Noviembre 18, 2024

Se agudiza crisis republicana; la cúpula, enfurecida con Trump

La crisis entre la cúpula republicana se agudizó, mientras la campaña demócrata se prepara para enfrentar más escándalos y la mayoría del electorado percibe a ambos candidatos presidenciales de manera desfavorable.

 

 

 

Después de provocar una tormenta de críticas y condenas de sus propios colegas republicanos –por burlarse de los padres musulmanes estadunidenses que perdieron un hijo en la guerra de Irak, por sus expresiones de simpatía con Vladimir Putin, por comentarios ignorantes sobre Ucrania, y para colmo, ordenar que sacaran a un bebé que lloraba en uno de sus actos de campaña–, Donald Trump decidió atreverse a desairar al político republicano más poderoso del país al comentar que aún no está preparado para respaldar la campaña de relección de Paul Ryan, presidente de la cámara baja.

Más aún, agregó que tampoco está preparado para apoyar al senador John McCain, una de las máximas figuras del país. Ambos habían apoyado a Trump, después de titubear. Versiones no desmentidas reportan que Reince Prieubus, presidente del Comité Nacional Republicano, está furioso por estas declaraciones después de tanto esfuerzo durante la reciente convención nacional para presentar una imagen de unidad.

Hoy ya se hablaba abiertamente de una grave crisis entre Trump y el partido, circulaban expresiones de pánico entre algunos dirigentes que supuestamente están considerando incluso la posibilidad de una intervención de los adultos del partido para advertirle al candidato que tiene que cambiar su comportamiento, y hasta se especula si es necesario preparar un sustituto de emergencia, por si llega el momento en que el candidato no tenga otra opción que retirarse de la contienda.

Sus voceros y los que manejan la campaña de Trump rechazaron que exista algún problema, aseguran que no hay descontrol y mucho menos caos dentro de la campaña –el propio candidato insistió en que hay gran unidad, tal vez más que nunca– y denunciaron que todo esto es invento de la campaña de Hillary Clinton. Mientras tanto, varios medios nacionales reportaban sobre desesperación y un manejo caótico dentro de la campaña. “Un nuevo nivel de pánico… es hora de un serio reajuste ”, comentó el republicano Scott Reed, estratega principal de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, al Post.

Más aún, hay más señales de deserción de la causa Trump. Meg Whitman, ejecutiva en jefe de Hewlett Packard y figura prominente como donante generosa republicana, anunció que estaría apoyando a Clinton en esta elección, e invitará a otras figuras de su círculo. En tanto, varios ex funcionarios, mandos militares (hoy fue un ex almirante) y asesores republicanos de política exterior continúan expresando su preocupación respecto de una Casa Blanca –y el botón nuclear– en manos de Trump. Varios ex políticos y empresarios ya han dicho que votarán por Clinton o por un tercer partido como el Libertario, entre ellos el ex candidato presidencial Mitt Romney; otros, como la familia Bush, han dejado claro que no votarán por Trump.

Sin embargo, parece que sus filas siguen leales al magnate; aun después de lo que para mucho sería una semana desastrosa y hasta mortal para una campaña. Hoy se reportó que recaudó 80 millones de dólares en julio, sólo 10 millones menos que Clinton en el mismo mes.

Mientras algunos expresan consternación ante el comportamiento de Trump, y se preguntan si está dispuesto a reventar al Partido Republicano, otros afirman que no está interesado en la unidad con esa cúpula. Como han comentado activistas republicanos pro Trump a La Jornada en días recientes, la carta de Trump es justo presentarse como antiestablishment, el insurgente contra la cúpula corrupta de ambos partidos. Estas maniobras ayudan a alimentar esa imagen ante sus bases unidas en torno a su repudio hacia la cúpula política del país.

Algunos creen que Trump ya está preparando su derrota. Esta semana declaró que sospecha que habrá fraude en la elección, y que con ello podría perder como resultado. Preguntado sobre las pruebas que tiene de que podría haber fraude, respondió: oigo cosas y, sencillamente, lo siento.

Por otro lado, Hillary Clinton ha capitalizado un poco, pero aún muy poco, la controversia en torno a Trump. Su problema más grave, afirman varios comentaristas, es que representa más de lo mismo, en un año en que el electorado está expresando su deseo de un cambio. “Ciertamente es la mejor próxima presidenta posible… pero también, ciertamente, es una representante del statu quo capitalista global; está en campaña a favor de un sistema pro empresarial, pro mercados, esencialmente anti clase trabajadora”, comenta Mark Bittman en The Guardian. Si esta elección es un referendo sobre el statu quo, en que todos desean progreso o un retorno a un pasado, este es un grave problema, concluyó.

Mientras tanto, Clinton y su gente obviamente están disfrutando la crisis republicana y siguen recaudando y gastando decenas de millones para lograr el triunfo, aunque hay nerviosismo sobre problemas potenciales, como lo que estará en los próximos paquetes de información sobre la candidata que Wikileaks promete difundir próximamente.

Por ahora, ambos candidatos comparten la distinción de estar entre los más reprobados por el electorado en la historia reciente, por lo menos en los últimos 25 años. Según el promedio de las principales encuestas calculado por RealClearPolitics, 58 por ciento tiene una percepción desfavorable (y sólo 35 por ciento favorable) de Trump, y Clinton anda por ahí, con 41 por ciento de percepción favorable y 54 por ciento desfavorable.

Newt Gingrich, ex presidente de la cámara baja y fiel promotor de Trump, tal vez resumió mejor esta coyuntura en una entrevista con el Washington Post: la contienda actual gira sobre cuál de estos dos es más inaceptable, porque por ahora ninguno de ellos es aceptable. Trump la está ayudando al comprobar que es más inaceptable que ella.

Para mayor información sobre la campaña presidencial en Estados Unidos.

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