I. De la explotación velada a la descarada y brutal
La estrategia del todo vale ha sido elevada a la categoría de activo de un modo de actuación política situada en la ultraderecha que se expande como el fantasma del siglo XXI, aunque no de la manera esperada como una cruzada internacional deliberada y orgánicamente definida por un programa.
Lo que está en evidencia es que las formas del poder agrupadas en partidos tradicionales liberales o demócratas y republicanos o conservadores y comunistas y su reproducción por asociaciones, agremiaciones y estamentos, con algún apego a condiciones éticas fijadas por un centro de mando y metodologías que guardaban la apariencia con objetivos, programas, metas y responsables, tienden a desaparecer por efecto de la irrupción de una manera de hacer política, sin contenido político como era entendida en términos de debate, argumentación, confrontación entre adversarios, conflicto y construcción colectiva del poder.
Esta forma oscura de política, carece de debate y de interlocutor, se mueve con slogan de campaña, frases de cajón, cadenas de oración y violencias y discriminaciones encubiertas que descubren pasiones, odios y resentimientos que llegan a una masa difusa que es convertida en potencia electoral.
Este modo de acción no tiene forma definida pero si una meta precisa: Tomar el poder como sea y asumir el control del estado y sus instituciones, símbolos, mecanismos, recursos, conceptos y capacidad militar y coactiva para ampliar las bases de ese mismo poder, que no responde ni al interés ni a la organización colectiva, y tampoco da cuenta de asuntos esenciales como soberanía popular o derechos y se reserva para sí la capacidad autónoma de decidir quién, cuándo y por qué es su enemigo y convertirlo en garantía de unión temporal que facilite la gobernabilidad.
Lo que ha ocurrido recientemente con los indefinibles políticos de los casos Trump, Brexit, No al plebiscito, Juicio a Dilma, Destitución express del presidente Lugo, muestra un modo de acción política que no está dispuesta a sujetarse a las reglas previas en el marco del pacto social y que toma decisiones por fuera de los límites establecidos de común acuerdo, porque su área de juego ya no responde al pacto social refrendado por el pueblo, si no que crea una área distinta que bien puede entenderse por sus rasgos, gestos, discursos y maneras de obrar, como una política de ultraderecha, coherente, estructurada e interconectada, actualizada al tiempo y geografías del capital, guiada por una misma raíz ideológica definida en dos aspectos: mantener por fuera de las decisiones del poder a la clase social mayoritaria (pueblo) –que oscila entre el empobrecimiento creciente, la marginación y el destierro- y; mantener la dignidad personal -de esa clase social- como un simple valor de cambio.
Su modus operandi mezcla sentimientos íntimos sobredimensionados y pasiones colectivas, con razones sin referencia al pacto social invocando un derecho natural previo, anterior a la acción política, para definir la validez de su obsesión, fijar las reglas de autoridad y sustituir las libertades humanas, -ganadas en luchas sociales contra la opresión-, por libertades del mercado creadas en el.
La estrategia común es el todo vale, que no es nuevo, pero ahora se impone con el efecto de que sus seguidores lo aceptan exclamando que ¡la política es así ¿y qué?¡ e instrumentalizan a los derechos humanos para negar, someter o aniquilar a grupos o poblaciones en su nombre o provocar devastadoras tragedias humanas (no sin antes enunciar derechos), creen firmemente que sus víctimas son las culpables por haberse hecho asesinar o castigar por mantener convicciones que debieron no haber tenido nunca.
La idea que conecta en todas partes el todo vale indica que todo está permitido porque el poder será usado benéficamente para purificar algo, bien sea ella misma, la raza, la sexualidad, la religión, la familia, las conductas, las maneras de luchar o la educación y convertir a las víctimas en autoresponsables de su dolor y sufrimiento que remediarán a quien prometa corregirse.
Los agenciamientos de lo políticamente correcto aplicados como fórmula predilecta de la diplomacia hipócrita o pusilánime orientada a guardar en público la etiqueta y la decencia mientras hunde el puñal sobre sus víctimas, parece haber llegado a su fin y en su lugar instalarse -como algo aun peor-, la mentira abierta y el cinismo elevado a valor político por el todo vale. En lugar de la “explotación velada por ilusiones religiosas y políticas se ha establecido -reinventado otra vez- la explotación abierta, descarada, directa y brutal” (Marx), y trata de anidar y crear vínculos en todas partes valiéndose del todo vale (seducción-conquista-maltrato- reconciliación, seducción-represión-maltrato- crimen).
