Diciembre 12, 2024

Emails sobre Honduras muestran que las dos caras de Hillary Clinton sintonizan con el doble rasero de EEUU

Los entretelones del papel de Hillary Clinton en el golpe cívico militar de 2009 contra el presidente legítimo de Honduras Manuel Zelaya se hicieron de conocimiento público en un reportaje de Alexander Main escrito en septiembre de 2015 para The Center for Economic and Policy Research bajo el título Los Emails de Hillary Clinton y el golpe en Honduras (“Hillary Clinton’s Emails and the Honduras Coup.”

 

 

Proyecto Censurado de California, como viene haciéndolo por cuatro décadas, comenzó a seleccionar “las 25 noticias más censuradas” en la temporada académica 2015-2016 entre varios cientos de Noticias Independientes Validadas (NIV) recogidas en medios alternativos a la gran prensa de papel, estaciones de radio y cadenas de televisión del establishment mediático corporativo. Las NIVs son investigadas y validadas como reales por centenares de estudiantes y académicos de 16 universidades de Estados Unidos y Canadá.

 

El artículo de Main se centró en los correos electrónicos que la secretaria de Estado escribió y recibió con motivo del golpe en Honduras. Los mensajes exponen a la luz pública el papel del gobierno de EEUU en el golpe, y particularmente el de la Clinton.

La gran prensa corporativa ignora o ha sub divulgado los “correos electrónicos de Hillary Clinton y el golpe de Honduras” desde septiembre de 2015.

 

El artículo se centró más en los correos electrónicos personales de Clinton sobre el golpe que sobre lo ocurrido en Honduras en 2009, cuando legisladores demócratas insistieron en que el departamento de Estado declarara las acciones del diputado Micheletti y sus secuaces civiles y uniformados como un golpe militar. Declarándolo golpe militar se cortaría con eficacia a ese país cualquier ayuda de EEUU que no fuera humanitaria. No sólo el partido demócrata quiso etiquetarlo como golpe, también sus consejeros más cercanos impulsaron con fuerza esa calificación. Hillary Clinton estaba dispuesta a permitir que los nuevos líderes del golpe efectuaran una elección que claramente fue realizada para favorecer a los cabecillas de la asonada. “Esto iba claramente contra la democracia y los ideales que ella dice mantener”, escribió Main.

 

El tema de los correos electrónicos de Hillary Clinton es importante porque demuestra el papel de uno de los candidatos presidenciales de EEUU en el golpe militar contra un líder democrático elegido por su pueblo. Esta falta de respuesta del departamento de Estado, y particularmente de Hillary Clinton, no sólo ha dañado las relaciones de la Casa Blanca con América Latina sino también ha contribuido a aumentar la pobreza en Honduras. Por no haber etiquetado el golpe Estados Unidos derivó a favor del golpe dinero de los contribuyentes que estaba destinado para ayudar y apoyar la democracia, escribió Main. Otros países calificaron la asonada como un golpe militar y cortaron inmediatamente su financiamiento. “Estos correos electrónicos mostraron cómo Hillary Clinton manejó realmente la política exterior y no solamente lo que ella dice creer en su interior”, escribió el periodista.

 

Hubo un amplio seguimiento informativo independiente de los “Correos electrónicos de Hillary Clinton y del golpe en Honduras”, ya que cubrieron el tema, o el artículo de Alexander Main, medios como Huffingtonpost.com, Commondreams.com, Counterpunch.org yAmerica.Aljazeera.com.

 

Otro artículo reciente de Adam Johnson titulado “El asesinato que expuso la triste herencia de Hillary Clinton en Honduras” centra la atención del analista en el asesinato de Berta Cáceres, una renombrada activista indígena y luchadora famosa contra el golpe militar, victimada el 3 de marzo de 2016.

 

En cambio, no hubo ningún seguimiento informativo de los grandes medios corporativos sobre los “correos electrónicos de Hillary Clinton y del golpe en Honduras”, ni siquiera en la fase más importante de la historia. Los grandes medios corporativos abordaron fondo el escándalo del servidor de correo electrónico de Clinton, pero ignoraron el contenido de los mensajes. Centraron su atención en el hecho de que la Clinton utilizó un servidor personal para enviar y recibir información clasificada. La cobertura periodística omitió ampliar la imagen del escándalo para concentrarse en los servidores que transmitieron los correos electrónicos.

 

Hillary Clinton mostró sus verdaderas políticas a través de los mensajes electrónicos que escribió una vez que se sintió en confianza en el cargo de secretaria de Estado. Las políticas que apoyó en Honduras no reflejaron los valores ni las políticas oficiales declaradas por EEUU, que se supone también comparte. La cobertura de esta historia particular no existió en los grandes medios corporativos.

