Diciembre 10, 2024

Reino de España: la semana de los muertos (políticos) vivientes

 

En otras palabras, en el escenario zombie, el problema no es la inmensidad de lo que tienen que hacer los pocos supervivientes, que es el problema al que se enfrentan y fetichizan tantas visiones de un mundo despoblado y en ruinas. Tampoco que hacer para evitar su evolución hacia un fallo sistémico mientras que se rescatan y reparan las herramientas de ‘antes’. El problema, con los zombies, es que hay demasiados supervivientes.

Pero es siempre el tipo de superviviente equivocado.” (1)

 

 

 

El inestable empate estratégico surgido de las elecciones del 20 D (Match point lo llama Enric Juliana, en una analogía peliculera) ha dado lugar a una aceleración sin precedentes del tempo político virtual.

En pocos días, tras la entrevista de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en la Moncloa (jaleados convenientemente por las respectivas claqués), se ha despejado la posibilidad de que Rajoy presida un nuevo gobierno con el apoyo de Ciudadanos –entregado a la estabilidad del Ibex 35- y la abstención del PSOE. Mariano Rajoy se ha convertido en un zombie político y otro zombie político, José María Aznar, ha salido de la sombras para asistir brevemente a plena luz del día al Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular, tras once años de ausencia, y pedir un Congreso extraordinario “para definir el futuro de nuestro proyecto y elegir a la dirección del partido”.

Pedro Sánchez no ha corrido mejor suerte (como ha señalado Antonio Avendaño), porque la salida al empate estratégico pasa por la crisis del PSOE. A pesar de los cantos de sirena de otros muertos vivientes más descompuestos (Felipe González, Almunia, Zapatero)- de tanto dar vueltas en las puertas giratorias del régimen del 78- la mayoría de los barones territoriales del PSOE han entendido que un apoyo activo o pasivo a un nuevo gobierno Rajoy era capaz de levantar a los muertos sembrados por el PSOE en 150 años de historia.  Pero para dejar claro que ellos son la “alternancia” del régimen del 78, han trazado una línea roja para impedir cualquier alianza de Sánchez con Podemos: el rechazo de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

Como ese referéndum exige la reforma constitucional –y tanto el PP como el PSOE tienen veto con los resultados del 20 D-, la línea roja es ante todo una cuestión de principio, básicamente de principio de oportunidad. Los barones del PSOE se preparan ya para unas nuevas elecciones contra Podemos, en las que se juegan no ya la hegemonía de la izquierda –que han perdido territorialmente- sino ser el chivo expiatorio del cambio. Izquierda vieja de un régimen viejo contra una izquierda nueva que anuncia el cambio constitucional.

El lunes 28, día de los Santos Inocentes, se reunirá el Comité federal del PSOE. Arrastra en su convocatoria todos los rumores sobre un ajuste de cuentas interno que acabe con Pedro Sánchez. Todos los barones territoriales tienen motivos para ello. Y a él solo le quedan los estatutos y el instinto de supervivencia. No quiere ser la victima propiciatorio de un gobierno de salvación del régimen del 78. Quiere ser el candidato del PSOE en las próximas elecciones, que es lo que le disputan precisamente los barones territoriales y en especial la Presidenta de Andalucía, Susana Díaz.

Para ello tiene que ser un candidato viable ahora a la Presidencia del Gobierno, una vez que Rajoy choque contra el muro infranqueable de los 182 votos negativos. Lo que está en juego es quién convoca las próximas elecciones, si el gobierno provisional presidido por Rajoy o un gobierno igualmente provisional presidido por Sánchez. Por eso Podemos ha propuesto una fórmula imposible para seguir teniendo la sartén por el mango de la reconstrucción de la izquierda hasta que se convoquen por agotamiento las nuevas elecciones: un gobierno técnico que lleve a cabo las reformas constitucionales que permitan desmontar el blindaje del neoliberalismo (art. 135) y convocar el referéndum de Cataluña.

El tercer muerto viviente de la semana es Arthur Mas, presidente provisional de la Generalitat de Catalunya. La Asamblea de la CUP en Sabadell ha empatado a 1.515 entre clavar la estaca en el corazón del principal responsable de los recortes neoliberales en Cataluña o insuflarle vida para que salve su maltrecha hegemonía de un procés en vía muerta. O de clavársela ella misma y convertirse en otro muerto viviente si se escinde el 2 de enero en la reunión del Consejo Político y el Grupo parlamentario y Más consigue de esa manera los votos que necesita para la investidura. Pidió 3.000 millones de euros para un plan de emergencia social y le han ofrecido 260.