Esta lógica depredadora y voraz, borra los límites de la decencia moral y del sentido ético. Los lideres como Trump o Uribe, aprendieron a gobernar las emociones y a manipular las pasiones en medio de la incertidumbre y a cambio enseñan a creer en ellos, en sus verdades inconexas, en sus locuras de poder, en su astucia y tesón para imponerse como sea ante cualquier enemigo, saben empujar la desesperanza hasta el límite, violentan para después presentarse como redentores, creadores de esperanza y adalides de un humanismo de barbarie sin sentido de humanidad.
El todo vale elimina la diferencia entre el adentro y el afuera, lo legal y lo ilegal, lo interior y lo exterior, permite pasar sin recato, prudencia ni vergüenza del lado opresor al otro lado, realizar la corrupción, el engaño y la truculencia, sin sonrojo ni pudor. Los sujetos de esta lógica perversa pero triunfante en la política pasan de ser empresarios privados saqueadores del estado a ser tomadores de decisiones desde el estado, les da igual, porque para este tipo de sujeto y de sistema, los dos (estado y empresa) son terreno apto para los negocios. Hacen aparecer normal la usurpación cuando pasan -en un acto de magia (mafia)- de ser autoridad directiva en una institución a ser representantes sindicales de los trabajadores; o pasan de ser ejecutivos estatales autoritarios y violadores de derechos a representantes de sus víctimas a las que les ofrecen reclamar por esos mismos derechos. Otros son parte de la pléyade de astutos funcionarios que en la mañana distribuyen contratos y privilegios de poder y en la tarde estando del otro lado son contratistas particulares que distribuyen sobornos.
Con el todo vale han violentado la política como efecto de conjunto y de adversarios y cínicamente pregonan su espíritu de ultraderecha que penetró al sistema y al sujeto ya corrompido que lleva incorporado en su cuerpo partes de los logros obtenidos por sus líderes en el largo transito de experimentación con ecuaciones de corrupción que les dieron frutos y validan como triunfos que usan inclusive para pedirle a sus víctimas y creyentes adhesión a ellos convertidos en legítimos verdugos. Nada que antes fuera ético o vergonzante en política importa para los que siguen la estrategia del todo vale, cuyo fin es el poder para comprar, vender, negar, invalidar, intimidar, someter, matar.
II. El Laissez Faire en el Espíritu de la Política para Corromperla
El Laissez Faire, del Dejen Hacer, Dejen Pasar que el mundo va solo, anunciado como conquista del liberalismo económico del siglo XVIII, superó el límite de la economía y se metió en el espíritu de la política de la mano del poder trasnacional de mercaderes, ejércitos y religiones. Llegó para eliminarle las trabas y regulaciones que le impedían a la política, al menos moralmente, ser tratada como una mercancía más.
El Laissez Faire en la política pregona la abolición de todas las leyes de la costumbre, la convención y el derecho, que puedan interferir sobre el triunfo del todo vale, para garantizar que gente más eficiente (ellos y los suyos) en el uso de las nuevas prácticas sociales del todo vale, impuestas por el poder -logrado a costa de explotación, negación, despojo, mentira, astucia, engaño, estratagema y miedo esparcido especialmente de los más débiles acosados por la desigualdad, el hambre y la exclusión- supere a competidores menos preparados (la otra clase social y política) que serían los más honestos, éticos, con mejor capacidad, con sentido de humanidad, solidaridad y preocupación por el otro, por sus derechos y por el reconocimiento a su dignidad.
El todo vale, es la estrategia simple de la renovada ultraderecha defensora de la edad media como modelo y continuadora de prácticas del Fascismo y Nazismo y de posteriores movimientos como el partido Nacionaldemocrata Alem án, la Falange Española y el Nacionalsindicalismo y no corresponde a esporádicas expresiones de ignorancia o inconciencia política, si no que define una manera de pensar, hacer, actuar y organizar el mundo, basada justamente en otro tipo de conciencia que acoge como validos e irrefutables unos supuestos derechos fundamentales del mercado, una ética del mercado y una presunta humanización del capital, de lo que se valen para justificar su desprecio por los otros y por sus modos de ser y vivir.