 

Texto completo de “Hillary Clinton’s Emails and the Honduras Coup” por Alexander Main:

Ahora se han difundido tres lotes de correos electrónicos de Hillary Clinton y, aunque muchos mensajes se redactaron de manera pesada, estamos comenzando a conseguir una imagen más clara de cómo Clinton manejó los más importantes episodios internacionales durante su desempeño en el departamento de Estado. Uno de los primeros grandes temas que llegó a su escritorio fue el golpe de estado del 28 de junio de 2009 en Honduras contra Manuel Zelaya, el presidente elegido democráticamente forzado al exilio. [El discurso oficial de] EEUU se unió oficialmente al resto del hemisferio en la oposición al golpe, pero Zelaya –que en casa se había engrandecido cerca de los movimientos sociales radicales e internacionalmente había firmado acuerdos de cooperación con Venezuela– no calificaba como “bueno” en los libros de la administración [Obama].

 

Los correos electrónicos difundidos proporcionan una fascinadora visión entre bastidores de cómo Clinton siguió una política contradictoria, al aparecer apoyando la restauración de la democracia en Honduras mientras realmente minaba los esfuerzos para conseguir que Zelaya volviera al poder. Intercept y otras fuentes proporcionan útiles análisis de estos correos electrónicos, pero en el lote más reciente de mensajes hay varios pasajes reveladores que todavía no reciben la atención que merecen.

 

Varios correos de Clinton muestran cómo, muy poco después del golpe, HRC y su equipo desplazaron las deliberaciones sobre Honduras desde la Organización de Estados Americanos (OEA) —donde Zelaya podía beneficiarse del fuerte apoyo de aliados de izquierda de la región– al proceso de negociación de San José de Costa Rica, donde los representantes del régimen golpista fueron colocados en un pie de igualdad con los representantes del gobierno constitucional de Zelaya, y con el presidente de Costa Rica Oscar Arias (aliado incondicional de EEUU) como mediador. Como era de esperarse, el proceso de negociación tuvo éxito solamente en una cosa: custodiar que Zelaya estuviera fuera de su oficina por el resto de su mandato constitucional.

   

Desde el principio, los intereses de EEUU y las metas políticas en Honduras fueron claramente identificados en los correos electrónicos que intercambiaron Clinton y sus consejeros. El día del golpe (28 de junio de 2009), Tom Shannon, el saliente Secretario Auxiliar para Asuntos del Hemisferio Occidental, proveyó una actualización a Clinton y a su personal cercano haciéndoles notar que había “llamado al nuevo comandante del SouthCom para asegurarse un acercamiento coordinado [desde entonces] de EEUU con sus más grandes equidades militares en Honduras, como la Joint Task Force Bravo y la base aérea Soto Cano.” Un correo electrónico posterior, con los temas de conversación para una llamada de teléfono entre Clinton y el Ministro de Asuntos Exteriores de España, indicó que el equipo de Clinton ya estaba enfocado en asegurarse que las próximas elecciones nacionales de Honduras ocurrirían en la fecha pactada (en noviembre de 2009):

“Esperamos que España trabaje con nosotros y la OEA para asegurar una restauración del orden democrático que permita a Honduras ejecutar su calendario electoral (voto presidencial programado para noviembre).”

 

Este tema de conversación demostraría ser, sobre todo, falso. En correos electrónicos posteriores vemos cómo la OEA es removida de la agenda de EEUU y la “restauración del orden democrático” toma un asiento trasero en la meta del departamento de Estado de ir adelante a toda costa con las elecciones de noviembre en Honduras.

 

Poco más de una semana después del golpe, Shannon envió un correo electrónico a Clinton, vía su asistente Huma Abedin, con los documentos de base para una llamada de teléfono del 6 de julio al entonces presidente Álvaro Uribe de Colombia, donde se discutía el plan de un bypass a la OEA –donde en muchos gobiernos crecía cada vez más la impaciencia con EEUU que parecían querer alentar el régimen golpista– y organizar negociaciones directas entre el régimen surgido del golpe y el gobierno exiliado de Zelaya en Costa Rica, donde éste sería supervisado de cerca por funcionarios del departamento de Estado de EEUU y el presidente Arias. El régimen del golpe estuvo de acuerdo con la mediación de Arias, mientras rechazaba vehemente la mediación de la OEA. Zelaya estaba comprensiblemente frustrado con la idea desde el principio. En su mensaje, Shannon resume un plan para conseguir el lobby de Uribe para que Zelaya acepte la oferta de negociaciones directas con la mediación de Arias:

