Diciembre 3, 2024

Un año nefasto

A grandes rasgos –el espacio no da para más– podemos reafirmar que 2015 fue un año nefasto y prever que 2016 será aún peor.

En Estados Unidos, el país todavía determinante del curso de las cosas, la opción presidencial es nada menos que entre la Hillary Clinton de las guerras y los bombardeos, y Donald Trump, el facho-cavernícola que tiene base de masas.

 

 

En Europa, François Hollande, quien llegó al gobierno prometiendo el voto a los extranjeros, quiere quitar la nacionalidad francesa a los nacidos en Francia, pero que tienen doble nacionalidad –que la policía pueda considerar sospechosos– y reintroduce así, de paso, el principio tribal del privilegio de los lazos de sangre estableciendo dos categorías de franceses. Todo eso para quitar votos al Frente Nacional lepenista adoptando sus posiciones a costa de la democracia y de la unidad de su partido. La crisis de los refugiados, al mismo tiempo, acabó en la Unión Europea con la libre circulación de las personas (las mercancías siguen circulando, naturalmente) y legalizó el racismo y la represión. La ignominiosa capitulación de Alexis Tsipras ante la troika y la ruptura de Syriza acabó con las ilusiones, en Europa y en América Latina, sobre la posibilidad de ampliar el margen de la soberanía y de la democracia sin tocar al capitalismo, como quería en su tiempo el Partido Comunista Italiano (que desapareció), Syriza (que se rompió y hundió políticamente) y quieren, en España, Podemos y en Portugal el Bloque de Izquierda, hoy cogobernante. Queda apenas la posibilidad de que Podemos –en las inevitables próximas elecciones– quite suficientes votos al Partido Socialista Obrero Español, no para gobernar, sino para hacer aún más ingobernable el régimen nacido en España del pacto postfranquista de La Moncloa.

En Extremo Oriente (que es Occidente para nosotros, colonizados hasta por la visión geográfica), Japón emprendió el rearme en gran escala en función antichina y China, a pesar de sus dificultades económicas crecientes, también se rearma y acaba de botar un modernísimo portaviones. Las provocaciones militares estadunidenses en el Mar de China son cotidianas.

En Medio Oriente la barbarie anexionista israelí en Palestina aumenta cotidianamente, la dictadura de Erdogan en Turquía reprime aún más a los kurdos y saca provecho del saqueo del petróleo sirio e iraquí por el Estado lslámico, al cual arma y protege. Estados Unidos y sus aliados han debido, sin embargo, participar en una coalición ( de facto y siempre negada) con el gobierno de Bachir al Assad porque las tropas de éste, de Irak, de Irán y de Hezbollah avanzan y ocupan el terreno tras las intervenciones aéreas rusas, en vez de huir como antes y comienzan a ganar la guerra, lo cual aparecería como una clara victoria de Moscú.

En América Latina la aplastante derrota del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, a pesar de sus promesas de victoria; el baile en la cuerda floja del gobierno de Dilma Rousseff y Lula en Brasil, así como la ignominiosa salida de escena del kirchnerismo que se creía triunfante ya en la primera vuelta de la elección presidencial, dejan en situación muy comprometida a Cuba y a los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), dependientes sobre todo del petróleo venezolano. Los gobiernos de Bolivia y de Ecuador, como consecuencia de la crisis mundial y de esta crisis política aguda del llamado progresismo latinoamericano, han modificado su curso y su carácter y empiezan a encontrar resistencias –sobre todo en Ecuador– de los sectores oprimidos que en un primer momento eran su principal apoyo.

Contrariamente a lo que dice Maduro, el precio del petróleo no lo fija Estados Unidos por motivos políticos, sino que depende de la ley del valor. Contrariamente a lo que dice el kirchnerismo, éste no fue derrotado por la derecha, sino por otra derecha, más moderna y más dura, que hará con métodos brutales lo que el kirchnerismo pretendía hacer forrando con terciopelo su garrote. Contrariamente a lo que escriben los cantores y defensores (sinceros o estipendiados) de los gobiernos progresistas, la derrota de éstos no se debe a que fuesen izquierdistas, sino a que lo fueron muy poco y muy superficialmente y con gran corrupción; por eso recibieron el voto masivo de castigo de las mayorías populares (y no sólo de sectores clasemedieros reaccionarios).

De modo que las dificultades económicas se agravarán, el precio de las materias primas seguirá cayendo mientras la economía mundial no se reanime y las requiera y, sobre todo, los procesos sociales que dieron origen a los líderes progresistas no sólo no han desaparecido, sino que, ahora sin el freno de los Líderes Infalibles, tenderán a expresarse más libre y más vigorosamente.

Nada depende del destino ciego. Todo depende de nuestra organización, nuestra conciencia, nuestra unión, nuestra movilización, no de los Líderes que se niegan a aprender del pasado. Es posible aún frenar la represión, el avance de las medidas fascistas, el curso mismo hacia la preparación de una guerra mundial o hacia el ecocidio que acabará con las condiciones mínimas de vida para los mamíferos de todo tipo, entre los cuales nos incluimos.

Conste que no hablo hoy sobre México, donde cuando parecería que se ha tocado fondo siempre hay alguna medida que acelera y agrava el derrumbe nacional y hace más invivible el país para los trabajadores y los demócratas.

Para muestra de las aberraciones jurídicas y de la falta de garantías están ahí los casos de la comandante de las autodefensas de OIinalá, Guerrero, Nestora Salgado, y del doctor Félix Hoyo, distinguido catedrático de Chapingo y de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, acusado de matar a su esposa a la que intentó socorrer después de cuidarla durante 35 años. En un estado de derecho y en un país civilizado estarían libres.

 

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