Se trata de un modo de operación basado en sumas y alianzas individuales y colectivas, que se consolidan en el propósito de alcanzar al control del estado y las instituciones que una vez allí, su líder trazara el camino. Adoptan como términos comunes calificar los avances en derechos como retrocesos en el mercado, asumen la diversidad sexual como desviación y enfermedad y conciben a las minorías étnicas, sexuales y territoriales como anormales y oportunistas y estarán dispuestos a combatirla donde esté. Sus teóricos acogen el derecho natural como herramienta principal para desde su doctrina promover desigualdades y discriminaciones, marcar limites con muros y alambradas y explicar la pobreza y la marginalidad como una maldición y deifican al gran propietario como una bendición por la que hay que luchar a muerte.
La condición de la existencia de esta avanzada de ultraderecha está en la capacidad que ha adquirido para acumular riqueza de manera ilimitada y hacerse al control del aparato de Estado y sus instituciones para beneficio del capital global y de la política sin reglas.
Sin embargo no todo está de su lado porque de la misma manera que la burguesía hace doscientos años, gestó en sus entrañas a sus propios enemigos, hoy esta ultraderecha no es ajena a repetir la historia. Sin haberlo esperado, su ímpetu de explotación y su locura por el poder, está poniendo en evidencia que el capital no es una fuerza personal, ni un resultado tecnológico, si no una fuerza social cuya única condición de reproducción es el trabajo, lo que permite creer, -como lo muestran por la otra orilla política, las grandes movilizaciones de jóvenes sin oportunidades, migrantes sin destino, defensores de derechos y diferencias y ofendidos con el triunfo electoral de seres perversos-, que el presente de desigualdad, control, horror y homogeneización impuesta con valores que niegan libertades, está ganando espacios sociales significativos que confrontan políticamente al pasado en que se sostiene la ultraderecha.
Es evidente, que al menos en su forma, -aunque quizá aun no tanto en su contenido-, crece la lucha de minorías y excluidos, -a la que se suman sectores de la llamada clase media acosada por impuestos y pérdida de ingresos-. Esta otra línea de acción política, más plural, menos jerarquizada, diversa y antipatriarcal le notifica al poder del todo vale que también existe y que construye su propia agenda local-global de lucha por dignidad, tejida desde adentro de cada contexto y territorio con visiones de otro poder y otra política que no acepta el todo vale, reafirma la ética, reconoce otras culturas y otras voces y sabe decidir cuáles son las herramientas apropiadas de cada lucha.
La ultraderecha que hasta ahora iba silenciosa, presentándose como apolítica, ajena a los antagonismos y defensora de los valores de un pretendido humanismo de sometimiento, resignación y patriarcalismo, utilizados para desestabilizar lo que no controla, está al descubierto. Tuvo que empezar a medir en las calles su capacidad real, organizar barricadas y gritar, se le acabó su tiempo sin contratiempos. Su ascenso al estado como ocurre con Trump, podrá en el corto plazo provocar alteraciones de fondo allí donde todo parecía orden.
Ya hay brotes de separatismo y polarización a la manera de alzamientos populares (organizados o espontáneos), en el vientre mismo de Estados Unidos, desde su propio adentro el malestar con la ultraderecha, en pocas horas activó luchas políticas aplazadas, que podrían propiciar el derrumbe y descontrol del mismo sistema, que ha sabido mantener a su población al margen de sus propias crisis y discriminaciones gracias a su política exterior de terror con la que desestabiliza y descontrola en otros territorios. La ultraderecha arma sus propios Frankenstein, que mirados de cerca, pueden servir tanto para imponer su poder sembrando miedos, odios y terror, como para atacar a sus mismos creadores y destruirles su imperio.
Epilogo. Trump sería la expresión más cercana de ese Frankenstein que superó el área de juego del partido republicano y en su recorrido derrotó a las elites demócratas y también a sectores de las elites republicanas, y además sedujo a una parte significativa de sus propias víctimas del capital salvaje y de su retorica de humillación y obtuvo sus votos. Del poder él solo sabe que quiere ser más poderoso y adorable y se valdrá del todo vale. Uribe como él logró asociar política, religión y fundamentalismo patriarcal e integró votos de empobrecidos y victimas de su régimen de terror y odio para decirle No a la Paz, usando el todo vale.
Siguiendo la secuencia en una escala menor, fue elegido gobernador del departamento de la Guajira el candidato mayormente señalado de corrupción y robo de dineros públicos y buena parte de los votos que obtuvo vinieron -por compra, manipulación y engaño- de las mismas familias indígenas Wayuu víctimas de la humillación que los obliga a diario a enterrar a sus hijos sistemáticamente asesinados por el hambre provocada por los cínicos responsables del todo vale, que se robaron el agua y el pan pero ofrecieron redención.
*Escritor-periodista, economista e investigador social colombiano