 

“[Uribe] como muchos otros líderes con cierto interés en América Central, ve preocupante que Honduras se esté deslizando hacia la confrontación y la violencia. Probablemente él no piensa que [el secretario general de la OEA, José Miguel] Insulza está ganado en la tarea. [La secretaria de Estado Clinton] debe ser consciente que Arias está preparado para ofrecer sus servicios. Hablé con Costa Rica [Ministro de Asuntos Exteriores], quien dijo que el gobierno de hecho aprueba a Arias y que Costa Rica buscará una manera de hacer la oferta a Zelaya. Uribe conoce a Zelaya y tiene cierta influencia. Uribe pudo querer hablar con Arias y ofrecer ayuda para mover a Zelaya en la dirección correcta. (Aunque Uribe y Zelaya vengan de diversos sectores del espectro político, son rancheros y amantes de los caballos, y esto ha creado una cierta camaradería.)”

 

Además de los cabildeo de terceros, Zelaya seguramente estuvo bajo la presión directa de Clinton, que se encontró con él en Washington el 7 de julio. Después de la reunión, Clinton anunció a la prensa que Zelaya había aceptado tener la mediación de Arias pero que EEUU también continuaba “apoyando esfuerzos regionales con la OEA para alcanzar una resolución pacífica consistente con los términos de la carta Democrática Interamericana.”

 

Los correos electrónicos proporcionan prueba evidente que, de hecho, el departamento de Estado no tenía ninguna intención de buscar una solución a la crisis en la OEA. En las semanas que siguieron hubo esfuerzos regionales supremos de diversos gobiernos de los Estados miembros de la OEA intentando mantener a Honduras en la agenda de la organización y conseguir acuerdo para medidas más fuertes contra el régimen golpista, mientras EEUU solamente mostraba interés en la mediación de Costa Rica.

 

El 23 de julio, el gobierno boliviano introdujo un proyecto de resolución de la OEA. Entre otras cosas pidió “la vuelta inmediata, segura e incondicional [de Zelaya] a sus funciones constitucionales,” el no-reconocimiento de “cualquier gobierno que emergiera de la ruptura constitucional” en Honduras y que los Estados miembros aplicarían vigorosas sanciones económicas y comerciales mientras la democracia no fuera restaurada.

 

Mientras en la OEA aparecía amplio apoyo para tales medidas, EEUU no estaba interesado en verlas ni discutirlas, sólo trabajando para intentar asegurarse que las negociaciones de San José tomaran precedencia sobre todo. Un correo electrónico del 31 de julio de Craig Kelly —representante de Shannon y delegado de EEUU en las negociaciones– no podía expresar más claramente la política de EEUU:

 

“La reunión de hoy de la OEA se convirtió en un no-evento [fue cancelado] —tal como lo esperábamos. Queremos a Arias en primera línea. Lo mantendremos.”

 

Predeciblemente, el régimen golpista parecía interesado solamente en fabricar negociaciones que duraran indefinidamente. Un correo electrónico de Kelly del 18 de agosto reconoció que “de facto” enganchaba “a una táctica de retraso deliberado diseñada para llevar al país a elecciones sin Zelaya.”  Pero Clinton era reacia a tomar medidas más decisivas, pese al impulso de algunos de sus consejeros más cercanos. Anne-Marie Slaughter, entonces directora de planeamiento de políticas del departamento de Estado, el 16 de agosto le envió un correo electrónico a Clinton donde la instaba fuertemente a “tomar medidas intrépidas” y a “encontrar que [el] golpe era “un golpe militar” bajo la ley de EEUU,” un movimiento que inmediatamente habría accionado la suspensión de toda la ayuda no-humanitaria de EEUU a Honduras.

 

En su correo electrónico, Slaughter diagnosticaba correctamente la decepción profunda de la región con el manejo de la administración de la crisis de Honduras:

 

“La semana pasada conseguí un lote de señales de que cada día que continúa la crisis de Honduras estamos perdiendo terreno en América Latina; la gente de alto nivel de los negocios y de la comunidad de ONGs dice que incluso nuestros amigos están comenzando a pensar que realmente no estamos confiando en la norma de la democracia constitucional que tan difícilmente hemos trabajado para construir durante los pasados 20 años [sic]. El estancamiento de la corriente favorece el status quo; el régimen de facto tiene más incentivos para funcionar a cada vuelta del reloj mientras piensen que tendremos que aceptar a cualquier gobierno después de la elección. La urjo a pensar ahora en tomar medidas intrépidas para respirar nueva vida en el proceso y dar señales de que usted y el presidente son serios, suceda lo que fuere en la Colina.”

