, fundador del Estado en forma, era un personaje cruel con las mujeres, a quienes se refería como si fueran animales, sin alma. El muy hipócrita Andrés Bello se solazaba violando a las “chinas”  de la Chimba, (actual Recoleta).

El quemar en la hoguera de las  vanidades a la muñeca inflable, junto a Fantizzi, el infortunado Céspedes, Guillier e Insulza y los demás prohombres que aparecen en la foto es demasiado fácil. Estos pobres pecadores dan respuestas bastante ridículas, como si estuvieran saliendo de la tortura de un tribunal de la inquisición: Fantuzzi, por ejemplo, manifiesta que tengo la “hombría suficiente para decir que me equivoqué, y pido perdón por mi falta”, ignorando que los llorones de Savonarola lo pueden llevar a la hoguera de las vanidades; Céspedes agrega que fue una situación sorpresiva, lo mismo que Guillier quien dice “te pilla de sorpresa y uno se ríe y está descolocado; por su parte, Insulza dice que “su postura es conocida contra el machismo y la violencia de género.

Los Medici mantenían su dictadura sobre la base del clientelismo, es decir, hacían regalos y favores a aquellos súbditos que más les convenía para conservar su poder dictatorial y, a su vez, ejercían el mecenazgo con los artistas más famosos  de la época. En este plano, actuaban igual que los políticos actuales al comprar conciencia por medio de favores. Como bien dice Maquiavelo, los seres humanos son serviles con quien detenta el poder por los beneficios que pueden lograr, pero apenas el “príncipe” pierde la posibilidad de adquirirlos como mercancía, los súbditos le vuelven la espalda.

En 1494 murió Lorenzo de Medici, “el magnífico”, famoso por el impulso dado a las artes, la arquitectura y el humanismo. El contemporáneo de Lorenzo, Gerolamo Savonarola, monje dominicano, llamado a sugerencia de Pico della Mirándola, – no hay que ser mal pensados, pues este nombre no tiene nada que ver con genitales, sino que corresponde al más grande humanista del Renacimiento (exalto la grandeza del hombre) – para predicar en el monasterio de San Marcos. Savonarola era un gran lector del Apocalipsis, y sus homilías se hicieron  tan famosas que se hizo necesario ocupar la Catedral de Florencia para albergar a las multitudes que lloraban conmovidos ante la oratoria del monje – a los seguidores de Savonarola se les llamó “los llorones” -.  En esa época los debates se daban entre Órdenes religiosas y, en este caso concreto, entre dominicos y franciscanos, y nombre de estos últimos era “los rabiosos”, que ansiaban el regreso de los Medici para poder revolcarse con prostitutas y “muñecas inflables”.

Savonarola, que era bastante inteligente, sabía que la mayoría de la gente creía en brujas , leyendas y en los poderes del demonio o de apariciones de personas del más allá, por consiguiente, sostenía que él recibía directamente las órdenes de Dios y que, además tenía el poder de prever el porvenir: En sus prédicas decía, por ejemplo, que el degenerado Papa Inocencio VIII iba a morir muy pronto, y que vendría una especie de rey persa, como Ciro, a liberar a Florencia, en la persona del rey Carlos VIII, de Francia ( el afable el cabezudo), que invadió la toscana, de paso a Nápoles. Como estas predicciones se cumplieron, Savonarola convenció a los florentinos que él era el enviado de Dios y que los ciudadanos deberían convertirse y abandonar sus costumbres depravadas.

 

Fue tan  poderosa la influencia  de este monje que el pintor Botticelli decidió convertirse en su discípulo entregando a la “hoguera de las vanidades” sus desnudos, que se basaban en la mitología clásica. Savonarola, como los nazis, contaba con un ejército, formado por niños, que perseguían a homosexuales, prostitutas, mujeres elegantes y lectores de libros prohibidos, entre ellos, El Decameron y las poesías de Petrarca. Su principal enemigo era el Papa Alejandro VI – de la familia Borja su hijo Cesar era el modelo junto a Fernando de Aragón –  Este Papa trató de comprar al monje al ofrecerle el cargo de cardenal de la iglesia romana, pero Savonarola lo rechazó, hecho que lo llevó a la tortura y la muerte en manos de los mismos florentinos.