El instinto de supervivencia también empuja en Cataluña a un reagrupamiento de las izquierdas. El 20 D ha supuesto el traslado de la hegemonía social del movimiento por el derecho a decidir: del independentismo unilateral encabezado por Mas al autodeterminismo concertado liderado por Ada Colau. Los que quieran seguir en la CUP en el reino de los vivos para seguir luchando, tendrán que optar por acabar con el muerto viviente del procés y forzar unas elecciones autonómicas que den a la izquierda autodeterminista el gobierno de la Generalitat en el nuevo escenario político abierto por el 20 D.

La pelota, tras rebotar en el macht point en la red, puede caer aun en el campo de la izquierda. Rajoy perdería el argumento del peligro inminente de un gobierno de la Generalitat presidido por Arthur Más cautivo de una minoría anticapitalista de la CUP. No podría tocar a rebato en defensa de la Constitución del 78 como argumento para sacrificar al PSOE en el altar del gobierno de salvación. Bastante tiene con seguir siendo un muerto viviente y conseguir la reelección como candidato del PP.

En medio de este episodio de serie televisiva de los muertos vivientes en que se ha convertido tras el 20 D la crisis del régimen de la segunda restauración borbónica, solo faltaba la intervención estelar de Felipe VI para felicitar las Fiestas y el Año Nuevo.

Se ha señalado acertadamente su preocupación por la estabilidad del reino de los muertos vivientes, su llamamiento al diálogo de los descerebrados en la letanía de los principios constitucionales. Y que ha olvidado las penurias de los vivos para llegar a fin de mes, tanto a nivel individual, como familiar y autonómico. Pero la misión del mensaje regio –de ahí su escenificación en el Salón del Trono del Palacio Real- es recordar que el monarca sale por mandato constitucional de su papel meramente representativo y se convierte en arbitró y leviathan en los momentos de crisis constitucional. Que el diálogo en la diversidad –impuesta por las urnas- es para que el régimen siga igual, aunque cambie; no para que cambie el régimen del 78.

La principal herencia institucional de la primera restauración borbónica, recogida vía poderes fácticos del franquismo, en la Constitución de 1978 es el mecanismo de emergencia que traslada, en caso de crisis de régimen, el ejercicio de la soberanía del pueblo español, representado por las Cortes, al monarca, refrendado por el presidente del gobierno. Las posibilidades de interpretación de los art. 62, 63 y 64 de la Constitución fueron ya desplegadas con ocasión del golpe de estado del 23 F de 1981. Un guante de seda en mano de hierro que garantiza la estabilidad y la gobernabilidad, del Ibex 35 para abajo. Como ha puntualizado con todo cinismo oligárquico Lluis Basset en unartículo sobre la “sovietización” de Cataluña: “el mito del pueblo soberano”.

La inestabilidad del empate estratégico es generada por una multitud de causas: la crisis económica en suspenso gracias a la flexibilización cuantitativa del BCE y la caída de los precios del petróleo; la metástasis de la crisis social, en forma de paro estructural, desempleo juvenil y creciente pobreza; la crisis fiscal autonómica y su lectura soberanista por el nacionalismo; la erosión de la legitimidad institucional; el bloqueo de la alternancia bipartidista…pero a nivel electoral puede acabar transformándose en una polarización que reagrupe fuerzas entre los defensores del régimen del 78, encabezados por el PP, y los partidarios del cambio alentados por Podemos y sus aliados territoriales.

Con la gestión real de los tiempos constitucionales para la propuesta del candidato a la presidencia del gobierno –que debe refrendar un Presidente del Congreso aun por elegir el 13 de enero- se puede alargar un mes el actual interregno. Pero se agotará a mediados de abril.

En esos tres meses y medio, la presión por hacer calar el mensaje de la estabilidad, entendida como el Consenso de Bruselas neoliberal, el Consenso de la OTAN y el Consenso de la Constitución del 78, no va a tener límites. Como ha demostrado Grecia, el Consejo Europeo y el BCE están convencidos que el sentido común de la gobernalidad entra a golpe de descalificación crediticia, recorte del ELA y limitación progresiva de acceso a las compras de bonos de la deuda soberana del BCE. Rajoy, vía el ministro de hacienda Montoro, lo viene practicando ya con los gobiernos autonómicos levantiscos.

Mientras tanto, estamos en el reino de los muertos vivientes.

Notas:

(1) Evan Calder Williams, Combined and Uneven Apocalypse, Zero Books, 2010. Una recomendable crítica cultural de las películas y series de desastres, zombies y muertos vivientes, vampiros y alienígenas como metáfora de la crisis del capitalismo tardío.

 

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