 

“Suceda lo que fuere en la Colina” era una referencia a las maniobras agresivas de algunos miembros republicanos del Congreso que apoyaron firmemente al régimen golpista. Con la ayuda de arcanas reglas procesales del Senado, el senador por Florida George Lemieux y el senador de Carolina del Sur Jim DeMint estuvieron bloqueando dos nombramientos clave del departamento de Estado, el de Shannon como embajador en Brasil y el de Arturo Valenzuela como reemplazante de Shannon al mando de Asuntos del Hemisferio Occidental. Un correo electrónico del 31 de agosto del enlace legislativo del departamento de Estado describió una conversación con un empleado del staff de política exterior de DeMint que expuso claramente qué haría después DeMint:

 

“Chris [Socha, empleado de la plantilla de DeMint] advirtió que DeMint está supervisando de cerca la postura de la administración respecto a sanciones. Él advirtió que si se hace alguna condena del golpe y se imponen las nuevas sanciones, esto muy bien podría tener un impacto adverso en cómo se mueve en adelante el nombramiento de Arturo.”

 

Mientras tanto, muchos Demócratas impulsaban públicamente una dificultosa condena del “golpe militar”. El 15 de agosto temprano la Casa Demócrata firmó una carta que pedía al departamento de Estado “reconocer completamente que ha ocurrido un golpe militar.” El 3 de septiembre, el jefe de personal Cheryl Mills envió a Clinton un artículo de opinión de Howard Berman, Jefe del Comité de Asuntos Extranjeros de la Cámara, publicado en Los Angeles Times bajo este título: “Honduras: Hágalo oficial, es un golpe.”  Berman enfatizó que para la Clinton era crítico adoptar rápidamente una determinación: “Honduras celebrará elecciones presidenciales y parlamentarias el 29 de noviembre y cada día que pasa otorga a Micheletti y a sus socios la ocasión de apretar su control ilegítimo de las rienda del poder.”

 

Al final, como sabemos, Clinton despreció el consejo de Slaughter y de sus cercanos demócratas y nunca utilizó juntas las palabras “militares” y “golpe” para describir qué había sucedido en Honduras. Aunque alguna ayuda de EEUU fue temporalmente puesta en control, siguió fluyendo otra ayuda crítica, como una cesión de 205 millones de dólares a Honduras de la Millennium Challenge Corporation (MCC), mientras los financiamientos MCC fueron suspendidos y terminados en el plazo de 1 a 3 días en otros países que experimentaron golpes en ese mismo año 2009, a saber Madagascar y Mauritania.

 

El 30 de octubre, el presidente Arias presidió la firma de un acuerdo entre el gobierno constitucional de Honduras y el régimen golpista que estipuló el regreso de Zelaya para las semanas finales de su mandato, pero con poderes limitados y con un “gobierno de unidad” que incluiría a los partidarios del golpe. Según los términos del acuerdo, las elecciones nacionales ocurrirían el 28 de noviembre. Además de ser muy diferente a una restauración completa de la democracia, el texto del acuerdo incluyó una escapatoria peligrosa: Invitarían al Congreso de Honduras a endosar la restitución de Zelaya. En un correo electrónico anterior que discutía las negociaciones de San José, Craig Kelly subrayó que “la comprensión es que [Zelaya] reanudaría funciones limitadas con un gabinete de la unidad nacional hasta que él entregue el poder a un sucesor elegido.”

 

Pero cuatro días después de firmado el acuerdo, la posición oficial de EEUU se hizo mucho más flexible. El 3 de noviembre, Shannon anunció por CNN en español que EEUU estaría preparado para reconocer las elecciones, incluso si Zelaya no era primero reinstalado. El resto de la región reaccionó con un shock de cólera. Los mayores grupos regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) ya habían declarado antes, en agosto, que no reconocerían las elecciones celebradas bajo un gobierno de facto. Entonces restablecieron esta posición en la víspera de las elecciones de Honduras.

    

Pero siendo con mucho EEUU el actor externo más potente de Honduras, el régimen golpista tenía pocos incentivos para permitir la restauración de la democracia.  El Congreso votó contra el restablecimiento de Zelaya y las elecciones ocurrieron bajo un supuesto “gobierno de la unidad” que no incluyó a nadie del gobierno constitucional, a pesar de que casi cada país de la región, además de EEUU, lo consideraba ilegítimo. Shannon, en un correo electrónico escrito el día después de las elecciones, animó a Clinton a retratar el proceso electoral como profundamente democrático:

 

“La participación (probablemente un récord) y el claro rechazo al Partido Liberal muestran que nuestra posición fue correcta, y colocó en una posición imposible al Brasil y a otros que no reconocerían la elección. Como pensamos en qué decir, yo recomendaría fuertemente que no seamos tímidos. Debemos felicitar a la gente de Honduras, debemos conectar el voto de hoy con la vocación democrática profunda de la gente de Honduras y debemos llamar a la comunidad de naciones democráticas (y especialmente a las de las Américas) a reconocer, a respetar y a responder a esta realización de la gente de Honduras.”