Una vez perdido el favor perdido el favor del pueblo, aún en vida, el Papa lo excomulgó y condenó, además, al pueblo ce Florencia, a sufrir la misma pena, lo cual significaba que no podían enterrar a sus muertos con exequias y ceremonias católicas es decir ir al infierno: Bastó esta amenaza para que Savonarola fuera entregado al poder secular, que lo torturó durante varias obligándolo a retractarse de sus dichos y premoniciones, hasta que, al fin, fue ahorcado y su cuerpo quemado en la hoguera pública, y sus cenizas fueron esparcidas en las aguas del río Arno, a fin de que nadie se tentara a conservar reliquias del este monje reformista.

En esos años, finales del cuatrocientos, el joven Nicolás  Maquiavelo, que en ese entontes tenía 25 años, que era católico, pero tenía una opinión desfavorable de la iglesia católica. Podemos encontrar en Los discursos de la primera década de Tito Livio, Cap. XII, de Maquiavelo, lo siguiente:

“Tenemos, pues, con la Iglesia y con los curas, nosotros los italianos, esta primera deuda, la de habernos convertido en sin religión y malvados; pero tenemos también otra mayor, que es la segunda causa de nuestra ruina. Y es que la Iglesia ha tenido y tiene dividida esta provincia”. 

El gran aporte de Maquiavelo a la ciencia política es el de haber separado la virtud cristiana de la virtud republicana romana, es decir, la política de la religión, y quien busque la salvación eterna a través de la política será  derrotado, pues “el político siempre tiene que pactar con el diablo, pues el poder es coerción y se basa en el uso de la fuerza”, es decir, ser “un profeta armado”-  tesis más  tarde corroborada por Max Weber en el político por vocación-.

Maquiavelo, que asistió a varias de las prédicas del monje Savonarola, lo retrataba en sus cartas como un farsante, decidido a arrastrar a la ruina  al pueblo de Florencia: “si yo muero, también morirá Florencia – decía  el fanático monje -.

    Maquiavelo, crítico a la mezcla de la religión con la política, aunque consideraba que el cristianismo podría ser, en algunas ocasiones, útil al “príncipe”, no entendió la fuerza de convicción del monje dominico y, al final, en el capítulo VI, del libro El Príncipe, escribía que los profetas desarmados están siempre condenados a la derrota:

“A esto se debió que  todos los profetas armados vencieran y los desarmados fueran a la ruina…Moisés, Ciro, Teso y Rómulo no hubieran podido hacerles (a los pueblos) observar largo tiempo sus constituciones si hubiesen estado desarmados, como en nuestros tiempos le ocurrió a Fray Gerolamo Savonarola, quien se aniquiló en sus órdenes nuevos apenas la multitud empezó a no creerle, él no tenía manera de mantener firme a lo que habían creído, ni hacer creer a los ya descreídos”.

El poder de los argumentos no tiene ninguna fuerza cuando el profeta ha perdido el fuerza de la seducción con respecto a las masas, por consiguiente, sin las armas es imposible conservarla.

El tema del profeta desarmado fue tratado en la famosa trilogía   sobre Trotsky de Isaac Deutscher, y ha sido aplicado a la experiencia socialista de la Unidad Popular, con el Presidente Salvador Allende. Hasta hoy, en la izquierda mundial, existe el contrapunto entre el profeta Armado, por ejemplo, Fidel Castro, y el desarmado, Salvador Allende.

En las épocas de crisis, cuando las élites son cuestionadas, surgen los Savonarola que, so pretexto de condenar la corrupción, instalan tal como lo hacía el monje dominico, una especie de “hoguera de las vanidades”, enviando al fuego a todo sospechoso de pecado,  por ejemplo, ser homosexual, suscribirse a canales pornográficos – muchos de los personaje políticos no se atreven a confesar, pero hipócritamente lo hacen, pero no puedo imaginar a ninguno de ellos en posesión de “muñecas inflables”. Confieso que la beatería de los “llorones”, los seguidores del monje florentino, me  producen temor, pues muchos inocentes pueden caer en manos del “ejército de niños” fanáticos que seguían a Savonarola,  y luego, terminar en la hoguera como cualquier pecador.

Bibliografía

Isaías Berlín  Contra la corriente

Ensayo sobre Historia de las ideas

FCE 2000

La originalidad de  Maquiavelo

 Federico  Chabod

Escritos sobre Maquiavelo

Sergio Villalobos

Portales una falsificación histórica

Isaac Deustcher

El profeta Armado

El  Profeta Desarmado

El profeta desterrado

Lom  editores Santiago de Chile

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

16/12/2016      

           

                  

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