Así como ha sucedido en Argentina con los K. en Chile se estrecha el cerco judicial contra P.
En el sur no ha sido allanada la inmensa propiedad de P. de 118.000 hectáreas en la gran isla sureña de Chiloé, azotada aún por la marea roja, pero el conjunto de su fortuna – multiplicada en su periodo presidencial según publicaciones internacionales- se encuentra monitoreada por autoridades fiscales y judiciales.
La fortuna de P. es de unos 3 mil millones de dólares, la más alta entre los ex y actuales jefes de Estado y una de las diez más altas del planeta en esa gama de autoridades. P. es más rico que Obama, el Príncipe de Mónaco y la Reina Isabel.
P. ha acumulado menos que Abdula bin Abdulaziz Al Saud, rey de Arabia Saudita, y que Khalifa bin Zayed Al Nahyan de Emiratos Árabes Unidos, pero más que Hamad bin Khalifa Al Thani de Qatar y el rey Mohamed VI de Marruecos.
Los primeros golpes sobre los cercanos de P. se produjeron cuando fueron pasados a tribunales los más altos ejecutivos del Grupo Penta, estrechamente vinculados social, empresarial y políticamente con P.
Hoy ya están bajo apercibimiento judicial y no pueden salir del país, sus amigos, los empresarios Carlos Eugenio Lavín y Carlos Alberto Délano, que estuvieron ya un buen tiempo en prisión preventiva, y el ex Viceministro Pablo Wagner, aún en prisión. Otro ex Viceministro, Rodrigo Álvarez, ha sido recién formalizado.
Pero los golpes mayores, que indican un cerco cada día más estrecho, han sido los dados por la justicia a destacados ex ministros de P. así como a senadores y jefes de partidos que gobernaron con el conocido ex jefe de estado.
El ex senador y primera figura de la UDI, Jovino Novoa, ya asumió su culpabilidad y fue condenado en un juicio abreviado.
Dos de los ex ministros de P. han sido citados ante la justicia en los últimos días: Pablo Longueira y Lawrence Golborne. Ambos fueron por algunos días, además, candidatos a Presidente de la República en las elecciones pasadas, pero debieron renunciar arrastrados por la marea de sus extrañas operaciones en paraísos fiscales u otras.
Longueira, ex ministro de Economía de P., ha sido acusado, ahora, de coimero pagado por grandes conglomerados pesqueros y Golborne, ministro de Obras Públicas de P., que se hizo famoso mundialmente por el exitoso rescate de “Los 33” mineros enterrados vivos al norte de Chile, hace seis años, ahora deberá defenderse de graves cargos en contra de las arcas fiscales chilenas. “Los 33” fue llevado al cine por Antonio Banderas y Adriana Barraza con un éxito menor que el del rescate.
Más. Un sobrino del ex mandatario, del mismo apellido que su primo, un ex ministro de Interior, el síndico Sr. Chadwick, es uno de los más altos inculpados en el affaire Caval, entuerto que ha salpicado a la actual Presidenta de Chile y al ex Presidente P., ya suficientemente bombardeado.
Siguiendo el refrán de que “no hay mejor defensa que un buen ataque”, P., destacado hincha del campeón chileno Universidad Católica y ex dueño del club Colo Colo, como Macri lo fue de Boca Junior, ha lanzado ya su tercera candidatura presidencial para dos años más, y se le ve muy sonriente.
El estrecho cerco no parece quitar el sueño a P. De continuar así las cosas P. puede llegar a acusar de “persecución política” a todas estas acciones de las fiscalías y la justicia, que tienen contra la pared a buena parte de la llamada “clase política” chilena.
Viejos observadores aún recuerdan las multas que la justicia norteamericana cobró a P. hace un tiempo, por colusión de LAN con otras líneas aéreas, y los días en que P. huyó de la justicia cuando fue acusado en los años ochenta de prestar a “empresas de papel” creadas por él dineros del Banco de Talca, del que era interventor.
Observadores internacionales comparan las similitudes de los casos K. y P.
Aunque el caso de Cristina Fernández de Kirchner ha provocado más zafarrancho que el de P. (seguramente por el trato comunicacional dado por los grandes medios de comunicación de Argentina y Chile y porque los delincuentes políticos argentinos confían más en los conventos que en los bancos), mientras la fortuna de K. es de unos 84 millones de dólares la de P. es de unas 40 veces más.