 

Como fue revelado más tarde, los números de la participación electoral realmente fueron inflados a lo grueso por la autoridad electoral de Honduras. Y ellos mismos estropearon las elecciones por la violencia y la censura de los medios.

 

Algunos días después, Craig Kelly envió por correo electrónico a Clinton –a través de su vicejefe de personal– una declaración del senador Lemieux que anunciaba su “decisión de permitir que el nombramiento de Tom Shannon siga su camino.” En su declaración, Lemieux dijo: “He recibido suficientes compromisos de la secretaria Clinton de que la política de la administración tomará un curso que promueve ideales y metas democráticas en América Latina, y específicamente en Honduras y Cuba.”

 

¿Fue el control de los nombramientos de Shannon y de Valenzuela el factor principal en la decisión de Clinton de permitir que siguiera su camino el régimen golpista del Honduras? El confidente de Clinton Lanny Davis, quien fue pagado por empresarios de Honduras para cabildear a favor del golpe y, como algunos han sugerido, ¿desempeñó también un papel importante en influir a Clinton?

 

Quizás estos factores influyeron a Clinton, pero está bastante claro que otro factor desempeñó un papel principal en su decisión de permitir que prevaleciera el régimen golpista: la prolongada política de EEUU para afirmar su control político en la región. Una lectura cuidadosa de los correos electrónicos de Clinton y los cables diplomáticos estadounidenses de Wikileak el comienzo de su mandato exponen una política para América Latina dirigida a menudo por esfuerzos para aislar y derribar a gobiernos de izquierda en la región (véase “Latin American and the Caribbean” y “Venezuela”, en el nuevo libro The Wikileaks Files, Los ficheros de Wikileaks). El capítulo de América Latina en las memorias de Clinton “Decisión Difícil” reafirma esta visión de la política de EEUU hacia América Latina y un fragmento corto de ese capítulo lo dice particularmente: “Estrategizamos un plan para restaurar el orden en Honduras y para asegurarnos que las elecciones libres y justas se pudieran celebrar rápida y legítimamente, y que harían discutible la cuestión de Zelaya.”

 

No es necesario decirlo, las elecciones de Honduras no fueron consideradas como legítimas por la mayor parte del resto del hemisferio occidental y la cuestión de Zelaya fue todo menos debate. A pesar del lobby pesado de EEUU ante los gobiernos “amigos” de América Latina, la primera gran misión de Valenzuela después de asumir el control del trabajo de Shannon en Asuntos del Hemisferio Occidental (WHA) en diciembre de 2009 fue enfrentar que muchos países rechazarían reconocer al gobierno del Honduras hasta que a Zelaya finalmente le fuera permitido volver a su país, en mayo de 2011. América Latina estaba también desplazada más lejos de EEUU. En un contexto de frustración cada vez mayor con la política de EEUU fue creado un nuevo grupo multilateral, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (con las iniciales CELAC en español), con la participación de cada gobierno de la región excepto EEUU, Canadá (que había apoyado la política hemisférica de EEUU hasta el final) y el gobierno de facto de Honduras (admitida solamente después del regreso de Zelaya a Honduras en 2011).

   

La “decisión difícil” tomada por Clinton y su equipo no acabó de dañar las relaciones de EEUU con América Latina. Contribuyó al daño enorme hecho a Honduras. En los años que siguieron al golpe, el desarrollo económico se atascó, mientras aumentó perceptiblemente la desigualdad entre la pobreza y la renta. La violencia se hizo una espiral fuera de control. Mientras tanto, el gobierno de EEUU aumentó la ayuda militar a Honduras, a pesar de informes alarmantes de matanzas y abusos contra los derechos humanos de las fuerzas de seguridad cada vez más militarizadas en Honduras. Muchos congresistas demócratas pidieron una suspensión completa de la ayuda a las fuerzas de seguridad mientras continúe la impunidad de las violaciones de derechos humanos. Pero ni el State Department de Clinton ni de Kerry ha prestado atención a esta llamada.

 

·        Ernesto Carmona, jurado internacional de Proyecto Censurado, Sonoma State University, California.

 

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