“La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo”. (Cicerón). “El pobre no es libre; en todas partes es un siervo” (Voltaire)
¿Hubo alguna vez, en el largo proceso de la Historia Universal, un pueblo que fuese libre, realmente libre? Quizá, pero en esencia sólo puede haber existido una sociedad libre únicamente durante un breve lapso, un corto período de tiempo que poco y nada significó dentro del universo sociopolítico y económico de esa misma sociedad. Algo así como un susurro lanzado al viento.
Ocurrió en Chile, donde sólo algunos uniformados (no todos los que deberían estar en el chucho) han sufrido en carne propia los “beneficios” de su ayuda bélica prestada a derechistas que ahora los ningunean, desconocen e, incluso, critican. Esa derecha ha quedado entonces –al menos durante un tiempo- carente de apoyo bélico, lo que le ha obligado a delinear nuevas estrategias para salir del barranco en el que debió refugiarse luego de una seguidilla de derrotas electorales.
Y supo hacerlo. Logró que sus opositores formaran finalmente parte de sus propias filas. Así, hoy en nuestro país existen dos grandes bloques en la política local: el de la derecha dura, y el de la derecha blanda (subyugada a la anterior). Todo lo demás, el ‘resto’ del espectro político, en especial aquella izquierda que hace años tuvo forma y organización, está minimizada bajo el influjo y violencia de las dos derechas.
Lo anterior ha permitido que muchos de los actuales senadores y diputados sean verdaderos proxenetas de la política, pues convirtieron el histórico rol legislador de todo parlamentario en una especie de “campanillero de burdel”. El Congreso Nacional es hoy más un lupanar político que un poder del estado. La derecha dura, la sediciosa y clasista, puede darse por satisfecha. Lo ha conseguido.
Los talibanes de la política del libre mercado –libre, pero a lo salvaje- vivieron momentos de angustia cuando la ola de manifestaciones callejeras se tomó el país y las primeras planas de los noticieros. Hubo momentos de real temor en las filas de mega empresarios y especuladores financieros al constatar que, los ‘pingüinos’ primero y después los universitarios, pescadores, mineros, obreros, etc., lograban que los chilenos comenzaran a darle la espalda al sistema impuesto a bayonetazos y tarjetazos. Las urnas se encargaron también de confirmar, en parte, aquello.
Entonces, esa derecha dura decidió emplear otra estrategia: la del contraataque. Ello le ignificó poblar su zona defensiva y no cruzar el mediocampo, salvo si uno de sus jugadores lograba arrancar a toda velocidad con la pelota dominada entre sus pies. Era mejor un golpe fuerte y bien propinado, que cien suaves golpecitos dados en zonas que no son altamente sensibles. CAVAL fue el detonante. Según opina esa derecha es ya la hora de conducir al rebaño llamado ‘siervos’ al redil de la hacienda y encerrarlo bajo siete llaves para evitar que vuelva a escapar cerro abajo, hacia donde se levantan los altos pastizales y las extensas llanuras.
Pero, han surgido nuevos enemigos. Uno de ellos, y poderoso, se encuentra en aquella masa llamada “redes sociales”, ciberespacio en el cual todos y todas tienen opinión (y la expresan). Por vez primera, la derecha coincide en algo con el presidente boliviano, Evo Morales… y seguramente querrá hincarle el diente a esta cuestión para amordazar al ‘respetable’ que está en el redil.
Otro enemigo, y es nuevito-nuevito, se halla en el humor… mejor dicho, en los humoristas. El Festival de Viña del Mar fue la ocasión propicia para trapear con la imagen –con nombres y apellidos- de varios parlamentarios y políticos. Es el ‘desideratum’ pues los ‘honorables’ ya no cuentan con el respeto de nadie. Ello recién comienza, ya que el problema, para ambas derechas (dura y blanda), radica en que hay cientos de festivales a lo largo del país… en Santiago, en Concepción, en Punta Arenas… incluso en Coltauco, en Coihueco, Hualañé, Cumpeo, Doñihue y doscientas comunas más… y no cabe duda que esos humoristas podrían estar allí haciendo de las suyas.
Al contraataque entonces. A eso llaman en ambas derechas. ¿Quiénes pagan, financian y organizan esos festivales en las comunas? Los municipios. ¿Quién encabeza un gobierno comunal? El alcalde. ¿Quién controla los gastos del municipio y del alcalde? El Concejo Municipal. ¿Cuándo habrá elecciones municipales? Este año, el domingo 23 de octubre.
¡Ahí está solución! Hay que nominar candidatos cipayos que cumplan a ojos cerrados las órdenes de los dirigentes que administran las mafias sitas en tiendas partidistas del duopolio. De esas nominaciones deben encargarse los estafetas de la sociedad de la omertá política, vale decir, senadores y diputados que deberán responsabilizarse por lo que suceda en sus respectivas regiones y distritos.
Es que no vaya a ser cosa que surjan imponderables difíciles de manejar, como por ejemplo que algún siervo sin pertenencia a partido político se alce como salvador de su comuna y la llene de festivales. Sería desastroso que muchos de esos siervos independientes y sin tienda partidista accedieran a cargos edilicios…y no sería imposible, pues bastaría con que la alta abstención producida en los comicios del año 2012 bajara un par de millones y favoreciera a esos “outsiders” para que la hecatombe en las tiendas asociadas a Ali-Babá fuera significativa.
Para que usted, amigo lector, comience a tirar líneas y sacar resultados estadísticos, las cifras de esa elección (2012) son las siguientes:
VOTOS
Válidos………….. 5.261.019
Blancos…………. 86.134
Nulos…………… 148.726
ELECTORES
Total Inscritos;…………….. 13.404.034
Total general votos:………… 5.495.879 votos
Abstención:……………….. 7.908.155 (cercano al 60%)
A partir de este mes que recién comienza –marzo- hay que estar preparados para la avalancha de promesas falsas, mentiras variopintas, amenazas veladas y ofertas propias de buhoneros de tercera categoría, que de ahora en más (y hasta el mes de octubre) comenzará girar en las comunas como un tiovivo destinado no sólo a marear al respetable sino, principalmente, a que este olvide lo incumplido, las mentiras del 2012, la corrupción en pequeña/mediana/gran escala presente en la mayoría de los 345 municipios del país, etc., etc.
Para la derecha dura (y tal vez para la otra, ‘la blanda’, también), lo que importa es que el ciudadano siga siendo siervo y que siga teniendo un amo, sea él una persona individualmente considerada, una empresa equis, un partido político o, incluso, el mismo gobierno.